CHILE: COLAS, SOCIALISMO Y GOLPE DE ESTADO.
Me pregunto: ante la vista de estas dramáticas
y
vergonzosas colas que rebajan a los
ciudadanos a mendicantes tras lo necesario
imposible, ¿qué pensarán los responsables?
Antonio
Sánchez García @sangarccs
Tal
como lo he contado en anteriores ocasiones, el motivo primario que despertó en
el jefe máximo de los ejércitos chilenos, general Augusto Pinochet, la
conciencia de la inevitabilidad de una intervención de las fuerzas armadas bajo
su mando para ponerle un fin drástico y definitivo al gobierno socialista de
Salvador Allende, resolver la crisis que hundía a la nación sureña en el
sórdido laberinto de una Guerra Civil y ponía sobre el tapete el
establecimiento de una dictadura totalitaria castrocomunista, fue despertar de
pronto al desconocido fenómeno de las colas.
“Fue al ver las colas que comprendí el
colapso de la economía chilena, la crisis humanitaria y la hambruna que se nos
venía encima y, por lo tanto, se me hizo meridianamente clara la necesidad de impedir,
por medio de la fuerza, ya que la razón estaba entrampada en el leguleyismo
soviético, que el país siguiera cuesta abajo hacia el abismo, la disolución y
la muerte” – les explicó palabras más palabras menos a las periodistas que lo
entrevistaban para redactar sus memorias. Cuando las leí por primera vez, las
únicas colas que conocíamos los venezolanos eran las colas para adquirir los
boletos frente a las taquillas de los cines. Consideré que la razón esgrimida
por Augusto Pinochet era un subterfugio de baja estofa. ¿Dar un golpe, empujar
al suicidio al presidente legítimamente electo y llenar los estadios de presos
políticos para subsanar el problema del desabastecimiento, me pareció un
despropósito.
Esta mañana, luego de recorrer todas
las farmacias a mi alcance sin encontrar en ninguna de ellas los medicamentos
que hace unos años sobraban en los anaqueles y de ver colas interminables
frente a todos los abastos y auto mercados de la zona ante el sólo anuncio de
que llegaba el azúcar, vine a entender en toda su magnitud el significado de
las palabras del odioso y reprobable general en jefe que salvó a su República
de la disgregación, el colapso y la devastación.
No eran vecinos de la comunidad los que
ejercitaban el deporte tan caro a Jacqueline Farías. Ni creo que para esas
miles de personas de condición y extracción la más humilde llegados sepa Dios
de qué barriadas caraqueñas hasta las alturas de El Hatillo y La Lagunita se
trataba de conseguir medio kilo de azúcar para endulzar su guayoyo. Tampoco
puedo imaginarme que se tratara de revendedores, si bien me explican que los
centros de acopio y expendio de alimentos, verduras, carnes y mercadería al por
mayor están infectados de bachaqueros que comercian, corrompen, intercambian y
negocian a niveles propios del mercado hanseático durante la alta Edad Media.
¿Fue para impedir la degeneración en
esta llaga purulenta en que ha devenido el comercio de especies y el
intercambio capitalista bajo las ordenanzas de las mafias y pandillas del
régimen chavista que las fuerzas armadas chilenas asumieron la histórica
responsabilidad de extirpar el cáncer de la disgregación del cuerpo social
chileno? ¿Fue porque las colas eran el último extremo del cáncer que comenzaba
a devorarse los intestinos de los chilenos que sus ejércitos se vieron en la
trágica obligación de acuartelar a la sociedad chilena, militarizar la
administración del Estado, castigar con la muerte súbita a quienes desafiaran
la autoridad impuesta a sangre y fuego por los comandantes de fuerzas e imponer
el orden, la disciplina, el respeto a la Ley y la vigencia plena de las
Instituciones?
Dudando de todo lo anterior, llego a mi
casa, busco en mi biblioteca hasta encontrar Pinochet, la biografía, en dos tomos, del historiador Gonzalo Vial
y leo en la página 155 y siguiente: “el futuro Capitán General, en su fuero
interno, había adquirido el mismo convencimiento que otros generales
vocalizaban, Viendo las primeras ‘colas’, el año 71, recordará después, tuvo la
intuición de que partía la cuenta regresiva, final…Su memoria revivió el
Iquique de 1947; las filas de gente humilde esperando toda la noche – al calor
de fogatas improvisadas – para comprar el aceite, el azúcar y demás artículos
de primera necesidad; los comunistas manejando arbitrariamente el reparto…”
“Periodistas Raquel Correa y Elizabeth
Subercaseaux: ‘¿Cuándo comenzó a pensar en el golpe?’
“Pinochet: ‘¿sabe cuándo? Cuando vi las
primeras colas. Ahí dije: ‘Ya. Llegamos al problema…’
“Pero tan pensamiento no se
exteriorizó. Pinochet callaba. Su silencio y su proximidad, solidaridad y
unidad de acción con el comandante en jefe (Carlos Prats, ASG), lo
identificaron como resuelto pratsista, aunque nada dijera.”
Me pregunto: ante la vista de estas
dramáticas y vergonzosas colas que rebajan a los ciudadanos a mendicantes tras
lo imposible, ¿qué pensaran los responsables?
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