Orlando Viera-Blanco:
¡De Inteligencia No Moriréis…!
POSTED BY: AL DÍA Y A LA HORA
Recién culmino de leer
el libro, Reflexiones sobre el liberalismo (Caracas: Nueva
visión, 2007, 528 pp) de Henry Ramos Allup. Una extraordinaria
obra, erudita, de una inmensa profundidad académica, que coloca el liberalismo,
como una reformulación de la relación entre ciudadano y poder, que va más allá
de la teoría sectaria liberal sobre el mercado, la economía o la producción de
bienes.
Quiero por lo pronto
detenerme en la fascinante lucha de Ramos Allup entre el concepto conservador
del liberalismo vs. su pasión por la socialdemocracia, donde no oculta su
reconocimiento al individuo creativo, dueño y protagonista de su realidad
formando parte de una sociedad industrial, pero sin la embriaguez de la
opulencia, la codicia y la riqueza, mal utilizada “para comprar la consciencia
del otro” (Rousseau, El Estado de las Leyes).
Ramos Allup es un hombre
irrenunciablemente irreverente, de insaciable aprendizaje y filoso en la
defensa de sus convicciones. El hoy presidente de la AN inicia su
disertación, con un análisis histórico sobre la génesis del pensamiento humano,
desde el absolutismo al post-modernismo liberal; desde los clivages feudales,
sacrosantos, monárquicos y nobiliarios, pasando por la reforma de Calvino y
Lutero, El leviatán de Hobbes,
el “burgos” aldeano del Quijote de Cervantes, las aglomeraciones mercaderes que
Pirenne reconoció como el origen de las ciudades hasta la Revolución Francesa,
la cual Henry no escatima en tildar de mercenaria y sangrienta, por ser
un movimiento que más persiguió y decapitó en tres días de cacería
Robesperiana, Dantoneana o Maratina, que en tres siglos de inquisición. Ramos
no ve el liberalismo como una secta de atribulados libre-cambistas de espíritu
estrictamente material, sino un movimiento natural del proceso reformista y
evolutivo de la humanidad, donde remarcando ideas de Sócrates o Platón, de
Locke, Stuart Mill o Hayek, de Popper hasta Berlin, nos proporciona un
concepto de liberalismo emancipador, elemental para la construcción de la vida
democrática, y por cierto, fundamento de Don Rómulo Betancourt, para la instauración
de la democracia en Venezuela.
Con impoluto uso de
citas y hermenéutica, Ramos nos recuerda cómo desde tiempos medievales
(1214), nace el liberalismo. Cómo desde las aldeas a las afueras de las
fortalezas reales, se tejió un “dirigismo económico” (Pirenne 1960 V.80),
donde la permuta, el trueque y los primeros intercambios de monedas,
dieron con una nueva dinámica social, (“Burgos, forasteros”), que forzaron
nuevas reglas de convivencia. Cómo se pasó de un régimen feudal a un régimen
mercantil; del orden terrateniente al orden de las ciudades. De manera amena y
bien reseñada, el autor crea en el lector una noción ponderada de las improntas
liberales, basado en el respeto al Estado de Derecho, la propiedad privada y el
derecho del hombre a consagrarse en su esfuerzo, con el uso, goce, disfrute e
incluso abuso, de sus bienes adquiridos.
Es la descentralización social sustentada en la tenencia, la industria y el
comercio; una santísima trinidad donde se gestó una
nueva relación entre ciudadano, gobierno y mando. Ramos comprende el nuevo
concepto de poder basado en lo liberal. No por casualidad advierte como
imperios completos (Roma), cayeron desplazados por la fuerza aldeana de la
descentralización mercantilista, y desde lo cual el propio autor se ve cercado en
la necesidad de darle “una solución” a esa tensión entre el individuo creador,
industrioso y mercader y los desbalances que producen en los menos habilidosos.
Ese valor equilibrante, es la virtud de la
justicia social, el imperio de la Ley y el respeto de la propiedad rural y
menesterosa, frente a la opulencia. Entonces Ramos no es hombre de una sola
idea. Rechaza las revoluciones por retrógradas y violentas. Acepta la
propiedad como parte de la vida, pero advierte que la vida no puede dedicarse obsesivamente a ser propietario, “por lo cual se
requisa el alma”. Este es el mérito de Ramos Allup. ¡Su elasticidad
intelectual!
Me siento honrado de haber recibido de sus manos su valiosa obra. No puedo omitir la cita que hace de Talmón: “El lujo excesivo siempre acompaña al despotismo, y presupone una nación dividida entre opresores y oprimidos, entre usurpadores y usurpados. Pero siendo los usurpadores menos, ¿por qué no sucumben-pregunta Helvecio -ante el esfuerzo de los más? ¿A qué deben su éxito? A la imposibilidad de hacer causa común en que los robados se encuentran”. Lapidario…
Me siento honrado de haber recibido de sus manos su valiosa obra. No puedo omitir la cita que hace de Talmón: “El lujo excesivo siempre acompaña al despotismo, y presupone una nación dividida entre opresores y oprimidos, entre usurpadores y usurpados. Pero siendo los usurpadores menos, ¿por qué no sucumben-pregunta Helvecio -ante el esfuerzo de los más? ¿A qué deben su éxito? A la imposibilidad de hacer causa común en que los robados se encuentran”. Lapidario…
Hombres como Marx eran
filósofos de una idea. El capital, la
burguesía, el proletariado, la plusvalía. Ninguna de sus tesis -el valor
agregado de la mano de obra o la muerte de la sociedad industrial dueña de
medios de producción- se validaron. Pero sus seguidores agonizan en sus miserables
ideas, a lo que Ramos les consuela alertando, “no se preocupen que de inteligencia ¡no morirán!…”.
Henry es un
socialdemócrata pragmático. Un hombre que lo tiene claro. Venezuela no resiste
otro caudillo. Ya el supremo marchó, por lo que
hoy el Romulero, apela al valor supremo de la razón: la libertad. Pues nada Ramos. Por ella [la libertad] hagamos causa común…
@ovierablanco
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