Milagro
RCL les invita a leer a Pablo Brito Altamira.-
Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación:
todo estaba ya escrito en tu libro;
todos mis días se estaban diseñando,
aunque no existía uno solo de ellos.
-Salmo 138
Damos por descontado que el Sol saldrá mañana y que otra vez, llegada la noche, las estrellas estarán allí, impávidas en el firmamento.
Damos por descontado que nuestro corazón late, nuestros pulmones respiran, la sangre fluye por nuestras venas y, más importante, que hay quien nos tiene en su lista de contactos, en su agenda, en sus pensamientos y sentimientos, a veces incluso en sus oraciones.
Comparada la vida con la nada que ‘sería’ en caso de que la Creación (o el universo, como se dice hoy) no hubiera tenido lugar, podríamos decir que de todo lo que somos y tenemos, el 99.99 % se nos ha dado y se nos sigue dando de modo gratuito.
Nuestro campo de acción se limita a un contadísimo número de posibilidades que requieren del ejercicio de nuestra libertad. Podemos hacer bien o hacer mal a los otros y a nosotros mismos. Podemos construir o destruir. Podemos contribuir con la creación apreciando y agradeciendo la vida o despreciándola con actos y actitudes negativos.
Podemos celebrar o quejarnos, podemos cantar o llorar, bendecir o maldecir la existencia. A veces parece que amargar la expresión nos da aspecto de seres ‘serios’ y fuertes, adultos y graves.
Basta con que nos demos un martillazo en el dedo para que toda nuestra seriedad desaparezca. Un dolor de muelas nos hará perder la fortaleza de que presumimos. La sola idea de que moriremos nos hace sentirnos tan indefensos como un recién nacido. Los mayores héroes y los más grandes malhechores sucumben ante el dolor y manifiestan sin poder disimularla la esencial cobardía de pequeños mamíferos que nos caracteriza biológicamente.
Y, sin embargo, somos el ‘modelo’ más avanzado de ser vivo, ejemplares de la especie que ha conquistado el planeta y sometido a todas las otras. Miembros de una civilización que ha explotado los recursos que la Tierra – también ella- nos ha dado sin pedirnos nada a cambio. Dueños y señores del mundo, con poder suficiente para hacerlo añicos, como los niños malcriados con los juguetes que ya no les divierten.
Dueños también de seguir viviendo o de echarnos a morir, de aprovechar las oportunidades o desecharlas. Capaces de crear o aniquilar, a imagen del Creador mismo. Dueños, en fin, de amar o no amar: ese es el único dilema.
En todo caso, hagamos de un modo o de otro, el Sol saldrá, como dice la Escritura, para buenos y para malvados; lloverá sobre justos e injustos. Pero habrá día y habrá lluvia, nos guste o no, y el ser continuará con nuestra colaboración o sin ella.
La vida es un milagro del que solo necesitamos tomar conciencia para que ocurra.
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Pablo Brito-Altamira
@Hermeticum
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