ELIAS PINO ITURRIETA:
Recuerdo de un juicio escandaloso.
14 DE FEBRERO 2016
Debido a sus
semejanzas, el acoso judicial del ciudadano Diosdado Cabello a tres medios de
comunicación me ha llevado a recordar el proceso ordenado por Chávez contra
Oswaldo Álvarez Paz por unas declaraciones que ofreció en el programa de
televisión Aló, Ciudadano, una voluntad de opinar con
responsabilidad, por la que todavía paga insólitas consecuencias. Tal vez la
memoria de una operación tan aberrante nos conduzca a reflexionar con la debida
seriedad sobre la amenaza que hoy se cierne contra los editores de El Nacional, Tal Cual y La Patilla.
Oswaldo
Álvarez Paz no pudo votar en las elecciones parlamentarias porque su cédula de
identidad tenía “observaciones”, pero también por otro detalle que la
computadora suministraba sin apelación: “Derechos políticos suspendidos”.
Tampoco pudo renovar su pasaporte porque, también de acuerdo con el fatídico
ordenador del régimen, tenía “graves problemas migratorios”. Así como se quedó
sin participar como elector en diciembre, hoy le está vedada la posibilidad de
ver a siete nietos que viven en el exterior. Encerrado en el mapa del contorno
sin razón evidente y, a la vez, expulsado del ejercicio de sus derechos
ciudadanos, lo único que puede hacer sin licencia de los verdugos, según
confiesa mientras se aferra al consuelo de su buen humor, es visitar a su amada
“república” del Zulia. ¿Cuáles son los motivos de esta persecución? ¿Por qué
esta sevicia inaudita?
En el
referido programa de televisión (marzo de 2010), se refirió a un documento que
reclamaba la atención de la opinión pública. El juez cuarto de la Audiencia
Nacional de España había suscrito un expediente basado en evidencias de peso
sobre casos de narcotráfico llevados a cabo por elementos de ETA y las FARC,
con la complicidad del gobierno venezolano. Como conocía los detalles del
documento, pero también por su experiencia en la legislación relacionada con la
persecución del narcotráfico (había presidido, en el extinto Congreso Nacional,
la comisión que redactó la Ley sobre Uso Ilegal de Sustancias Estupefacientes y
Psicotrópicas, pionera en la materia; y formó parte de la Comisión Andina
Antidrogas, en cuyos trabajos acompañó al heroico ministro de Colombia Rodrigo
Lara Bonilla, víctima del Cartel de Medellín) exigió una inmediata averiguación
para la cual pedía el compromiso del presidente de la República. Se tiene que
averiguar este asunto “caiga quien caiga”, aun la cabeza más alta, sentenció el
entrevistado. La respuesta del jefe del Estado no se hizo esperar, a través de Aló,
Presidente: “Me llamó
narcotraficante. Ese señor no puede seguir en libertad”.
Oswaldo
Álvarez Paz fue acusado de conspiración, de instigación a delinquir, de
instigación al odio y de difusión de información falsa. Pese a lo peregrino de
los cargos, pasó dos meses de reclusión en el Helicoide y después afrontó en
libertad su proceso, no en balde los colegios de abogados y numerosas
instituciones y personalidades del país y del exterior protestaron ante la
enormidad del proceso. La Fiscalía prefirió desistir de acusarlo por
conspirador, debido a la imposibilidad de probar semejante invención que lo
pudo conducir a una pena de dieciséis años de presidio, y finalmente el
tribunal resolvió, seguramente por órdenes superiores, pero también por el
empeño ejemplar de sus abogados, condenarlo solo a dos años de prisión en
libertad y a prohibir su salida del país sin autorización judicial. Ya cumplió
la condena pero, de aló en aló, continúan mutiladas sus prerrogativas políticas
mientras permanece su encierro en el territorio nacional. Falta la “orden superior”
que le permita ciudadanía cabal.
La memoria de este escandaloso
proceso se busca para llamar la atención sobre los casos pendientes contra tres
medios de comunicación en los cuales también se pueden atravesar las “órdenes
superiores”, según se dijo al principio. Pero también, no faltaba más, como
reconocimiento a la probidad de un hombre público sin tacha, de un político de
especial relevancia, de un hombre útil y decente que acompaña las luchas de la
sociedad por el retorno de la democracia.
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