28 de febrero de 2016

ELOGIO DE LA OFENSA.... por: Rafael Muci-Mendoza, EL UNI-PERSONAL / pararescatarelporvenir.blogspot.com 27 de febrero de 2016




Elogio de la ofensa…




Ofensa hace a los buenos el que a los malos perdona
Séneca


por: Rafael Muci-Mendoza

Casi siempre ofender suele ser sinónimo de insultar, y suele utilizarse con esa intención con el propósito de humillar. Es una práctica que en general provoca rechazo muy especialmente cuando proviene de un sujeto prevalido de poder o amparado en la fuerza que se dirige a quien no puede defenderse. Si bien es cierto que a veces no es fácil determinar si una frase o una palabra se deben entender o no como un insulto, dependerá de la persona que insulta, especialmente si es pública o detenta alguna significación social. Dependiendo de la gravedad de la ofensa, el insulto puede responder a tres categorías o grados. El primero, la insolencia, que es cuando se pierde el respeto bien de palabra o de obra, pero también con el gesto o con la mirada. Luego le sigue el improperio que es injuriar de palabra, sobre todo si se quiere echar en cara algo a alguien. Y finalmente el ultraje que es ofender la dignidad o el honor, situación donde claramente se echa mano al maltrato o al desprecio.
Chávez fue un artista del escarnio; como primera forma de fomentar la lucha de clases siempre utilizó el lenguaje en forma peyorativa para referirse a quienes  le adversábamos; en muchos casos, sintiéndose dueño de la vida y la muerte, pero al mismo tiempo se mofaba de esos homúnculos que fueron sus más cercanos colaboradores, asistentes, jalabolas y el pueblo-pueblo al que trataba como perraje. El rival, es decir nosotros, trocado en enemigo, lejos de rechazar el uso de términos como ¨escuálido, perros, sucios, golpistas, estúpidos, narcotraficantes, analfabetos, pelucones, mafiosos o pitiyankis¨, los aceptaba y se identificaba con sus motes, así que con su proceder pasaba a ser lo que el término implicaba. Su envidia trocada en odio e incontenible frenesí por ser ¨eso que era¨ y estar condenado irremisiblemente a no ser ¨otra cosa más que eso¨, pues comprendía que era un ignorante delirante, se acompañaba como parte de su hacer, del esmerado manejo de la humillación, esa acción que hace daño, que duele, que denigra de la dignidad humana, y… ¡mire en qué forma más indigna lo mataron en Cuba contando con la connivencia familiar!, y todavía, sólo ellos saben lo que allá pasó, ¡ya no les era más necesario a los Castro –nuevos dueños de Pdvsa-, era simplemente un bagazo humano; de modo que un manto de opacidad cubrió sus últimos días y aún cubre la triste realidad! Así paga el diablo a quien bien le sirve...


El socialismo del siglo XXI ha sido una germanía, que además de caracterizarse por ser una junta de rufianes, criminales, narcotraficantes y pranes, es la lengua, o mejor aún, la jerga o jerigonza que hablan los maleantes, rufianes, pícaros, hampones y delincuentes en general, tanto en su "vida libre" como en la cárcel. La pervivencia de este lenguaje alcanza hasta nuestros días, lo cual resulta comprensible: siempre que haya marginalidad habrá un código cifrado, peor aún si se le adereza de maldad. Chávez, Maduro y Co. son unos marginales y la crueldad que expresan en sus palabras nunca han tenido continencia ni límites cuando se trata de emplear vocablos de los muy bajos fondos, rufianescos o de germanía empleando una jerga copia al carbón del lenguaje de Fidel y su designación de ¨gusanos, lacayos, entreguistas¨, verdaderas cuchilladas verbales a todo el que le adversaba, a todo el que se convertía en un enemigo al que debía hacer desaparecer.
Repetidamente espetó al cardenal Rosalio Castillo Lara palabras como: “fariseo, hipócrita, bandido, diablo, miasma, alcahueta, golpista e inmoral, burgués de orilla, pitiyanqui de pacotilla; y luego, con motivo de su fallecimiento pronunció esta nauseabunda frase: "Me alegra que haya muerto ese demonio vestido de sotana, ojalá se esté pudriendo en el infierno como se merece, sé que se retorcerá eternamente viendo avanzar la revolución" y en el video del Programa de La Hojilla del Miércoles 17 de Octubre de 2007 en el que la basura comunicacional Mario Silva comentó con cinismo burlesco el fallecimiento de su eminencia. Pues bien, el cardenal debe estar presenciando con socarrona sonrisa los últimos estertores del esperpéntico socialismo del siglo XXI y su matarife, el infeliz de Maduro… A la muerte del expresidente Carlos Andrés Pérez, se hizo patente su falta de misericordia para con su familia –a quien intento eliminar en su asalto a La Casona- al eructar un flato oral: "Yo no pateo perro muerto... no habrá luto nacional porque hoy murió un corrupto, un dictador". El tiempo ha visto esfumarse esa figura de estadista inventada por sí mismo, devenido en dictador y mantenida al amparo de la criminalidad que forjó y le rodeaba. Y cuando ocurrió aquella matanza de los hermanos Faddoul -John Bryan, Jason y Keivin-, dijo a su madre en un alarde de vulgaridad, falta de empatía y misericordia: "Deje de lloriquear, deje que esos muchachos descansen en paz…". Cuando perdió el referendo, en su iracundia nos dijo por el canal VTV, canal de todos los venezolanos, a más del 50 % de los venezolanos que habíamos votado en su contra, ¨¡Mierda, mierda, - hizo una pausa, se chupo el diente- y prosiguió: son todos unas mierdas...¨. Pasada la tragedia de la refinería de Amuay en el Estado Falcón, el 25 de agosto de 2012 donde ocurrieron incontables daños materiales, fallecieron 42 personas, quedaron heridas 120 algunas con quemaduras desfigurantes anticipatorias de demasiado sufrimiento, en alarde de frialdad de corazón y vulnerando la máxima de Terencio de no ser ajeno a nada de lo humano, dijo: "El show debe continuar...". Pero los que estaban a su lado en rastrera imitación del monstruo, no se quedaron atrás; el ministro de comunicación Izarra anticipándose al asesinato de FranKlin Brito, expeliendo un vaho maloliente dijo, ¨Franklin Brito huele a formol…¨.¨Si sigues mamando gallo, te voy a quitar todita la Polar, Mendoza” dijo prepotente Maduro.
El conde de Villamediana (1582-1622), maestro de la sátira, escogió como una de sus víctimas, al caballero Rodrigo de Tapia, consultor de la Inquisición, enviándole frases de afilado verbo:
“Don Rodrigo de Tapia el tontivano/
no acaba de saber, vana ignorancia,/
cuál sea en su coche la derecha mano./
Él es un caballero de importancia/
y tiene cierta gracia: que en verano/
despide del sobaco gran fragancia”.

Pero, ¿por qué no decirlo…? No hemos cultivado eso que llaman ¨el arte de insultar¨; solemos ser muy viscerales al momento de hacerlo y en nuestra impotencia y ante la identificación de sus voces, cambiamos de canal o apagamos el televisor, y a sabiendas de que el tamaño de la carga ofensiva liberadora suele ser muy importante, porque los insultos, murmuran en pasillos de Palacio, hay que responderlos rápido, en cuestión de segundos, porque, de lo contrario, se vuelven rencor, de una vez pronunciamos de viva voz o cuchicheando -si hay niños a la vista-, el más antiguo y más satisfactorio de todos los agravios: hijo de puta, hijoeputa, jueputa o hijo de la gran puta, porque la ofensa proviene de la utilización de ¨puta¨ (por prostituta), pero el término lo que quiere es llamar con infinito desprecio a alguien: ¨mala persona¨ o ¨mala gente¨, que en el fondo nada tiene que ver con la progenitora por lo que su significado en realidad es menos peyorativo.


No ofende quien quiere, sino quien puede…

El títere de guiñol que ha sido Maduro, “traficante de colesterol”, - por la circunferencia abdominal medida al nivel del ombligo-, rufián dichoso, ha mostrado con su obsceno discurso retórico que es expresión de un ser de ruina, un escombro, un accidente histórico, un raro espécimen del pleistoceno político, un invitado de palo… y todavía hay quien le llama presidente, ¿Cómo pudimos llegar a este estado de cosas? -me pregunto-, pues creo que no siendo venezolanos de corazón; no sintiendo el escalofrío de las cosas grandes, por ejemplo al oír el himno nacional; no siendo rebeldes hasta la violencia si fuera necesario; admitiendo que el fin justifica los medios cuando son los medios los que justifican el fin; dejando hacer y dejando pasar; viviendo nuestras vidas muelles e insensibles; siendo tolerantes con la maldad siempre que no nos tocara nuestra sensible epidermis aun tangencialmente; indiferentes al dolor y a la miseria. Él tiene que irse por el bien del país…
¿Qué más insulto que la pobreza inducida como estrategia de estado? Más del 70% de los venezolanos vive en condiciones de pobreza, “niveles absolutamente peores a los registrados antes de la llegada de Hugo Chávez al poder debido, en parte, a la caída del precio del petróleo en el mercado internacional. Un trabajo sobre condiciones de vida llevado adelante por las universidades Central de Venezuela, Simón Bolívar y Católica Andrés Bello, desveló que la pobreza de ingreso está arrojando cifras del 72% en hogares y del 76% en población”, dijo la investigadora María Gabriela Ponce.

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