30 de agosto de 2014

"Venezuela importará petróleo de Argelia" por Gustavo Coronel. 30 de agosto de 2014



Venezuela importará petróleo de Argelia

Esta es una noticia que solo parecería publicable en el día de los inocentes. Podría haber sido también: Arabia Saudita importará arena para sus desiertos, o, Australia planifica la importación de canguros.
Es grotesco, ¿verdad? Sin embargo, Venezuela es hoy un país grotesco, bajo las pezuñas de un régimen ignorante y corrupto, todo ello ocurrido en el breve lapso de 15 años. Esta transformación ha desnudado la naturaleza sumisa y esclava de millones de venezolanos, gente que se ha contentado con una limosna del estado para permitir la destrucción material y espiritual del país. Yo los contemplo con una mezcla de compasión y desdén.
¿Por qué se ha llegado a este absurdo de importar petróleo de Argelia, en un país cuyo régimen nos dice que posee las reservas petroleras “probadas” más grandes del mundo? La razón es de aterradora sencillez: se ha llegado allí debido a la total ineptitud del régimen. La importación de petróleo liviano argelino se requiere para servir de mezcla al petróleo pesado de la Faja del Orinoco. Antes de la llegada de los bárbaros al poder PDVSA había construído en la Faja del Orinoco, con ayuda de las empresas petroleras internacionales como Exxon y Conoco, plantas refinadoras profundas, llamadas “Mejoradoras”, las cuales convertían ese petróleo muy pesado en un petróleo comerciable de razonable calidad.
Con una mentalidad de bodegueros la “gerencia” de la PDVSA chavista decidió botar a las empresas que habían construído las plantas , dejar de construirlas y reemplazarlas por una mezcla de petróleo pesado con petróleo liviano. Ello producía un petróleo de una gravedad de unos 25 grados, en comparación con el petróleo de 32 grados que producían las plantas. Era como mezclar Johnnie Walker black label (Petróleo liviano) con Johnnie Walker red label (petróleo pesado) para producir un “whisky” de calidad intermedia, ya que el petróleo pesado de la Faja como tal tiene poca salida comercial. Es poca la gente que toma Johnnie Walker red label pudiendo tomar el otro.
Pero, ¿qué ha pasado? Que esa práctica no puede continuarse porque a los ineptos de la PDVSA chavista se les está terminando el Johnnie Walker black label. Acaban de suspender el proceso de mezcla, lo cual significa que no pueden seguir produciendo mayores volúmenes de petróleo pesado de la Faja mientras no puedan continuar mezclándolo. Para colmo de males las plantas construídas antes de que ellos se adueñaran del poder no parecen estar funcionando bien, debido al ruinoso mantenimiento que estila hacer esta gente (y que causó la gran tragedia de la refinería de Amuay y han causado los derrames petroleros del Lago de Maracaibo y del Oriente del pais). Por ello, lo que ocurre en la Faja hoy es un gigantesco desastre, causado por la pandilla que lidera Rafaél Ramírez, mientras éste juega a aprendiz de brujo financiero.
Entonces, ¿qué hacer? Construír nuevas plantas de refinación profunda tomaría entre 4-5 años, además de que requiere dinero que esta gentuza no tiene. Producir más petróleo liviano en Venezuela hubiera requerido de una política de exploración y de recuperación secundaria en zonas productoras de ese petróleo que esta pandilla no ha llevado a cabo. Es decir, las reservas de Johnnie Walker black label en el país han declinado tan drasticamente que lo que le queda al país es mucho Johnnie Walker red label, un lava gallo que pocos quieren comprar. Por eso es que la pandilla de Rafaél Ramírez ha decidido importar petróleo liviano de Argelia, a fin de llevar a cabo la mezcla. Nadie sabe realmente si ello es comercial o no.
El impacto psicológico negativo de esta medida sobre la población venezolana es enorme. A los venezolanos de a pié les quedan pocas razones para sentirse orgullosos, viviendo en un país que tiene la inflación más alta del planeta, la tasa de criminalidad más alta del hemisferio , que debe aceptar en este siglo XXI que los marquen como bestias para poder comprar leche en los mercado, ingeniárselas sin papel tualé o salir en peñeros para Aruba a fin de tomar un avión. Y ahora resulta que tienen que ver a su país petrolero, “potencia mundial”, segun dice Maduro, importando petróleo!
Maduro, anda a lavarte ese paltó, que lo tienes bien sucio
Tan pronto salga esta gentuza del poder (ya debiera haber salido a patadas, aplicadas por un pueblo más bravo y una fuerza armada más digna) el país tendrá que sufrir una transformación radical en sus políticas petroleras (y otras).
En materia petrolera ya hay gente seria pensando en lo que debe hacerse, a nivel del Centro COENER y de la Sociedad Venezolana de Ingenieros de petróleo, SVIP. Yo creo que debería irse a un (a):
* Cese immediato de petróleo regalado a Cuba, al ALBA y a PetroCaribe
* Eliminación progresiva de PDVSA y su reemplazo por una Agencia Gubernamental reguladora de una industria petrolera abierta a la inversión privada extranjera y nacional.
* Desarrollo de la Faja del Orinoco con la ayuda y la inversión de empresas petroleras de verdad, no ese grupo de ratones miguelitos chinos, rusos y hasta bielorrusos que anda suelto en la Faja desde hace años, pisándose las mangueras.
* Utilización de diversos modelos de producción, desde los contratos de operación hasta las concesiones, pasando por producción compartida, lo que resulte mejor para el país dependiendo de las particularidades de cada área productora
Todo ello bajo el manto de una actitud moderna y abierta al mundo, sin complejos, donde los términos vacíos y pomposos de soberanía, independencia y nacionalismo con los cuales nos han timado estos delincuentes del chavismo, sean reemplazados por una actitud de verdadero amor por el país. La verdadera soberanía, la verdadera independencia y el verdadero nacionalismo no tienen nada que ver con el desastre al cual nos han llevado estos hampones sino con la obtención de óptimos beneficios para la nación venezolana en el marco de la sociedad global, en lugar de estar alineados, como lo han hecho estos bárbaros, con los países forajidos del planeta.

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25 de agosto de 2014

"Catástrofe de la civilización" por Macky Arenas, Golovisión Web, 25 de agosto de 2014

Benjamín Disraeli, criticando una iniciativa del gobierno de William Gladstone, de reprimir Irlanda por la fuerza, dijo en el Parlamento, con su fina ironía: "... cualquiera puede pacificar Irlanda con cañones... hasta el muy honorable gentleman". 

Comparto y aplaudo la afirmación del gran diplomático y hombre de Estado, los valores que la sustentan... Pero ¿que se puede hacer frente al desvarío y el fanatismo criminal de estos yihadistas absolutamente ciegos y sordos a las voces de la razón, despiadados y sanguinarios? 

Honestamente, no lo sé, fatigo sin piedad las neuronas de mi angustiado cerebro, busco infatigablemente como se puede hacer algo que no sea la violencia y la fuerza. Me horrorizan las "soluciones finales" a lo Reinhard Heydrich, odio -y perdónenme la palabra- el sadismo. Pero no puede la civilización occidental, poner la cabeza en el tajo y esperar por el verdugo. Quiera Dios que encontremos la fórmula.

Los razonamientos de mi muy querida e inteligente amiga Macky Arenas, los suscribo con tanto dolor como el que sé que ella siente.

ALFREDO CORONIL HARTMANN


ITACA 25 DE AGOSTO DE 2014


Catástrofe de la civilización

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Por Macky Arenas / @MackyArenas
La ONU ha iniciado una importante operación para ayudar a medio millón de desplazados por el avance militar del grupo yihadista Estado Islámico, en el norte de Irak. 

La misma supone acciones de tierra, aire y mar. Todo ello está muy bien pues la situación es desesperada, pero las voces se alzan desde Irak para pedir celeridad en la contención al avance del Estado Islámico. Esa es la verdadera “medida humanitaria” que hace falta.
La Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) que reúne a 178 organizaciones, exigió medidas urgentes por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para proteger a los kurdos yazidíes, en Irak. El Cardenal Fernando Filoni, enviado especial del papa a Irak, y el Patriarca caldeo de Babilonia han pedido liberar las aldeas tomadas por el Estado islámico. Y Johannes Heereman, presidente internacional de la fundación pontificia internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada, subrayó que esta situación “no puede seguir siendo una preocupación únicamente de la iglesia en Irak. No podemos ser testigos mudos de una destrucción que está adquiriendo las dimensiones de una catástrofe de la civilización. Bien se puede hablar de la amenaza de un genocidio. La iglesia puede aliviar el dolor y la necesidad, pero la cuestión de la seguridad y de la defensa, así como el derecho a la vida y a la libertad religiosa, es cuestión de la política”.
La Comisión Permanente del Foro de Laicos de España emitió un comunicado en el que denuncia la persecución que están sufriendo los cristianos en Irak a manos del Estado Islámico y llamaron a la comunidad internacional a tomar medidas antes que sea demasiado tarde. “Denunciamos ante el mundo dicha persecución que se torna más horrorosa al ser hecha en nombre de una religión. Ofrecemos nuestra cercanía, solidaridad y oraciones por esos hermanos que sufren al tener que abandonar su propia patria para no ser masacrados. Condenamos los asesinatos y crímenes que se han realizado. Esto es una grave ofensa a Dios”. El Observador del Vaticano en la ONU, Monseñor Silvano Tomasi, ya había alertado: “Hay que intervenir antes de que sea demasiado tarde”.
“¡Dense prisa!” y “¡No nos dejen solos!” son las peticiones dramáticas que el cardenal Filoni ha recogido entre la población iraquí, cristianos y minoría yazidí, que desde hace semanas están siendo víctimas de una feroz persecución por parte de las milicias fundamentalistas del “Estado islámico”.
Las muertes ya han pasado el número que necesita la comunidad internacional para identificar la amenaza de un genocidio. Ahora hay que preguntarse cuál es la capacidad de aguante del resto del planeta ante la demostración de atrocidad que está ofreciendo al mundo el autodenominado Califato islámico.
En conversación con los periodistas, durante el vuelo de regreso de Corea, el papa Francisco habló sobre la violencia del Isis: “Es lícito detener al agresor injusto. Digo ‘detener’, no bombardear, hacer la guerra…”. Pero sí aludió claramente a la obligación moral de enfrentar a quien siembra muerte y destrucción, mucho más cuando las víctimas son pueblos indefensos. Hizo esta pregunta: “Debemos tener memoria; ¿cuántas veces, bajo este pretexto de detener al agresor injusto, las potencias se han adueñado de los pueblos y han hecho la guerra de conquista?” Y completó con este señalamiento: “Aquí hay hombres y mujeres, minorías religiosas, no son todos cristianos, y todos son iguales frente a Dios. Detener al agresor injusto es un derecho que la humanidad tiene, pero también es un derecho que tiene el agresor de ser detenido, para que no haga mal”. Eso trae a colación la teoría de la “guerra justa”.
Muchos filósofos y teólogos católicos han contribuido a esa teoría a lo largo del tiempo, que no pretende otra cosa sino otorgar fundamentos morales a la guerra y fue creada para dictar el comportamiento que se debía observar en los conflictos cuando esto se volvió moralmente necesario. La teoría de la guerra justa fue prevista como una directiva para entender cuando es moralmente permitido ir a la guerra (guerra justa) y cuando las circunstancias no lo justifican (guerra injusta). Además de Marco Tulio Cicerón, un filósofo romano, Santo Tomás de Aquino, fue de los primeros autores de esta teoría.
Los lineamientos de la guerra justa establecen que la guerra sólo es una opción cuando se han agotado todas las alternativas pacíficas, con lo que se elimina la posibilidad de una guerra impulsiva. Además, la teoría establece los pasos para asegurar que no se ponga en riesgo la vida de los civiles inocentes que no tienen nada que ver con el conflicto.
Las potencias, el resto de Asia y África, Occidente todo, pueden creerse a salvo, pensar que no es su problema. Pronto verán que, hoy por hoy, todo es problema de todos.

Macky Arenas/Globovisión Web

20 de agosto de 2014

"EL PÁEZ BICENTANARIO" por Alfredo Coronil Hartmann












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ForoLibertad

                        El Páez BICENTENARIO

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Por Alfredo Coronil Hartmann
“En tan crítica situación yo no he vacilado, venezolanos, acerca del partido que debo tomar, como Jefe de Estado, mandé cumplir y ejecutar la Constitución del año 1.830; de cumplirla y ejecutarla renové como Presidente Constitucional, ese juramento en 1.831. Mi deber es, pues, sostener este Código y para ello no excusaré sacrificios y comprometeré ni existencia misma. Sí se desea la reforma de la Constitución, ella establece los medios de obtenerla. No es posible tolerar que el grito de doscientos hombres armados, arranque lo que debe solicitarse y conseguirse por las vías pacíficas y propias de un pueblo civilizado, que se ha dado una constitución y tiene leyes. ¡Desgraciada Venezuela! si se reconociese el fatal principio que envuelve el pronunciamiento del día ocho.”

He tomado el largo epígrafe que antecede, de la proclama con la cual, el centauro llanero, respondiera al manifiesto de los reformistas, publicado en Caracas el 9 de julio de 1835, y avalado con la ilustre firma del General Pedro Briceño Méndez. Ese documento es, a mi juicio, de particular importancia para destacar las virtudes republicanas del General Páez, ignoradas con incomprensible ceguera, junto con cualquier otro mérito suyo, distinto al valor que desplegara en la epopeya libertadora. Así el caudillo militar más prestigioso de Venezuela, respondía a sus hermanos de armas y de luchas y se comprometía a restaurar y restauró como Presidente Constitucional, a nuestro primer presidente civil, el ex-rector universitario, José Maria Vargas, en el ejercicio de sus funciones constitucionales. A ese sólo perfil se ha querido limitar por un malentendido bolivarianismo póstumo, miope y anti histórico, al miliar civilista fundador de la República.
 Doscientos años de su nacimiento, no es una mala fecha para iniciar una revisión desprejuiciada del grande hombre, el hombre que encarna lo mejor de la fuerza telúrica de nuestro pueblo, de sus virtudes hoy olvidadas, de sus potencialidades que debemos redescubrir, como premisa indispensable para el hoy y el mañana.
 Mucuritas, Mata de la Miel, Las Queseras del Medio, Vuelvan caras... y aún Carabobo, son espléndidos reflejos de su épica grandeza. Sin embargo palidecen ante la gesta mayor, la más difícil, la del hombre arquitecto de sí mismo, el trabajo constante de un alma superior por vencer sus deficiencias y trocarlas en conocimientos. 

 El Páez republicano, cuya segunda presidencia ha sido considerada, por muchos historiadores, como el mejor gobierno de la Venezuela independiente, estaba lejos, pero muy lejos del peón de hacienda y del guerrillero glorioso, aunque ya en ellos palpitaba el genio de este hombre del pueblo que, como su llano natal, no ponía límites a sus horizontes. El nuevo Páez, sabia varios idiomas, escribía, componía e interpretaba música, cantaba opera, se manejaba con soltura en los mas distinguidos medios internacionales y como si todo ello fuera poco, era un estadista.
Creo que la más hermosa y trascendente herencia del General Páez es esa la lección de hasta dónde pueden la voluntad y la constancia, por encima de las más difíciles circunstancias de la guerra, en medio de un país inundado de sangre y pólvora, conducir a un hombre decidido a hacerse a sí mismo y a marcar la historia de su patria. El Páez de la guerra, recibió de labios de Bolívar: "Tú eres el brazo fuerte de la Patria, tú eres Aquiles. Tu presencia en este campo es la Victoria, es la República”, la definitiva consagración y el más preciado reconocimiento. El hombre que fue Páez espera hoy, doscientos años después de su nacimiento, que Venezuela lo reivindique como ejemplo inmejorable de grandeza en las dificultades, de ciudadano auténticamente esclarecido y de cátedra viviente de que el hombre superior no nace, sino que se hace por su propia voluntad de plenitud.
Hoy saludo a ese hombre, al que desde una mazmorra del castillo de San Antonio en Cumaná, se dirigió al castrado Senado, reunido con prisa y pavor servil, después del bochornoso "fusilamiento del Congreso" el 24 de enero de 1848, en estos términos. En un texto antológico, respondía a la traición, al escarnio, a la ilegalidad con esta frase: “¿Es acaso incompatible la seguridad de un hombre, con lo que se debe a la dignidad del hombre?”.
La lección fue dada, de los venezolanos de hoy y de mañana depende que no queden como frases y hechos para desempolvarse cada doscientos años.
 Existen dos posibles posiciones ante la historia de los pueblos: la de aquellos que se regodean en la contemplación de las llamadas efemérides patrias, como lo han hecho en Venezuela, a lo largo de casi toda su Historia, innumerables intelectuales y gobernantes, y los que entendemos que la exaltación de los episodios heroicos que jalonan nuestra Historia; no debe ser simplemente una pirotecnia verbal de circunstancias, sino un ejercicio de inmersión, por así decirlo, en las profundidades de la historia nacional, para extraer de ellas lo mejor en enseñanza de valores éticos y cívicos que podamos encontrar. Muchos se alarman -y las razones sobran- por las circunstancias que, hoy por hoy, atraviesa el país.
 No resulta ocioso, echar un mirada, sobre las mucho más dramáticas que atravesaron los fundadores de la nacionalidad y como sobreponiéndose a todas ellas, lograron establecer un país, con perfiles propios, con definida personalidad, en el concierto de las naciones y llamado a desempeñar un papel trascendente a la altura del legado imperecedero de esa generación liberadora. 

No obstante es difícil dejar de observar, el contrasentido de una pretendida "revolución popular", que margina, difama y excluye al único verdadero proletario, que había entre las figuras de primera magnitud de la gesta de la Independencia, mientras soba y abusa de la figura de Antonio José de Sucre y Alcalá, heredero del título de Marqués de Preux, por no referirnos al Libertador, descendiente de los representantes del Rey de España (Don Simón de Bolívar, el viejo) considerado el mismo, el hombre mas rico de Venezuela.
La Historia, su conocimiento, su compresión, su interpretación dialéctica, es la base fundamental de toda acción política que aspire a una cierta eficacia y a una inserción real en el curso de la vida de cualquier sociedad organizada. Así mismo la deformación deliberada y sostenida de la misma, como política de Estado, estableciendo la falsificación como instrumento de manipulación perversa de los educandos, es la marca de fábrica de los regímenes totalitarios, especialmente de aquellos que postulan la falacia de "un hombre nuevo", es decir, hecho a la medida, para servir sus apetencias y sus mas abyectos designios. Como lo estamos viviendo hoy en Venezuela.
Un ejemplo palpable de la tesitura humana del prócer llanero, esta viva en las circunstancias que rodearon la última batalla por la independencia, la gesta de los valientes que dominaron el último reducto colonial en Venezuela, entroncándolo como lección histórica con las circunstancias del presente y del porvenir venezolano. Fue un joven, casi un muchacho de apenas treinta y tres años, ya General en Jefe, el centauro llanero José Antonio Páez, el héroe fundamental de esa jornada memorable. Integrante, como toda la generación libertadora, de una hornada de jóvenes, casi adolescentes, que supieron crear, sobre las bases culturales hispanas, a punta de convicción, de esfuerzos y de fe agónica, en su destino y en el destino de su nación, el país en que vivimos y nacimos todos nosotros.
La plaza de Puerto Cabello, según relata el historiador y biógrafo inglés Cunninghame Graham, estaba poderosamente defendida. Su situación natural y sus poderosas fortificaciones la hacían casi inexpugnable, dentro de sus murallas se encontraba lo que quedaba del heroico regimiento de Valencey, cuya retirada hiciera historia en la gesta de la independencia, en Carabobo, y el General Calzada, era hombre resuelto y de mucho carácter, como si fuera poco, surtos en el puerto había dos o tres barcos de guerra, entre ellos la poderosa Corbeta Bailén. La juventud fervorosa que integraba el Ejército Libertador, hizo derroches de valor en el sitio de Puerto Cabello, y el primero en dar el ejemplo fue el General Páez. Testimonios de esa intrepidez temeraria, se encuentran en labios tan insospechables como los del General Hilario López, ex-Presidente de la Nueva Granada, quien señala en sus memorias: “los inauditos esfuerzos del General Páez eran insuficientes para estrechar la plaza o asaltarla. Muchas veces este jefe se precipitaba como despechado a los más inminentes peligros, ya vistiéndose de soldado raso obrando a las órdenes de un cabo sobre las fortificaciones, ya poniéndose su gran uniforme y plantándose cerca de la casa fuerte, sirviendo de blanco por largo tiempo y con la mayor sangre fría a los buenos fusileros que la defendían, ya embarcándose en una pequeña  barca y colocándose en los puntos más peligrosos”.
Igualmente, Francisco de Paula Santander, Vice-presidente de la Gran Colombia, en una carta fechada en Bogotá el 15 de junio de 1822, le decía en tono impositivo: “… Vuelvo a encargar a usted, que no ande exponiéndose innecesariamente a que le den un balazo sin fruto, su vida es preciosa, y por su honor mismo debe evitar exponerla sin una grande y urgente necesidad.., no sea usted loco cuando no hay necesidad; dígolo, porque lo que usted ha hecho en Puerto Cabello son locuras hijas de la temeridad”.
Las largas operaciones militares sobre este puerto, costaron algunas de las más valiosas vidas de la Gran Colombia, entre ellas la del heróico Coronel Juan José Rondón, quien falleció de un balazo recibido en un pie, lo que hiciera que, en el estilo barroco de la prosa de la época, se le comparara con el Aquiles de la Ilíada, quien fuera herido en el talón, al pie de las murallas de Troya. Escapa, como lo dije anteriormente a mi intención, extenderme en una disertación erudita sobre los pormenores de la acción bélica que reseñamos. A lo largo de toda nuestra vida republicana, numerosos historiadores profesionales se han ocupado de ella, me interesa resaltar lo que se infiere como características de la personalidad del venezolano, de este pueblo singular, que se crece en la medida de sus desgracias y que se sobrepone a ellas con una capacidad de sacrificio poco común en la historia, cuando es invocado, requerido, llamado, por hombres de buena fe, de autoridad moral e intelectual y que entienden que el destino colectivo no puede ser hijo de la inspiración providencial de un simple ser humano, sino producto del esfuerzo concatenado de todo un pueblo, dispuesto a superar los obstáculos, los inconvenientes, y hacer los sacrificios necesarios para superarlos.
Sobre este aspecto, existe una carta del general Páez al Brigadier General Francisco de Paula Santander, que resulta particularmente ilustrativa: “Me dice usted que cuando rehusaba tenazmente a aceptar la vice-presidencia y se quejaba de su suerte, era porque se le presentaba en Venezuela un país asolado por la guerra, escaso de recursos, habitado por gentes de un carácter raro, con altos representantes acostumbrados a obrar por sí, con llaneros descontentos, y que desesperaba que pudiera remediar tantos males” . Si yo hubiese estado en ese tiempo con usted, me hubiera tomado la libertad de asegurarle que “el raro carácter de los venezolanos”  iba a ser “la fuente fecunda de la cual brotarían muchos bienes: el genio inquieto y resuelto de los venezolanos está, a mi parecer, acompañado de mucho buen juicio: esto me obliga a creerlo el progreso que he observado en la revolución: y han sacrificado para este objeto, parte por su voluntad y parte por la fuerza, su comodidad, sus propiedades y aun el amor a su familia… los demás generales habrán mandado y estarán mandando ejércitos desprovistos, yo también los he mandado desnudos; y creo que ningún, soldado haya padecido tanto como los de Venezuela, porque habiendo estado constantemente en guerra, el país está destruido y no hay ningunos recursos. Si yo he expuesto a usted esto con algún calor, ha sido sólo con el deseo de que se alivien sus privaciones, sin que por eso deje de hacer, como lo continuaré haciendo cuanto esté de mi parte tanto para contentarlos extraordinariamente, como para consolarlos y aliviarles sus fatigas… del  “carácter raro” de los venezolanos o de la ingenuidad que me es peculiar sale cuanto voy a decirle. Yo no he hecho ningún sacrificio por mi patria, y la patria ha hecho mil sacrificios por mi; yo he sido uno de los altos representantes acostumbrados a obrar por sí.”
Algunos comentaristas y hombres públicos venezolanos de nuestros días, apuntan, con pesimismo injustificado, que estas cualidades tan gráficamente señaladas por Páez y que forman parte del alma nacional, no las encontramos en nuestros compatriotas de hoy en día. Yo pienso exactamente todo lo contrario, si no hubiese tenido una fe profunda, raigal, en las reservas morales, en la capacidad de sacrificio y de comprensión de mi gente, no hubiera asumido, cuando apenas había traspasado la adolescencia el compromiso político.
Ni lo hubieran hecho todos los que antes de mi y en los duros días de hoy, se juegan la vida y sacrifican comodidades y posibilidades de realización personal, en la lucha por la causa popular, como lo hemos sabido hacer, a lo largo de toda nuestra historia republicana.
Cuando Antonio Guzmán-Blanco, el “autócrata civilizador”, como lo llaman algunos autores, señalaba -repitiendo la vieja expresión- que Venezuela era como un cuero seco, que cuando uno lo pisaba por una punta se levantaba por la otra- estaba, aunque con despecho, reconociendo la capacidad de rebeldía, la fe combatiente, las reservas cívicas de una nación que no es capaz de entregarse sino por convencimiento, y nunca por el atropello de la fuerza no acompañada de la razón.

 Y esa fe, fue la que llevó a la generación de 1928 a enfrentarse con la dictadura fosilizada de Juan Vicente Gómez. Y a la de 1958 a derrocar al "estratega virgen" recamado de medallas y millones, que fue Marcos Pérez Jimenez. Es una larga y única pasión de libertad y de búsqueda de una vida democrática y pluralista, la que se hizo presente en la generación libertadora y en todos quienes han consagrado su vida a la lucha por los mejores valores de nuestro pueblo.

La hazaña de Puerto Cabello, es una más, que ilustra, patéticamente, de lo que es capaz un pueblo resuelto a conquistar sus derechos y sus libertades. Cuatro horas pasaron los héroes de esa jornada, metidos hasta el cuello en el manglar, desnudos, apenas llevando sus armas sobre sus cabezas, caminando sobre el fango, al favor de la noche, y comenta el jefe de esa heroica jornada que, pasaron tan cerca de la batería de La Princesa, que podían oír a los centinelas que comentaban ingenuamente la gran acumulación y movimiento de peces que aquella noche mantenía las aguas tan agitadas. Esa agitación de peces, ese cardumen que sorprendió la vigilancia de los avezados centinelas españoles, es el mismo desvelo que puede agitarse en el fondo del alma popular, civil y militar, si ve su libertad acechada, bien por los tradicionales añorantes de los despotismos del pasado, como por aquellos que pretendan arrastrar a un pueblo libertario en aras de un nuevo mesianismo anti histórico, de un culto a la personalidad sin contenido ideológico, que vendría a sepultar, con tanta eficacia, como los grillos de Juan Vicente Gómez, las aspiraciones de nuevos horizontes de la juventud de nuestros días.
El pueblo venezolano, ese “carácter raro” del que hablaba Santander y que defendía Páez, es profundamente sabio y sabe, que los que se pretenden hombres providenciales, no resuelven nada, que el providencialismo como fórmula en política, no es sino la máscara de una vocación opresiva, de un pretendido “destino manifiesto” que no funciona sino a expensas de la pluralidad y del respeto a las opiniones ajenas, a los mejores intereses del país. 
Rafael María Baralt, nuestro gran historiador, después de referirse a los hechos de esa jornada, termina con éstas palabras: “Así sucumbió Puerto Cabello, último recinto que abrigaba todavía las armas españolas en el vasto territorio, comprendido entre el río de Guayaquil y el magnífico Delta del Orinoco. Aquí concluye la Guerra de la Independencia. En adelante, no se emplearán las armas de la República, sino contra guerrillas de forajidos ... o en auxiliar mas allá de sus confines a pueblos hermanos en la conquista de sus derechos”. Trágicamente los últimos tres lustros marcan el retroceso y la traición de esos principios fundacionales.
Echando una mirada retrospectiva desde esta Venezuela del 2014, ya en el siglo XXI, y pensando en las durísimas pruebas por las que ha tenido que pasar nuestro pueblo, a lo largo de una historia accidentada, dramática, llena de vicisitudes y de dolores colectivos, resultaría un imperdonable acto de descreimiento y de falta de fe en sus potencialidades, el creer que las circunstancias negativas a las que nos enfrentamos, puedan hacer sucumbir nuestra fe y nuestra capacidad para afrontarlas y para vencerlas,
Venezuela formó , en su etapa democrática, cuadros profesionales y técnicos de primer  orden, que estamos obligados a aconsejar y a proteger, una  juventud, capacitada y ansiosa de rendir labor provechosa y constructiva. Encauzarla, impedir que se frustren sus potencialidades y por el contrario utilizarlas al máximo es el gran reto que se nos plantea, es la tarea de los hombres de nuestro tiempo, así tuviera que ser la lucha con las armas en la mano, frente al opresor extranjero, en incalificable contubernio con el déspota criollo, aupando el intervencionismo de otros países. Ese reto estamos dispuestos a aceptarlo con el  convencimiento profundo y cabal de que los venezolanos poseen las credenciales, la capacidad y el espíritu de sacrificio necesarios y, sobre todo, de que tenemos la disposición de sumar las mejores voluntades, las mejores capacidades, los mejores individuos del país, en esa tarea colectiva, porque no nos creemos hombres providenciales, modernos mesías iluminados de una luz extra terrena, sino que entendemos, como lo entendieron los forjadores de la nacionalidad y los luchadores sociales de toda nuestra historia, que sólo la suma de lo mejor y más auténtico del alma nacional, puede dar resultados concretos y esperanzadores en momentos como el que vivimos.
Venezuela hoy, como ayer en el Puerto Cabello de 1823, como en la Sabana de Carabobo o como en el Altiplano boliviano, tiene que potencializar el esfuerzo de todo su pueblo, y de que lo logremos, sin caudillismos de nuevo cuño, sin retrocesos institucionales impensables e inaceptables, convocando a esas nuevas hornadas de venezolanos que aún no han tenido la oportunidad de dirigir el país, en ello está la seguridad del triunfo, un triunfo que no se medirá en laureles militares, sino en el afianzamiento real y permanente e indestructible de una nueva independencia, la independencia que se deriva de abastecernos en lo fundamental, de generar divisas con que importar aquello que económicamente no podamos producir en condiciones competitivas y racionales, y que utilicemos, con criterio de escasez y no con escasez de criterio, las divisas todavía importantes que nos produce la industria petrolera y petroquímica en un desarrollo armónico, integral y auténtico de nuestra potencialidad productiva. Pero mas importante que todo ello en que seamos los venezolanos los arquitectos y constructores de nuestro propio destino, creando los medios y las formas que se adapten a nuestras necesidades y gustos, sin que nadie nos imponga recetas ajenas inaceptables.

17 de agosto de 2014

"El Tigre" por Alfredo Coronil Hartmann, Gentiuno Portal Web, 16 de agosto de 2014

Desde niño, mi abuelo materno me hablaba de Georges Clemenceau, actitud mas que explicable en un hijo de lorenés, en la medida en que fui creciendo, mi insaciable curiosidad me llevó a buscar cuanta biografía encontré de él, me he leído mas de una docena, incluida la novela que le inspirara al gran escritor belga Georges Simenón, "El Presidente" interpretada en el cine por Jean Gabin. De las biografías conservaba diez, pero una quedó en manos de un gran amor, y otra me la "decomisó" mi querido amigo Eduardo Fernandez, "El último zarpazo del Tigre" de la ministro Para la Mujer de Chirac y de Cultura de Raymond Barre, Francoise Giroud, nacida en Suiza e hija de padre y madre turcos, su apellido original era Gourdji, vice-presidente de los dos partidos políticos que lideró el Tigre, el Radical y el Radical Socialista. De las obras del propio Clemenceau, tengo -varias veces releído- su ensayo biográfico "Demóstenes" que es casi un autorretrato del Tigre. Y estoy en agónica búsqueda de su libro póstumo "Grandezas y miserias de una victoria".

ALFREDO CORONIL HARTMANN
ITACA 17 DE AGOSTO DE 2014.




De: Gentiuno Portal Web <gentiunoenvios@gmail.com>
Fecha: 16 de agosto de 2014, 16:13
Asunto: Alfredo Coronil Hartmann titula ¡El Tigre!
Para:


Alfredo Coronil Hartmann titula ¡El Tigre!

16 de agosto de 2014
Georges Clemenceau Portada
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“Es preciso saber lo que se quiere; cuando se quiere, hay que tener el valor de decirlo, y cuando se dice, es menester tener el coraje de realizarlo”
Georges Clemenceau
Georges Clemenceau

Georges Clemenceau niñoEl 28 de setiembre en 1841, nació ese prodigio de contradicciones, de pasiones, ese huracán centelleante que fue Georges Clemenceau: polemista insuperable, periodista a tiempo integral, vigoroso escritor, sátiro persistente, orador legendario, médico en sus ratos de ocio, amante del arte y amigo de los artistas, tierno e implacable, leal y feroz en la persecución de los desleales. Este hombre que ha podido tener como epígrafe de su vida, una frase suya, que retrata de cuerpo entero, a ese prodigio de vitalidad sorprendente: “La acción es a la vez el principio, el medio y el fin”.
Torbellino humano, fue inmejorablemente descrito por Anatole France: “Su espíritu es adaptable y polifacético, su carácter vivo y agresivo. . . No tiene igual en cuanto al talento y la energía. Inmutable en sus principios, él se muestra en su aplicación de una agilidad desconcertante. La unidad profunda de su espíritu está llena de contrastes aparentes. Liberal de nacimiento… El es, de carácter y de alma, un hombre de autoridad. . . Es terrible y encantador, atrae y aterra”. Todo esto y muchas otras cosas podríamos decir de este personaje, sin ánimo de pretender hacer de este trabajo un ensayo biográfico, en el 173 aniversario de su nacimiento y el centenario de “La Gran Guerra”, de la cual emergió titulado universalmente: El Padre de la Victoria.
Georges Clemenceau 2La contradicción profunda de este revolucionario convertido en autócrata, de este ateo anti-clerical que salvó a su país y lo rescató del abismo, de la inminente derrota para proyectarlo en una hora crucial de su historia, podría retrotraerse hasta sus orígenes aristocráticos -había nacido en efecto, en la residencia patricia de una familia acomodada: el Chateaux de L´Aubraie, con puente levadizo y todo- que, más de una vez, le fueron reprochados ( todavía en 1967, que lo visité, era propiedad  de Georges Clemenceau, su nieto), el Tigre no dejaba de precisar que el chateaux no había sido obsequio de nadie, ni provenía de los "Bienes Nacionales" sino que había sido adquirido legítimamente. No obstante ser él, el primero en ironizar sobre los pujos nobiliarios de su familia, socialistas y comunistas no dejaban de señalarlo como un estigma. Su padre, el Doctor Benjamín Clemenceau, médico como él, dado que, el segundo de sus hijos varones mostrase más inclinación por la sociedad lugareña y la prosapia, cuando algún visitante le preguntaba por su hijo, respondía, preguntando a su vez ¿ Cual el marqués o el sans-culotte?

 Cada vez que sus tías y hermanas sacaban a relucir las armas, otorgadas, por Luis XIII, en 1623, cortaba la conversación con su brusquedad habitual: “Y, todo el mundo, no desciende de Adán y Eva” , o aún con más énfasis añadía: “ ¿ Las viejas familias?, qué divertido, ¿es que todas las familias no tienen la misma edad?” Habría que añadir que ni el Tigre, ni ningún Clemanceau usó jamás el señorial escudo.


Eugenio Lautier, entre otros muchos, lo apostrofaba de aristócrata, Jean Martet decía descubrir al gentil-hombre en sus hábitos, sus reacciones, sus maneras, su cuidado en el vestir”. Quizá por ello, durante los cuatro años de su residencia en los Estado Unidos 1865-1869, después de intentar abrir un consultorio médico en Nueva York, se inclinó mas bien por dictar clases en un “Colegio para Señoritas”, ubicado en Stamford, Conneticut, lo que hoy sería un finishing school. Enseñará Historia y Literatura y poco después añadirá equitación, lo que aumentará su prestigio entre sus alumnas, que ya estaban seducidas por su elegancia y su prestancia, se casó con una de ellas, Mary Plummer, la madre de sus hijos, sin ceremonia religiosa, lo que le costó la perdida de la dote. Con este perfil no es de extrañar que algunos biografos lo calificaran de dandy republicano. 

La verdad es que, el temperamento, esa agresividad que le valió el sobrenombre que utilizamos de título, el gusto por los duelos, su cruel ironía, el desprecio que era capaz de reflejar, su insolencia, su actitud frente a las mujeres que protegía y codiciaba activamente, encajan en el arquetipo de un personaje de Alejandro Dumas, sin embargo, al lado de todas estas características hay un sincero amor por el pueblo, su actitud casi tierna frente a los soldados en el frente, alguna vez con los obreros, si volteamos hacia la Historia esto es menos raro de lo que parece a simple vista, muchos príncipes fueron héroes populares. 

Recibió una educación rabiosamente republicana, en una casa llena de retratos de Robespierre, de Saint-Just, de Marat, esa enseñanza jacobina le fue inculcada, pero en su carácter afloraba el orgullo, los desplantes, el garbo –podríamos decir- del aristócrata.

Georges Clemenceau y MonetSu amistad íntima con Claude Monet, le valió al Estado Francés, la donación , por ese gigante de la pintura, de sus famosas “Ninfeas” o “Nenúfares”. Eduard Manet dejó varios retratos suyos, Auguste Rodin lo inmortlizó en bronce. Se cuenta que el gran escultor, perfeccionista y exigente con su obra, hizo innumerables proyectos, yesos y terracotas de Clemenceau, era alucinante, un gran busto colocado delante de una ventana impactaba sobre los demás, exudaba autoridad, energía, agresividad, era el de un JEFE, de un ser ya legendario, Rodín exclamó, contemplado su propio trabajo ” ¡Demonios! Clemenceau, es Tamerlán, es Gengis Khan!”. 

Además de perseguir a las bailarinas, frecuentaba L´Opera por amor a la música, el mundo del arte y la literatura era el “anti-stress” del gran combatiente.

Su odio por la injusticia lo convirtió en punta de lanza para la reivindicación del capitán -de origen judío- Alfred Dreyfus, por cuya causa hizo una verdadera campaña, y es suyo el título de famoso escrito que, Emile Zola le llevara a la dirección de “L´Aurore” y que había encabezado: “Carta Abierta al Presidente de la República” el Tigre, en presencia de Zola, lo tachó y puso: “J´accuse”.

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En cuanto a las mujeres era, como dirían las feministas de hoy, un machista empedernido. No obstante, las protegió, procuró impulsar una legislación que mejorara su estatus jurídico, aunque las consideraba en algunos aspectos inferiores. Era un animal de sangre caliente, no menospreciaba a las costurerillas de París, a las condesas, cortejaba a las bailarinas de L´Opera, no desdeñaba ni a algunas señoras dedicadas a recorrer las aceras. 


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El placer, sin embargo, jamás lo apartó de lo que realmente importaba, irónico, cínico, llegó a decir: “el mejor momento del amor es cuando uno sube por la escalera”. Sin embargo, era capaz de amar profundamente, dedicó siete años de su vida, ya en el umbral de los 90 años, a una hermosa relación con una joven dama, casada, Marguerite Baldensperger y hay un volumen entero – “Lettres à une amie” 1923-1929- que recoge la correspondencia amorosa, no precisamente platónica, de el Padre de la Victoria, en esa correspondencia hay este hermosísimo comentario: “Pon tu mano entre las mías, así yo te ayudaré a vivir y tú me ayudarás a morir. Ese será nuestro pacto. Besémonos”. 


Georges Clemenceau 5Se cuenta que cuando se vio obligado a extirparse la próstata, ya en edad avanzada, a los pocos días de ser dado de alta, afirmó: “he descubierto que hay dos cosas completamente inútiles: la próstata y la presidencia de la República”. Toda su vida es una paradoja.

Siendo ministro del Interior, insultó, en forma tan violenta, a un prefecto de policía, que el pobre hombre al salir de su despacho sufrió un desmayo, a las voces de los porteros, que gritaban ¡un médico, un médico! Clemenceau se abotonó la chaqueta y salió a prestarle sus servicios profesionales a aquel que acababa de caer fulminado por la agresividad de su verbo.

Como suele ocurrir, con este tipo de personajes, fue la prensa “enemiga”, la alemana, una de las más elogiosas y admirativas en relación a su personalidad -también la norteamericana-, y sus sentimientos mismos frente a la gran nación germánica eran ambivalentes.

El káiser Guillermo II escribió, cuando se enteró de que Clemenceau había formado gobierno: “Ahora los franceses tienen también un jefe de Estado impulsivo y un jefe con temperamento. Eso es lo que me han reprochado a mi toda la vida”.

En fecha mucho más reciente, durante la ocupación de París, en la Segunda Guerra Mundial, el modesto museo de la calle Franklin, recibió la visita del Mariscal Otto Von Stülpnagel, Jefe de las Fuerzas Alemanas, acompañado de su Estado Mayor, el pequeño templo estaba a cargo del viejo sirviente de Clemenceau, Albert (desde que falleciera en 1936 su fiel y devota enamorada, la señora Baldensperger, ella lo había fundado y se consagró a cuidarlo, hasta terminar de recopilar y seleccionar la última de las seiscientas setenta y ocho cartas de ese amor compartido, hasta ir a encontrarse con él, en “el reposo del ya no ser” según palabras del propio Tigre) el Mariscal le preguntó a boca de jarro: Albert, usted tiene que saber muchas cosas interesantes, podría decirnos ¿por qué el presidente Clemenceau nos odiaba tanto?, después de un natural titubeo, y ante la reiterada insistencia del visitante, Albert respondió: él siempre me dijo que “reconocía en el pueblo alemán virtudes mayores, como el coraje y la disciplina”, ¿y entonces? “pero para su propia desgracia -continuó a duras penas Albert- … y la de los otros, ellos escogerán siempre a dirigentes con los que nadie podrá entenderse”, ¿realmente dijo eso? ¡Sí Mariscal!, a lo que, Von Stülpnagel -añadió- “en realidad nada ha cambiado, ¿no es cierto?”, y volteándose hacia sus oficiales les dijo: “vean alrededor de ustedes señores, este cuadro de vida, Clemenceau ha sido uno de los más grandes hombres de Estado del mundo, esta simplicidad es una lección de modestia para algunos ¿no es cierto?’.

Georges Clemenceau 3El propio Clemenceau, con el humor ácido que lo caracterizaba, y en la oportunidad de estar pasando una temporada, tomando baños de aguas medicinales en Carlsbad -Alemania-, fue abordado por una campesina que, viéndolo con curiosidad, le preguntó: ¿No es cierto señor, que usted es Bismarck?… Casi, le respondió el Tigre…

Durante muy largos años, sus relaciones con su enfermera Sor Theoneste, constituyeron un largo “duelo” verbal sobre todos los temas, en el cual la dulce y santa hermana, terminaba obligándolo a cuidarse. En una ocasión Le Tigre se levantó con 2 pies izquierdos, mas insoportable que de costumbre, y la monjita le preguntó ¿ que desayuno Ud. hoy? que está peor que nunca, el presidente le respondió ¡ Comí cura !

Decidió no reposar, ni muerto, y exigió que se le enterrase de pie, en una tumba sin lápida; “no quiero palabras edulcoradas, alabanzas, panegíricos, yo viví, yo dije, es suficiente”, apenas una verja de hierro alrededor, al lado de la sepultura de su padre, en tierras de su familia, en esa Vendée natal tan fiera como él mismo. Dentro de su sarcófago, el bastón de hierro con el cual recorría las trincheras y un arrugado bouquet de muguets que le había regalado un soldado en el frente, ese fue su “equipaje”.

Muchos hombres hemos ido a pagar tributo de veneración ante el gran ciudadano, entre ellos dos grandes luchadores, Winston Churchill, paso dos largas y silenciosas horas y Charles De Gaulle, católico practicante y patriota que supo salvarle la cara a Francia en la tragedia de la Segunda Guerra Mundial.

De Gaulle tumba ClemenceauLa fotografía de De Gaulle, solo, contrito, ante la pequeña verja de hierro que rodea al indomable Tigre, el 12 de mayo de 1946, no necesita leyenda, sin embargo, él había dicho, con anterioridad: “En el fondo de su tumba vendeana, hoy 11 de noviembre, Clemenceau, usted no está dormido” *
*”Au fond de votre tombe vendéenne, aujord´hui 11 novembre, Clemenceau, vous ne dormez pas”



Alfredo Coronil
Alfredo Coronil Hartmann

Abogado, internacionalista y político venezolano
 acoronil2@gmail.com