Ni siquiera bajo la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, el déspota hizo mayor exaltación del apoyo de las Fuerzas Armadas a su régimen -y aquel al menos defendió la soberanía territorial- que el comandante-presidente y el avecilla sucesora, quienes nos han restregado el apoyo militar, hasta la náusea. El daño a reparar es subsecuentemente mayor...
ALFREDO CORONIL HARTMANN
7 h ·
LOS MALDITOS MILITARES
Por Eduardo Casanova
Por Eduardo Casanova
Hay en el ambiente un fuerte
rechazo hacia los militares, los malditos militares, como mucha gente los
califica. Se les considera cómplices de los canallas chavistas, incursos en
delitos contra la cosa pública, narcotraficantes, enchufados y otras lindezas
que los hacen responsables de los horrores que estamos sufriendo los
venezolanos en el siglo XXI. La gente habla abiertamente de gobierno
narcomilitar, y sabe que los sátrapas uni...formados tienen privilegios
detestables. Cuando aparecen en cualquier calle dos o tres de ellos, los
civiles los ven con desprecio, con rabia, con ojos que quisieran ser fusiles
para ejecutarlos sin fórmula de juicio. ¿Es eso justo? Sin duda, los altos
jefes, la cúpula podrida de las fuerzas armadas, es cómplice de lo que ha
ocurrido en lo que va del siglo XXI. Y un porcentaje importante de los que no
están tan arriba, también. Pero, ¿y los demás? No solamente los demás, sino
hasta los cómplices, tienen cónyuges, hijos, padres, hermanos, primos, tíos,
amigos, conocidos, que saben muy bien lo que está pasando y los informan,
quiéranlo o no. De modo que los militares, todos, culpables o inocentes, son
conscientes de la realidad actual de Venezuela, saben que no hay medicinas, que
no hay comida, que hay inseguridad, que vivir en Venezuela es un martirio, y
saben que la inmensa mayoría de la gente los detesta. Por eso el 6 de diciembre
no se alzaron para impedir que la oposición democrática se hiciera con el
control de la Asamblea Nacional. Padrino López, que es de los peores, de los
más corruptos, recibió informes claros que le decían dos cosas: que la mayoría
de los militares no solamente no es chavista, sino que no ve con simpatía a
Maduro y a sus cómplices, y que casi ninguno de los oficiales activos estaba
dispuesto a alzarse para defender al PSUV. No fue la institucionalidad lo que
impidió el golpe que Maduro y sus cómplices querían que se diera, sino la
cobardía. Si lo daban, tendrían que enfrentarse no solamente al mundo civil,
sino a un buen porcentaje de los mismos militares. Correría sangre. Y más de
uno de ellos debe haber recordado aquellos que Llovera Pérez le dijo a Pérez
Jiménez en la noche del 22 de enero de 1958: “Pescuezo no retoña”. Al régimen
narcomilitar de Maduro y sus cómplices le queda muy poca vida. De una manera o
de otra van a salir del poder, y pronto. Y una de las tareas más difíciles que
van a tener los militares, cualquiera haya sido su actuación en la caída del
chavismo, será recuperar su imagen. Ojalá que les resulte posible, porque han
hecho demasiado daño y, si algo se han ganado en los últimos dieciséis años, es
el desprecio con que los mira la inmensa mayoría de los venezolanos.
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