Preso pero libre
Tal vez suena extraño esta frase que ha seleccionado Leopoldo para titular su libro que recién se publica en países de habla hispana, como España, Colombia, México, Argentina, Chile; y que se distribuye mundialmente, gracias al sistema de comercialización de Amazon.
Es una frase que requiere de un examen detenido, pues no es una de mercadeo, tampoco de falsa postura: es una definición de una dura experiencia que obliga a encontrar significado a su vida en su alma, a su vida interior y no a la efímera experiencia que significa anclarse en lo transitorio.
La incertidumbre de la primera noche, con el transcurrir del tiempo se convirtió en una fuente de fe y fortaleza. El encontrarse entre los barrotes y las inmundas celdas, los corredores oscuros de una senda de fuerza que surge del alma y que no se puede apagar con castigos e insultos que han templado su espíritu infatigable para la lucha y para realizar los sueños de una patria grande, libre, soberana y sobre todo justa.
La libertad es una condición muy particular del alma antes que del cuerpo. Muchos filósofos han intentado distinguir la vida interna de la vida corporal. Hasta un ejemplo como el de Cristo, que logró convencer a sus seguidores de que había un ser interno, el alma, que seguiría viviendo en la eternidad pero sujeta al comportamiento de su cuerpo contenedor en la tierra.
La dicotomía del hombre entre su carapacho y su ánima es lo que al fin nos distingue de los animales. No en vano se dice que el hombre culto es aquel que educa a su ser interno y no aquel que solo logra habilidades y destrezas o técnicas para lograr un evento material.
Construir un castillo de ladrillos es mucho más fácil que construir un credo de ideas resistente a embates y tormentas pero que sin embargo se convierte en convencimiento orientador para muchos.
La cárcel enseñó a Leopoldo una cátedra del espíritu y en esas líneas lo demuestra, son escritos que ilustran sobre la calidad humana del preso.
Recibir una descarga inesperada de excremento humano por su ventana, lejos de generar odio generó la convicción de que la protesta era la única forma de temperar la posición de aquellos que defienden los derechos fundamentales y no doblegarse ante las dificultades.
El aislamiento se convirtió en la mejor lección para el prisionero. En estas líneas vemos la transformación del ser gregario y de comunicación fácil, al ser de diálogo interno, el hombre que se acompaña con sus libros, su Biblia, su crucifijo y su propia conciencia.
La libertad es tan enorme que no cabe en las prisiones. El castigo por quererla para todos, para aquellos que no saben descubrirla ni defenderla es evidente y nauseabundo.
Los presos por su pensamiento, por el disentir de los poderosos son y serán ejemplo para los jóvenes, más cuando los poderosos han causado la hambruna, tristeza, desunión y muerte entre sus ciudadanos.
Podría pensarse que son pocos los mártires por la defensa de la libertad en Venezuela, particularmente al comparar con la cifra de sacrificados por el hampa, que en 2015 sumaron más de 25.000, incompresible comparación si se piensa que esto podría verse como una confrontación social. Solo un bando pone los caídos, el otro disfruta sin tregua.
La lejanía de un ser no causa ninguna tristeza cuando se siente la cercanía de su palabra, de su verdadero ser. Leerlo y dialogar en la intimidad del alma nos une más que las conversaciones en la sobremesa.
Al comenzar cada día, al amanecer, el canto de libertad de los pájaros llena su corazón de esperanza. Él está libre en su celda.
Hermoso texto de un padre, desgarrado por la injusta prisión y vejaciones de un hijo, que hoy lo es de toda Venezuela. Que ha sabido resistir con gallardía y constancia los embates de la dura realidad de un hombre libre bajo una tiranía patética. Leopoldo López Gil hace pertinentes y lucidas reflexiones, sobre estas circunstancias de ignominia y sobre el triunfante proceso espiritual y humano de Leopoldo López Mendoza. ¡ Dios los bendiga a ambos y a toda Venezuela también recluida y sufriente !
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