El Calabozo de la Libertad
CON EL HAMBRE DE
LA GENTE NO SE JUEGA
Por: Gustavo Azócar Alcalá
Una joven madre de
26 años espera en una fila, frente a una de las tantas cadenas de farmacias
ubicadas en San Cristóbal, con su bebé de 6 meses de nacido en los brazos.
Llegó a ese lugar a las 5 de la mañana. Y a pesar de que madrugó para estar
allí muy temprano, apenas logró tener el puesto número 126. Delante de ella hay
otras 125 madres que, al igual que ella, también se levantaron de madrugada
para tratar de obtener un producto muy preciado y muy escaso en estos tiempos
de revolución: fórmula láctea, el alimento indispensable para los hijos de
algunas mujeres cuyos pechos no producen leche materna.
La joven se llama
María, y me cuenta que es la cuarta vez en una semana que acude a la farmacia a
la misma hora para tratar de conseguir el alimento para su bebé. “Tenemos 15 días
en esta situación. Desde hace dos semanas no llega el camión con la carga de
fórmula láctea. Mis pechos no producen leche materna y mi hijo necesita esa
fórmula para poder alimentarse y sobrevivir. Esto es algo desesperante”, dice ella.
Detrás de María,
la larga fila de mujeres es mucho más extensa. Eso quiere decir que si delante
de ella hay 125 personas, detrás debe haber no menos de 200 más. La mayoría son
madres jóvenes, con sus niños en los brazos, abrigados con pañales de tela o
con cobijas. Muchas de ellas ni siquiera viven en San Cristóbal. Hay quienes
han venido de Táriba, Rubio, Santa Ana, Capacho y hasta de San Juan de Colón, a
una hora de carretera, para tratar de obtener la fórmula láctea porque según
dicen, en la capital del estado es mucho más fácil conseguir este tipo de
productos.
“Nos dijeron que hoy llegaba el camión con la fórmula láctea. Pero todo
parece indicar que no será así. No se ve movimiento por ninguna parte.
Las madres hemos estado hablando y si hoy no llega la gandola, mañana nos vamos
a venir todas muy temprano y vamos a cerrar la avenida en protesta por esta
situación. No es justo lo que está pasando en este país. No puede ser que todas
las semanas tengamos que hacer colas y colas para comprar uno o dos potes de
leche”, dice María. La joven madre me cuenta que a
veces sólo traen una sola fórmula y la mayoría de las madres se ven obligadas a
comprarla para después hacer trueque con otras mamás para conseguir la leche
que toma el bebé.
El drama de María
lo viven a diario miles de madres venezolanas no solamente en San Cristóbal,
sino en muchas otras ciudades del país. Así como hay personas luchando cada día
por tratar de conseguir un pote de leche para sus hijos, hay gente batallando
para tratar de obtener algo de comida para el sustento de su familia. Largas
filas de gente se ven a diario frente a supermercados, abastos y bodegas a la
espera de conseguir algún producto para hacer el almuerzo, el desayuno o la
cena.
Pero las filas de
gente no son solamente para obtener alimentos, sino también para comprar
medicinas, bombonas de gas, para sacar dinero de algún cajero automático y para
muchas otras cosas que en cualquier país del mundo son asuntos cotidianos en la
vida de un ciudadano. Venezuela se ha convertido, gracias a la llamada
revolución socialista y bolivariana, que inició Hugo Chávez en 1999 y que
continuó Nicolás Maduro desde el año 2013, en el país de las colas, la escasez,
el hambre y la inseguridad.
María me cuenta
que tuvo que dejar el trabajo que tenía, en una panadería, para poder disponer
de tiempo suficiente para hacer colas. “Tuve que escoger entre
el trabajo y la leche de mi bebé. Cuando trabajaba dejaba el bebé en manos de
mi mamá, una viejita de 65 años. Pero casi todos los días pedía permiso para
salir a buscar la fórmula láctea. Antes que el dueño me botara, preferí
renunciar”.
Lo que hacía
María lo hace el 40% de los venezolanos hoy día. El ausentismo laboral ha
crecido drásticamente. Froilán Barrios, coordinador del Frente Autónomo de
Defensa del Empleo, informó que el ausentismo laboral en Venezuela
oscila entre un 20% y 40% debido a la escasez de alimentos y otros
artículos de primera necesidad, pues los empleados piden permisos un día a la
semana o se retiran de su puesto cuatro o cinco horas para hacer cola cuando
llega un producto al comercio.
Contrariamente a
lo que piensa la dirigente revolucionaria Jackeline Farías, la gente no está
muy feliz en las colas. Hay situaciones que han venido ocurriendo en estos últimos
días y que nos demuestran, con toda claridad, que el peligro de un estallido
social está a la vuelta de la esquina. En San Cristóbal, un grupo de personas
intentó saquear un supermercado luego de esperar por varias horas por la venta
de un producto. Un video colgado en You Tube muestra como en
Acarigua, estado Portuguesa, otro grupo de personas desbordó la seguridad de
otro supermercado y rebasó las rejas de protección para internarse dentro de
las instalaciones en busca de comida. En Caracas, un grupo de personas intentó
saquear el interior de una farmacia ubicada en Sabana Grande. En la autopista
regional del centro, una avalancha de seres humanos saquea camiones
accidentados repletos de harina pan, cerveza, carne y todo lo que se consiga.
En las calles de Venezuela lo que hay, después de 17 años de revolución
socialista, es hambre. ElObservatorio de Misiones presentó un
informe según el cual, desde su creación en el año 2003 la Misión Alimentación recibió $20.247.504.542
(más de 20 mil millones de dólares) para importar alimentos al país. La revolución socialista, que prometió el
“desarrollo endógeno” logró que el 70% de los alimentos que se consumen en el país sean importados. Pero a pesar de esa importación masiva, el hambre aumenta cada día.
No hay que ser científico de la NASA ni economista para entender porque
estamos como estamos. Hay hambre porque hay escasez. Hay escasez porque no hay
producción. Y no hay producción porque la mayoría de las empresas que producían
fueron expropiadas y confiscadas por Hugo Chávez. Las últimas estadísticas
publicadas por el Banco Central de Venezuela (BCV) en marzo de 2015, señalaban
que la escasez se ubicaba en 29,4%. El Centro de Documentación y Análisis Social
(Cendas) en su último informe publicado en el mes de abril ubicó la escasez en
31,03%. Estimaciones realizadas a comienzos de 2016 hablan de una escasez que
supera el 70%.
Expertos sostienen que de los 58 productos que contiene la canasta básica
familiar, 47 brillan por su ausencia.Guillermo Manosalva,
presidente de la Cámara de Comercio de Valencia, estado Carabobo, fue mucho más
catastrófico y aseguró que “90% de los productos
básicos desparecieron de los supermercados del país”.
Y mientras todo
esto ocurre, Nicolás Maduro insiste en la mal llamada guerra económica y apela a la Sala
Constitucional del TSJ, controlada por el PSUV, para que declare legal un decreto de
emergencia que ya fue negado por la mayoría calificada de la Asamblea Nacional.
Maduro está
jugando con el hambre y la paciencia de la gente. El ex chofer del Metro de
Caracas cree que puede ganar tiempo y convencer a madres como María, de que la
escasez y las colas son culpa de la oposición, de los empresarios y del
imperio. Alguien debe decirle a Maduro que con el hambre y la paciencia de la
gente no se juega. La mecha ya está encendida. Es sólo cuestión de horas para
que esto estalle.
SC. 13 de febrero de 2016
Email: cafeconazocar@gmail.com
Twitter: @gustavoazocara
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GUSTAVO AZOCAR ALCALA
Magister en Comunicación Política y Gobernanza Estratégica
The George Washington University, EEUU
Profesor Asociado Universidad de los Andes/Venezuela
Cel México: 00526491044316 Cel Venezuela 00584143760837 Cel
EEUU: 3056067826
Twitter: @gustavoazocara
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