No fue fácil decidirme a publicar este artículo de mi viejo amigo Luis José Uzcátegui , no estando yo en el ejercicio de una función política determinada, si no formalmente retirado -de la política uno no se retira nunca- al menos al margen de la diaria diatriba, no parecería objetable que un politólogo de escuela y con más de medio siglo de análisis político mediático en prensa, radio y en menor medida televisión, opine o analice sobre papabilis, precandidatos, candidatos o cualquier otro protagonista de la noticia. No obstante, hasta ahora he preferido, en aras del reto mayor del país, que se está deshaciendo, no hacerlo. Hoy Luis José me saca de mi voluntario mutismo con su entrega sobre "Lorenzo Mendoza y su efecto mesiánico".
Se que es bastante utópico dedicarnos a analizar en frió, lo que pudiera llegar a convertirse en un fenómeno concreto e ineludible, sin proponerme tanto, le aconsejo a los colegas que trastean en los "think tanks" que empiecen a estudiar esto con calma, sería una posibilidad académicamente apasionante. Aunque peligrosamente amenazante dentro del carácter cada vez mas delictivo, hamponil, que ha tomado nuestra vida pública. Yo desde luego lo voy a hacer, independientemente de que lo publique o no.
Itaca 28 de febrero de 2016.
Luis José Uzcátegui: Lorenzo Mendoza
y su efecto mesiánico
28 de febrero de 2016El pueblo venezolano empieza a enfrentarse a sí mismo, empieza aprender del trágico momento que vive, al admitir que sólo tendrá un gran futuro si tiene el coraje de enfrentarse a sí mismo. Para lograr este proceso evolutivo, similar a los individuos, los pueblos utilizan el mundo de los símbolos y uno de los más emocionales y fuertes es el Mesías.
Jesucristo vino a la tierra a luchar contra la penuria y la injusticia, no ofreció el reino de los cielos fácilmente, fue concreto: Exigió humildad y reconocimiento de los pecados. No hay pueblo donde la imagen del Mesías no esté presente, con diferentes formas, personajes y efectos, pero ni las más férreas dictaduras ni los regímenes más atroces e inhumanos logran incinerar la presencia mental del mesías.
Lorenzo Mendoza en este momento es el venezolano con más resultados concretos hacia el pueblo: le ofrece comida, y cumple. Genera una relación sencilla y fundamental para crear confianza: Yo trabajo y produzco (“Harina Pan”) y Ud. la puede obtener con su trabajo y esfuerzo. Es una relación pragmática e idílica que cautiva los afectos y la razón en una sociedad que por años ha estado sometido a la barbarie: yo te doy, te engaño y aterrorizo a cambio que vote por mí. Para el gobierno venezolano no importa que el humano no trabaje ni produzca y se convierta en un “animal” que pelea para conseguir alimentos. Mucho menos que este regresando a comportamientos de carroñero.
Este fenómeno de un empresario que con su trabajo y mensajes polariza las simpatías de todo un pueblo, es único en el mundo. No es un empresario que salto a la política, es un proceso socialmente más creativo: es el pueblo venezolano quien le adiciona a la figura mesiánica competencias políticas. Una encuesta señala que Lorenzo Mendoza tiene el primer puesto nacional de simpatía por encima de todos los políticos. A diferencia del empresario Donald Trump en el imperio más poderoso del mundo que se lanza a la política y está atrapando simpatías en parte del pueblo americano pero con mensajes que incitan a la agresión, el bochorno y el reconcomio – fenómeno social que también tiene interesantes explicaciones.
Cuando una mujer humilde y apaleada por el infierno venezolano se refiere a Lorenzo Mendoza: “Es un dios”. Y un hombre bregador y trabajador con profunda vehemencia dice: “Si el gobierno expropia a la Polar nos moriremos de hambre”. Todo indica que trabajo, eficiencia y seriedad están siendo convertidos por el pueblo venezolano en elementos emocionales para valorar y para seguir a un líder. ¡Algo maravilloso! Estamos bajo un moderno y futurista “Efecto mesiánico”
Luis José Uzcátegui
Médico psiquiatra y antropólogo
ljuv2000@gmail.com / @LuisJUzcategui
Su más reciente libro “La Miedocracia. Venezuela, el país del miedo”
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