8 de febrero de 2016

"NECROFILIA IDEOLÓGICA" por Moisés Naím, lapatilla y respuesta de Luis José Uzcátegui, INFOBAE http://www.infobae.media/2016/02/08/1788564-necrofilia-ideologica-osada-improvisacion

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Moisés Naím: ¿Qué es la 

necrofilia ideológica?

on febrero 7, 2016 6:12 am .

Publicado en: Opinión
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Todos conocemos a alguien así. Una amiga que, una y otra vez, se enamora de 
hombres que la maltratan. O el talentoso colega que salta de un empleo a otro porque 
no logra controlar su propensión a insultar al jefe.
Sigmund Freud llamó esto la compulsión a la repetición: volver a hacer lo que ya se 
hizo y que se sabe que da malos resultados.
Pero esto no solo le pasa a los individuos. También le sucede a grupos políticos y 
hasta a naciones enteras, que se entusiasman con líderes cuyas propuestas ya han 
sido probadas y siempre han terminado mal. La sorpresa es que estas malas ideas, 
que deberían estar muertas y enterradas, suelen reaparecer periódicamente.
Hace años llamé a este fenómeno necrofilia ideológica: “La necrofilia es la atracción
sexual por cadáveres. La necrofilia ideológica es el amor ciego por ideas muertas. 
Resulta que esta patología es más común en su vertiente política que en la sexual. 
Encienda su televisión esta noche y le apuesto que verá a algún político 
apasionadamente enamorado de ideas que ya han sido probadas y han fracasado. O 
defendiendo creencias cuya falsedad ha quedado demostrada con evidencias 
incontrovertibles”.
El maoísmo es un buen ejemplo de esto. Esta doctrina le costó la vida a más de 55 
millones de chinos. En 1981 el Partido Comunista Chino emitió su diagnóstico final 
sobre la gestión de Mao: “Cometió errores de enorme magnitud y larga duración […],
 y lejos de hacer un análisis acertado de muchos problemas, confundió lo correcto con
 lo incorrecto y al pueblo con el enemigo. En esto se centra su tragedia”. Uno pensaría 
que esta conclusión debería ser suficiente para que las ideas de Mao se quedaran sin 
seguidores. Y estaría cometiendo un error: en un sorprendente número de países aún 
hay agrupaciones políticas que con gran entusiasmo se definen como maoístas.
El peronismo es otro ejemplo de necrofilia ideológica. Argentina es el único país que, 
habiendo alcanzado niveles de vida equivalentes a los de países desarrollados, se las 
arregló para subdesarrollarse. En esa involución tuvo mucho que ver el prolongado 
entusiasmo nacional por el peronismo en sus diferentes corrientes y momentos. El
presidente Juan Domingo Perón fue un virtuoso del populismo que tan común se ha 
hecho en América Latina y más allá. Prometer lo que de antemano se sabe que no se 
podrá cumplir o distribuir lo que no hay o despilfarrar ahora lo que se necesitará más 
adelante son algunas de las características del populismo. Hugo Chávez es el mejor 
ejemplo de esto en el siglo XXI.
Todos los políticos, en todas partes, prometen lo que saben que la gente quiere oír. 
Es lo normal. Pero los populistas van mucho más allá.
Donald Trump, por ejemplo, nos ha dado extraordinarias muestras de populismo 
turbocargado. Extraditar a 11 millones de latinos de EE UU, construir un muro con 
México o prohibir la inmigración de musulmanes son algunas de sus propuestas. 
¿Verdad que suenan tenebrosamente conocidas? Y no solo no van a funcionar, sino 
que son imposibles de llevar a cabo, aun cuando Donald Trump ganara las elecciones,
 cosa que no va a pasar. Pero eso no importa. Esas pueden ser ideas muertas y sin 
futuro pero, para los seguidores de Trump, son las razones que justifican su entusiasta
 apoyo.
Otro ejemplo nos lo da Ted Cruz, el vencedor de las recientes elecciones primarias del
 Partido Republicano en Iowa y quien claramente padece de necrofilia ideológica. 
Según Cruz, la manera de acabar con el Estado Islámico es a través del 
carpet-bombing, el bombardeo hasta la saturación de una vasta zona de Siria donde 
opera el ISIS. Cruz ignora convenientemente el hecho
 de que las proclamas del ISIS —y sus adeptos— están floreciendo en Europa, EE UU
 y Asia, y que hoy el ISIS es más una idea que una organización. A Ted Cruz tampoco
 parece importarle que el uso de la “solución” militar en Vietnam, Afganistán, Irak y Libia
no haya ayudado mucho a la seguridad de su país o a la estabilidad del mundo.
El punto es que la necrofilia ideológica aparece en todas las corrientes: en la derecha, 
la izquierda, los verdes, los secesionistas, los nacionalistas, los defensores del libre 
mercado, los promotores de más Estado, los partidarios de la austeridad económica y
sus detractores.
En un mundo tan conectado, informado y donde con solo teclear breves frases en un 
ordenador se puede llegar a saber todo sobre los efectos de una propuesta económica
o política cuando ha sido puesta en práctica, sorprende que la necrofilia ideológica sea
 aún tan común.
Las razones para la persistencia de las malas ideas son muchas, pero quizás la más 
importante es la necesidad que tiene una sociedad de creer en un líder cuando hay
tantos cambios, ansiedad e incertidumbre. Y la disposición de los demagogos a
 prometer cualquier cosa con tal de obtener y retener el poder.
En la terrible frase del ensayista H. L. Mencken: “El demagogo es quien predica 
doctrinas que sabe que son falsas a personas que sabe que son idiotas”.
Sigamos la conversación en Twitter;
@moisesnaim
Luis José Uzcátegui
El prestigioso médico psiquiatra y antropólogo venezolano responde
 a una columna escrita por Moisés Naím en la cual se refiere a los 
populismos regionales
Hace pocos días fue publicado en medios internacionales y nacionales un artículo de Moisés Naím titulado: ¿Qué es la necrofilia ideológica?, concepto que se sustenta -según el autor- en lo que Sigmund Freud llamó "Compulsión a la repetición: volver a hacer lo que ya se hizo y que se sabe que da malos resultados".
La compulsión a la repetición es un proceso incoercible e inconsciente, es decir imposible de controlar por el sujeto ni factible de interpretarlo de forma consciente. Por lo tanto los líderes catalogados de practicar la "Necrofilia ideológica" -dentro de los cuales se deben incluir aFidel Castro y su hermano Raúlestán totalmente convencidos que lo que hacen es lo mejor y por lo tanto que los resultados de sus acciones son excepcionales. Nunca creen que tendrán malos resultados e inclusive mueren sin aceptar la fatalidad de haber sido dueños y artífices de la desgracia.
Otro elemento básico para entender la compulsión a la repetición es la participación de la memoria. Explica el cómo y porqué el humano se sitúa en experiencias pasadas atroces, pero no recuerda el significado de ellas, por el contrario, tiene la impresión muy viva de que se trata de algo inédito, oportuno y motivado por la situación actual.
¡Y ese interesante enfoque freudiano de los principios de placer y realidad!
Para los personajes que se mantienen en la dinámica psicológica de la compulsión a la repetición lo que los mueve es el principio de placer, no el de realidad; para ellos es un gran placer repetir sus actos, no importa que destrocen a millones de humanos. Termina Naínsu artículo con la terrible frase del ensayista H. L. Mencken: "El demagogo es quien predica doctrinas que sabe que son falsas a personas que sabe que son idiotas". Sin duda queMencken no se refería a políticos ensartado en la compulsión a la repetición pues estos creen que todo lo que piensan y hacen es verdadero. Cuando un individuo "vuelve a hacer lo que ya hizo a pesar que sabe que da malos resultados", si lo sabe, la mente de este político puede estar más en la onda de las funciones y rasgos de la personalidad antisocial situacional.
Pero hay algo más. ¡Algo más delicado! Si la interpretación de compulsión a la repetición se ajusta o no a los criterios científicos, ¡bueno...! Lo más delicado es cuando esta interpretación "particular" de compulsión a la repetición o "necrofilia ideológica" se transmuta al comportamiento de los pueblos. A estos pueblos se les configura un halo de patología social que no tienen, se les estigmatizan como grupos tercos y necios que repiten y repiten estupideces, y se convierte en tinieblas el funcionamiento de la mente de millones de seres a pesar que gracias a la neurociencia y trabajos como los del Premio Nobel Daniel Kahneman profesor en la universidad de Princeton son muchas las luces que hoy están encendidas.
* El autor es médico psiquiatra y antropólogo venezolano

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