29 de febrero de 2016

SUBDESARROLLO por:Rafael Grooscors Caballero, pararescatarelporvenir.blogspot.com 29 de febrero de 2016

 Penetrante y fresco análisis de mi querido amigo Rafael Grooscors Caballero, quien en lugar de divagar en un léxico tecnicista, diría Betancourt con una de sus célebres carcajadas "up to day", va directo a la profundidad sociológica de nuestro drama nacional, mucho mas cultural que económico o constitucional, el "racho mental" infinitamente más difícil de superar que la precaria estructura, ayer de bahareque hoy de zinc. Que albergó a tantas generaciones de venezolanos. Entre ellos unas cuantas notabilidades.
Si de algo se está muriendo este país es de puerilidad, de superficialidad, de patológica frivolidad. Y no damos señales claras de mejorar, pese a una cuantas y preciadas excepciones de jóvenes.
Felicito a Rafael por este excelente artículo y los invito a su lectura y asimilación. Salud.

ALFREDO CORONIL HARTMANN

Itaca 29 de febrero de 2016.                                        


SUBDESARROLLO
                                 

por:Rafael Grooscors Caballero

         

La decisión de “activar” el motor de la minería, para pasar de depender del petróleo, dado sus bajos precios en el mercado internacional, al brillo y relumbre del oro y los diamantes, no sólo es un mentís a quienes dicen trabajar para librar a Venezuela del “rentismo” –Maduro y Aristóbulo— sino una flagrante demostración de cómo es que no podemos dejar de pensar sin tener el subdesarrollo como modelo para guiar nuestras ideas.

 Modelo, por lo demás, impuesto por una cultura dominante --¿sub-cultura?— la cual nos arrastra, miserablemente, desde la colonia. Somos gente de segunda; dependientes. Somos periféricos. Incapaces de concebirnos como centro del mundo, estamos siempre prestos  a producir ayudas a las grandes corporaciones que controlan el comercio y los mercados mundiales. Materias primas, minerales, para su transformación exógena. 

Primero, petróleo; ahora, oro, diamantes, grafito, coltán. Para lo primero –petróleo--  nunca pensamos en la utilización estratégica del Golfo de Venezuela (Lago de Maracaibo) en función de su ubicación en el Mar Caribe, sección Atlántica y a pocos kilómetros de distancia del Océano Pacífico, vínculos de los demás Continentes del orbe. Nunca pensamos en la transformación de los crudos y en la investigación e innovación en los procesos para lograrlo, con la vista puesta en la inmensidad de productos petroquímicos derivados y en sus incuantificables variables para un mundo en constante renovación.

 Para lo segundo –el oro, los diamantes, los metales raros—probablemente nos quedaremos en la fascinación de los aventureros del descubrimiento, enceguecidos por la leyenda de “El Dorado”.   
        
Nada de extraño tiene que a pesar de que somos una de las más grandes reservas de agua del mundo, tengamos una economía primaria sometida a las rigideces de un medio ambiente “seco” y a una población sedienta, a la cual ahora se le dice cómo es que tiene que hacer para ahorrar el líquido vital. Que la fuerza de las aguas que riegan al Orinoco, no sea tampoco suficiente ni siquiera para garantizar el nivel de reservas del Guri, para mantener, preferiblemente, en producción creciente las empresas básicas de Guayana, igualmente amenazadas de perecer por la incapacidad gerencial de los funcionarios públicos a quienes le corresponde.

 ¿Qué decir de nuestra agricultura; de nuestra ganadería; de nuestra piscicultura? Somos dependientes; por eso importamos lo que tenemos que comer para vivir.

         Más que “sacar” a Maduro y sustituir al gobierno, lo que tenemos que hacer es aprender a pensar y enseñar, asimismo, a nuestros coterráneos, a concebir la posibilidad de cambiar el modelo y esforzarnos todos para convertirnos en un país desarrollado. En poner a Venezuela a convivir en el “Primer Mundo” y dejar atrás la insolencia ideológica del “tercero”, percibido como “propio” por nuestras mentes subdesarrolladas, en el entendido de que nos sobran condiciones para aspirar a este cambio, sustancial e histórico, mucho más ejemplarizante, si se quiere, que todas las demás “gestas” que nos han hecho famosos en nuestro medio. Debería ser esta la obligación primaria del pensamiento dirigente de nuestra sociedad, de los líderes políticos, de los aspirantes al control del Poder.

         Dejar que nos digan, sin respuesta indignada, que ahora vamos a tranzar oro y diamantes para pagar las importaciones que requerimos para vivir, que desde hace cien años pagábamos con petróleo, es convencernos de que todos somos unos irresponsables, víctimas de una cultura de segundos, o de terceros, en fila, la cual tenemos que erradicar de nuestra conducta. Pasemos a ser venezolanos de verdad. Rompamos el modelo. Reorganicemos nuestro orden político territorial y metámonos en la cabeza de que somos suficientemente capaces de producir, dentro de nuestras fronteras, para consumir, satisfacernos y exportar, compitiendo con los grandes del mundo, a quienes también deberemos vencer. Decidámonos a hacerlo. No podemos seguir, con los brazos cruzados, sin mensaje y sin aliento, viendo el derrumbe de nuestro solar, como vecinos ausentes de un barrizal.

         Cambiemos el discurso. No nos sigamos engañando. Los que nos leen, saben a qué nos estamos refiriendo. Seguir estimulando el pobre pensamiento de los pobres, como fuerza definitiva para que contribuyan a nuestra peligrosa victoria, con votos, si no con balas, es una misión perversa que debemos abandonar. Hablemos claro. La democracia tiene que ser para crecer, para cambiar, para desarrollar y engrandecer a nuestra sociedad. Para dejar el subdesarrollo y entrar, de lleno, a un estadio superior en el Primer Mundo.


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