10 de agosto de 2012

Palabras sobre Raúl Leoni


Palabras sobre Raúl Leoni
Hoy venimos a conversar sobre un gran venezolano, un compañero ejemplar, cuyo nombre ostenta orgullosamente esta Fundación, Raúl Leoni Otero, guayanés, como buen venezolano entreverado  -en este caso, entre corso y criollo-  valiente, sufridor sin aspavientos, de los primeros –entre los primeros- próceres civiles de la democracia y la libertad en Venezuela. De Raúl Leoni se pueden recordar muchas cosas, lo que no se puede recordar es una estridencia, un innecesario desplante, una sirvengüenzura, una deslealtad y no es ocioso, por el contrario quizá conveniente, en esta hora menguada de servilismo y obediencia mal entendida, afirmar que la suya fue una lealtad muy bien entendida, lúcida, crítica y deliberante.
La historia de la Venezuela post-colonial (1830-1999) ofrece el ejemplo de dos importantísimas generaciones, la de la hornada de muchachos, la inmensa mayoría de ellos pertenecientes a la clase de los criollos blancos, propietarios inmobiliarios, hacendados, algunos con títulos nobiliarios como Antonio José de Sucre, quien nunca utilizó el antiguo marquesado de Preux, otros aspirantes a serlo, como los Bolívar –quizá la familia venezolana más rica de su tiempo- pocos, poquísimos “proletarios” el más destacado de ellos, el llanero José Antonio Páez, genio militar autodidacta y extraordinario creador de sí mismo, sorprendentemente “ninguneado” en estas horas de fanfarrias marciales, tambor batiente y gesticulaciones epileptoides y nada “marciales” que se pretende y hace gala de una verborrea populachera y revolucionaria, supuestamente al servicio del proletariado. Y la denominada “generación del 28”.
 Deberíamos decir, antes de continuar, que el concepto de generación, como los de izquierdas y derechas, son simplificaciones a las cuales se recurre por ahorro de tiempo y de tinta, son “valores convenidos” legitimados por el uso y no vale la pena ahondar en ello, así en el proceso de Independencia hombres de mayor edad como Francisco de Miranda, Cristóbal Hurtado de Mendoza o Andrés Bello se incorporaron y contribuyeron a guiar la gesta. La larga marcha hacia la democracia, iniciada por la Federación de Estudiantes de Venezuela –FEV- presidida por el bachiller Raúl Leoni y liderada igualmente por Rómulo Betancourt y Jóvito Villalba, que vio la luz en los carnavales de 1928, también incorporó a ilustres y añejos “coleados” como Andrés Eloy Blanco, Válmore Rodríguez, Gonzalo Barrios y Luis Beltrán Prieto Figueroa, para equitativamente citar también muy pocos nombres.
Los coloridos y conocidos episodios de esa manifestación de descontento y de rechazo juvenil, fueron aplastados con la contundencia y la eficacia que caracterizaban a ese régimen. Pronto Puerto Cabello, La Rotunda, y las carreteras de aquella Venezuela, se vieron llenas de muchachos que no pudieron aplicar el sonoro y enigmático “Sacalapatalaja”, a los pesados grillos que laceraron sus tobillos, de allí al exilio, largo, inacabable, como el “hombre de la mulera”. Después de una breve pasantía antillana, Leoni, Rómulo, Válmore y algunos otros fueron a dar a Colombia, Raúl invirtió unos churupos llegados de Guayana y junto a Ricardo Montilla y otros exiliados montaron la célebre “frutería” en Barranquilla, Rómulo que no participó en la quimérica empresa comercial, notando que no existía en esa plaza una publicación que diera cuenta de las operaciones notariales y registrales, se dedicó a imprimir en precario el boletín en cuestión, eran tan pobres como inquietos intelectualmente, nos cuesta enorme trabajo imaginarnos a estos rebeldes en tan pedestres ocupaciones. Pero ni los frutos tropicales ni el farragoso lenguaje de las notarías, amainaron las inquietudes de nuestros jóvenes, en 1931 nace para la Historia el “Plan de Barranquilla”. Documento de extraordinaria trascendencia, que fue el punto de partida del gran movimiento popular que fue -y volverá a ser- Acción Democrática, Rómulo Betancourt, Válmore Rodríguez, Raúl Leoni fueron sus principales “parteros” y junto a un pequeño y selecto grupo de compañeros firmaron aquel manifiesto.
Los valores esenciales que movieron a este excepcional grupo humano, fueron la lucha contra el continuismo, el caudillismo, la corrupción administrativa, y por el carácter eminentemente civil de la administración pública. Fueron los creadores del primer ensayo político de partido moderno en Venezuela:  ARDI –Alianza Revolucionaria de Izquierda- , luego vino la Organización Venezolana -ORVE- que estuvo integrada por elementos de enorme valía, en muchos casos, poco homogéneos en lo ideológico como Guillermo Meneses, Elías Toro, Isaac Pardo, Inocente Palacios quien continuó acompañando al grupo unos años más, y tuvo el honor de ser presidida por ese gigante del intelecto y de la finura espiritual, que fue Don Mariano Picón Salas, a mi juicio el más grande prosista venezolano del siglo XX.
En la década de los años treinta, en todo el orbe, la lucha entre los extremos del espectro político fue produciendo un movimiento de imbricación de partidos y elementos de uno u otro de ellos, así entre partidos aparentemente lejanos como el fascismo italiano y el nacional-socialismo alemán se crearon vínculos que terminaron casi en simbiosis. Igualmente las fuerzas llamadas progresistas crearon en la China del Dr.Sun Yat Sen el Kuonmintang, en el que convivían socialistas, nacionalistas, comunistas hermanados contra el imperialismo europeo, el japonés y los “señores de la guerra” de la propia China. En Europa se da igual fenómeno, los denominaron “Frentes Populares”, en muchos países llegaron al poder por votación popular, como ocurrió en Francia y en la República Española, en América Latina el caso más duradero fue Chile, estaba integrado por el Partido Radical, el Partido Socialista y el Partido Comunista, ganaron tres elecciones presidenciales consecutivas, con los candidatos radicales Pedro Aguirre Cerda, José Antonio Rios y Gabriel Gonzalez Videla y, después de un eclipse –relativamente prolongado- llevaron al poder a Salvador Allende.  En Venezuela, en esta corriente de confluencia de fuerzas, de unidad, coincidieron quienes venían de ARDI y de ORVE, con los miembros del Partido Comunista de Venezuela y nace el Partido Democrático Nacional –PDN- cuya Secretaría General desempeña inicialmente Jóvito Villalba y la de Organización Rómulo Betancourt.
 El deslinde era inevitable, no fue fácil, nada trascendente lo es. La lucha entre otros escenarios se daba con particular ferocidad en el campo laboral, el dogma comunista se basa en buena medida en ser “el partido de la clase obrera” particularmente en ese campo, Raúl Leoni, ya abogado volcado al Derecho del Trabajo, inspiró asesoró y en buena medida dirigió a hombres que, como Alejandro Oropeza Castillo, Pedro Bernardo Pérez salinas, Francisco Olivo, el “cojo” Malavé, Manuelito Peñalver constituyeron la vanguardia de la fuerza que le dio en principio a AD y a la democracia venezolana después, su punto de apoyo esencial y al país todo, una paz laboral que permitió un extraordinario desarrollo social, material, educativo y cultural.
Esa organización, con los valores que hemos señalado, se vio colocada, una vez más, en una dificilísima disyuntiva. Después del fallecimiento de Juan Vicente Gómez, su sucesor designado Eleazar López Contreras primero y luego el sucesor designado de este, Isaías Medina Angarita propiciaron una liberalización progresiva y una humanización real del régimen político. Medina después de hacerles pasar una verdadera ordalía político-administrativa, niega la legalización del PDN, así como que su máximo líder Betancourt aparezca ocupando la Secretaría General, el partido acepta todas aquellas condiciones absurdas y en 1941 nace AD. Medina tenía la mesa servida para terminar su mandato si no en “olor de santidad” que en política no es posible, si respetado y querido por muchos venezolanos, pero a medida que se aproxima el fin de su periodo constitucional, aquel hombre que había logrado agrupar a una importante élite intelectual y profesional, se aferra a la idea anti histórica y desde luego ilegal, de que era necesario haber nacido en el Estado Táchira para ser presidente de Venezuela.
AD se empeña, denodadamente, en buscar una salida a la crisis que se ve venir y acepta a un tachirense, el Dr. Diógenes Escalante, embajador en los Estados Unidos, quien a su vez se compromete a llamar en plazo breve a elecciones universales directas y secretas, para lograrlo Betancourt y Leoni viajan a Washington, el impase parece subsanado, pero enferma Escalante. Inútiles las gestiones de AD, a través de Rómulo Gallegos de aceptar hombres bien vistos por el régimen, Oscar Augusto Machado, presidente de la Electricidad de Caracas y el eminente médico Martín Vegas, hermano del gran ministro de Educación de Medina, Rafael Vegas. Y así desechando todas las propuestas del AD y a la denominada “ala dorada del PDV” (el partido oficial, creado por una circular del Ministerio del Interior). El General-Presidente se saca del bolsillo al más gris de sus ministros, el de agricultura, Angel Biaggini ¡ Ah! pero era –adivinen- ¡tachirense!
En paralelo había, ya audible, lo que en política se llama “ruido de sables”, el malestar militar era creciente y comprensible, el propio General de División-Presidente ha tenido que entender (puesto que él mismo era egresado de la Academia Militar) que no era aceptable que quienes se habían formado profesionalmente estuviesen, en la inmensa mayoría de los casos, sujetos al mando de oficiales de montonera, no pocas veces analfabetas que los humillaban y despreciaban, porque les faltaba el “bautismo de fuego”. Se les ha achacado, especialmente por aquellos que en lugar de ser antimilitaristas (que debemos serlo todos incluidos los oficiales) son anti militares, que el descontento era únicamente por los ínfimos y ridículos sueldos, no, eso era una parte del problema, no la más grave, ni menos la única. La conspiración militar avanzaba y crecía. Los conjurados, a través del médico independiente Edmundo Fernández, hicieron contacto con AD, el golpe se iba a dar con o sin el partido. Apenas 4 de sus dirigentes conocían los contactos: Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Gonzalo Barrios y Prieto Figueroa. El Dr.Juan Pablo Pérez Alfonzo, vice-presidente de la “organización golpista” cuando Betancourt lo llamó, desde Miraflores, a ofrecerle el Ministerio de Fomento, creyó que Rómulo estaba preso.
 Una junta de 7 miembros, cuatro civiles: Betancourt, Leoni, Barrios, Edmundo Fernández, el maestro Prieto ocupó la Secretaría. Raúl además de ser co-presidente asumió la cartera del Trabajo que mantuvo además durante los 9 meses de la presidencia Constitucional de Rómulo Gallegos.
Transcurrido “el tiempo del desprecio” como Betancourt –parafraseando a André Malraux- denominó a la dictadura, reiniciado el tránsito democrático, Raúl y Rómulo, Rómulo y Raúl, cumplen la más fecunda obra moral, material, educativa, sanitaria, política y militar de los 40 años de la democracia civil. Ambos tenían claro que frente al asalto del castrismo no habían medias tintas posibles, perdí la cuenta de las veces en que algunas voces le indicaban a Rómulo la conveniencia de parlamentar con las guerrillas, su invariable respuesta era: no se pacta con insurgentes, primero los derroto y después conversamos. No sé con qué palabras lo diría Raúl pero hizo lo mismo, después de derrotarlos inició la pacificación, que de otra manera no hubiese sido posible y les permitió participar, con el nombre de UPA en la justa electoral de 1968.
La  obra física del quinquenio de Raúl Leoni, fue impresionante, ya lo hemos visto, el legado moral, ético, humano, lo que fue como arquetipo de hombre de bien, patriota sin patrioterismo, esposo y padre ejemplar, sus virtudes personales, lo proyectan como un excepcional paradigma de los constructores de civilización, de democracia y de desarrollo.
Es esta estructura la que debemos proyectar y asumir como propia –con pleno derecho- las mujeres y los hombres de Acción Democrática, es lo que exige Venezuela, es esta hora de humillación, colonización y vergüenza, cuando aquellos que enfrentaron y derrotaron, Rómulo y Raúl se pavonean en dueños de lo que no tuvieron que conquistar, sino que se los regaló ¡ para mayor oprobio un militar ¡
Acción Democrática no nació entre algodones, fue creada y creció siendo la auténtica vanguardia de las mejores luchas de los Venezolanos, no del cabildeo acomodaticio de los gabinetes ministeriales o parlamentarios. No dimos el golpe militar del 18 de octubre de 1945, pero no pudiendo evitarlo, nos montamos en él, he iniciamos la Revolución Democrática que el país exigía, si a Raúl, a Rómulo, a Prieto o a Gonzalo se les hubiese “aguado el guarapo” como solía decirse en criollo, que habría ganado el país, calarse la bota militar desde 1945 a 1958. Casi tanto tiempo como ha durado Chávez. ¡Gracias a Dios pudimos darle al país el liderazgo que se necesitaba ¡
Ese es el compromiso de estas generaciones, no estar por debajo del reto de la Historia, estamos ante un régimen tramposo, corrupto como ningún otro, traidor a los mejores intereses de la Patria. Si el fraude de los tahúres y la cobardía de los pusilánimes, pretende de nuevo estafar los derechos del colectivo, burlar la voluntad de los ciudadanos, para mantener este engendro de entreguismo y corrupción campante, hay que invocar aquel manifiesto del Comité Ejecutivo Nacional ante la burla electoral de 1952, hijo de la pluma libertaria de su Secretario General Dr. Alberto Carnevali, cuyo título define todo: A LA REBELION CIVIL, LLAMA ACCION DEMOCRÁTICA…



Charla dictada por el Dr. Alfredo Coronil Hartmann, en el Salón Gonzalo Barrios, de la Casa Nacional de Acción Democrática, por invitación de la Fundación Raúl Leoni.
Caracas martes 17 de julio de 2012.

EN AMBAS RIVERAS DEL “ARAUCA VIBRADOR”.


EN AMBAS RIVERAS DEL “ARAUCA VIBRADOR”.
Por: Alfredo Coronil Hartmann*

Esp. El Colombiano 

     Melómano y fanático de la opera, siempre tuve inmensa admiración por la gran soprano Adelina Patti, quien estuvo por más de cincuenta años en las grandes plateas del mundo, cuando uno ha cumplido igual número de años, fatigando las teclas ( ayer de una maquinilla, a la cual dediqué un poema “Adler 70”, hoy de una computadora “up to date”)     sabiendo que uno no es, definitivamente, una Adelina Patti del periodismo, sufre a veces temores de primerizo, de allí que, pese al importante estímulo intelectual de iniciar colaboraciones de un diario de la entidad y circulación de El Colombiano, me haya tomado más tiempo del que el cabria esperar de un viejo luchador en este oficio, para iniciar estos artículos.
 La convicción de que Colombia y Venezuela comparten un destino. Destino que se afianza y supera en la antigua Nueva Granada y que vacila y retrocede en la “nueva”  Capitanía General de 1777.  La demora no podía continuar. Cuando, durante su primera presidencia, el Dr.Rafael Caldera viajó a Bogotá, llevó en su comitiva al humanista venezolano Arturo Uslar Pietri, durante el vuelo le dijo: “Arturo dame una frase para mi discurso de llegada”  el aludido, tomó un papel y escribió sin una vacilación: “ He venido de Caracas a Bogotá, sin salir de la patria de Bolívar”  y ese fue el titular a ambos lados de la frontera.
Hoy, más allá del anecdotario mediático de “el nuevo mejor amigo” y las concesiones y guiños a la galería, es un hecho que supera las “intenciones” de sus gobernantes, que existen diferencias mucho mayores que aquellas que conocimos en el pasado –que fueron muchas- porque en está ocasión esas diferencias no provienen de las “buenas o malas tripas” de uno o dos individuos, sino que son intrínsecas a dos sistemas, a dos modelos de desarrollo, a dos líneas de conducta política profundamente incompatibles y enfrentadas. El presidente constitucional de Colombia podrá obtener beneficios comerciales inmediatos –muchos de ellos, como deudas preexistentes- de innegable justicia, el comandante-presidente de  la “República Bolivariana de Venezuela” podrá mitigar las injustificables carencias –especialmente alimentarias- que sus erradas y erráticas “políticas económicas”, algún nombre habrá que darles, produjeron: la destrucción del aparato productivo nacional, tanto agropecuario como industrial.
Más allá nada se resuelve. Todos los venezolanos –no creo que sea distinto en Colombia- que hemos tenido alguna participación en los asuntos públicos tenemos, más o menos cerca, familiares, maestros o amigos vinculados a las desandanzas bilaterales. Mi tío el Dr,Julian Viso, redactor del primer Código Civil de Venezuela y Canciller de la República, fue negociador de diferendos territoriales, mi abuelo el Dr. Domingo Antonio Coronil, tuvo la responsabilidad de lidiar con un supuesto “casus belli” cuando fue enviado como embajador (entonces Ministro Plenipotenciario de Venezuela en Bogotá) en 1922 hasta 1925, nadie es ajeno de aquel o de este lado “del Arauca vibrador” a similares o parecidas circunstancias. No tenemos por que horrorizarnos de las dificultades que se avecinan, tengo gran confianza en la sabiduría de la Casa de Nariño, así como en la del Palacio de San Carlos, del lado venezolano, hoy, no existe una cancillería digna de tal nombre, la Casa Amarilla es un campamento más de “misioneros” improvisados, nuestros veteranos embajadores o catedráticos de Derecho Internacional, tienen más de una década extrañados de la vieja e histórica casona. Así resulta que, independientemente de que sea justo o no, a los “colombianos” les va a tocar pensar y actuar por las dos partes. Venezuela marcha hacia el final de un régimen militarista y autoritario, que ha provocado y agredido verbalmente a todos o casi todos los países del continente y del mundo. Colombia ha merecido el “privilegio” de los mayores dislates verbales. No obstante en estos años de ignominia, la democracia venezolana ha encontrado entre sus hermanos colombianos apoyo y solidaridad, cuando conocí a Don Eduardo Santos, Venezuela transitaba horas de democracia y progreso, pero sentí el afecto y la solidaridad de Don Alfonso López Michelsen en este “tiempo del desprecio” –apropiándonos el título de Andre Malraux- durante largas horas de conversación, en su modesta casa de Miami o en algún restaurante o café de la ciudad floridiana o en sus llamadas siempre oportunas para aludir al drama venezolano o al colombiano. Le tocará pues a la Casa de Nariño, marcar la pauta, en el año que venimos de iniciar se cierra un capítulo de la historia venezolana, pareciera hoy aventurado adelantar hipótesis sobre la forma y las características de ese cambio impostergable. Tocará pensar “en grande” no en intereses más o menos subalternos, en preservar la honda e indestructible afinidad y fraternidad de dos pueblos y dos economías que se complementen y potencian. Tengo fe en que Colombia no sucumbirá a cantos de sirena. El futuro será cada vez mejor si lo enfrentamos codo a codo, así será.

* Polítologo y abogado venezolano, MS y Ph.D. en Administarción Pública, exparlamentario, catedrático universitario, dirigente de la oposición. 

Al borde de los cincuenta.


Al borde de los cincuenta.


Esp.Vez.Analítica                                                      por:Alfredo Coronil  Hartmann*


No, no sufro  de un síndrome de juventud tardía, simplemente y en la revisión de mis papeles, labor que me agobia ahora para estructurar algunos temas copiosamente tratados, se me ocurrió sacar unas cuentitas y para mi asombro descubrí que en unos tres años, cumpliré cincuenta enfrentando este apasionante reto del papel y el ya casi innumerable número de instrumentos de escritura.
Ese día, como cada semana, lo había iniciado leyendo un excelente artículo de mi compañero de la entonces denominada Comisión Permanente de Política Exterior de la Cámara de Diputados y hoy colega de la Junta Directiva de la ONG Acción Popular y del Polo Constitucional.
Titular un artículo suele presentar siempre un breve dilema. Oswaldo de cuidada y atildada expresión verbal, muy pero muy rara vez fuera de tono, fue directo al grano y tituló inmejorablemente, con solo tres palabras, su valeroso artículo: Renuncia, destitución o enjuiciamiento.  Todo otro vocablo sobraba en esta hora deletérea y vergonzante que vive la República, todo estaba dicho y lo cual es mas importante todo estaba claro  en la mente del pueblo venezolano. De nuestra capacidad de verter en acción creadora, la necesaria reconstrucción de la República dependerá el futuro.

Venezuela ha sido una gran paridora de líderes, porque presuponer que ha sido atacada de temprana e injustificable esterilidad. Hay que revitalizar el brazo ejecutor, descansándonos en los brazos de nuestras promisorias juventudes, pero no dejarles jugar al “aprendiz de brujo” que las cosas no están para ensayitos ni juegos de escenarios virtuales: experiencia y vigor, marchan muy bien juntas cuando una no pretende sustituir a la otra. ¡Que así sea!



* Abogado, politólogo, Ms. Y Ph.D.

El sereno constructor.


Presidente Raul Leoni
Recuerdo con nitidez al muy querido y respetado “viejo Leoni”, lo conocí siendo yo un adolescente que venía de un exilio europeo, Raúl y Menca, lo habían sufrido en Centro y Norte América y en aquella Cuba que tan hospitalaria fue con la diáspora venezolana de 1948. Pero los afectos y las raíces venían de lejos en el tiempo y en la distancia, el padre de Doña Carmen América, fue el General Juan Fernández Amparan jefe y caudillo del mas rancio gomecismo guayanés, mi abuelo el Dr.Domingo Antonio Coronil Gray, sirvió brevemente como Gobernador del Territorio Yuruari, y por tres períodos representó a su estado natal en el Congreso Nacional, uno como Diputado y dos como Senador –durante los cuales presidió en varias oportunidades el Poder Legislativo-, haciendo dupleta con Don Manuel Diaz Rodríguez, uno de nuestros más respetados escritores. No fueron el General Fernández y el Dr. Coronil simples “compañeros de causa”, los unió una firme y hermosa amistad, que las generaciones subsiguientes no hemos hecho sino reafirmar y cultivar.
En el otro extremo del espectro político, el joven estudiante de medicina Alfredo Antonio Coronil Ravelo y su futura esposa Renée Hartmann Viso, todavía con los textos universitarios bajo el brazo, ingresaron en un partido político clandestino, el Partido Democrático Nacional, ya para ese momento separado del Partido Comunista, y recordado, con un halo de romanticismo heroico,  en la historia política venezolana simplemente por sus siglas: el PDN. Esa legendaria agrupación contaba entre sus líderes fundadores a Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba –su primer Secretario General- y al Dr. Raúl Leoni.
Raúl Leoni venía de ser el presidente de la FEV -Federación de Estudiantes de Venezuela- en aquel 1928, que vio nacer una generación de hombres públicos y de políticos, que escribirían las mejores páginas de nuestra historia en el siglo XX. Al regreso el exilio ( durante el cual Raúl y Menca contrajeron matrimonio) mi papá y Raúl afianzaron y construyeron una firme amistad, me era muy frecuente encontrar a los Leoni, en la quinta Las Chinas, residencia de mi padre en el urbanización Altamira y muchas veces lo acompañé a visitarlos en “Puedpa” al sentimiento amistoso se aunó el que devino de su actuación como médico personal de Leoni, en lo que atañía a la traumatología, su especialidad profesional. Al margen de ese trato familiar y afectivo, yo me iniciaba en la actividad política, como dirigente juvenil de AD en el estado Miranda, aquellos años 1959-1964 fueron peligrosos y traumáticos, el “viejo” Leoni después de sus entradas, aparentemente hurañas, a las reuniones partidistas ( emitía un sonido sordo, grave, que nos llevo a bautizarlo irreverentemente como “el cigarron”) fue siempre el fiel de la balanza, la presencia de la sindéresis y la cordura, que conducía –sin parecerlo- las aguas a su cauce natural.
Hizo una gran presidencia, sin complejos ridículos, continuó aquellas obras de utilidad pública importante y mantuvo y exalto lo mejor del gran equipo humano que había ensamblado Betancourt: Rafael Alfonzo Ravard, Hector Hurtado, Juan Pablo Pérez Alfonzo y su coterráneo Leopoldo Sucre Figarella, bastan como insignes ejemplos. También mantuvo esa modalidad de nuestra política internacional conocida como “Doctrina Betancourt”. Pero ni Raúl fue nunca un “invento” de Rómulo, ni este interfirió para nada en su período de gobierno, durante el cual dramatizó su no ingerencia yéndose a vivir a Nápoles y después a Suiza. Los dos hombres se quisieron como hermanos desde su primera juventud y juntos escribieron las mejores páginas de la socialdemocracia venezolana.
Rómulo, profundamente afectado, me pidió lo acompañara al entierro de Raúl, fue una experiencia dolorosamente inolvidable. No habló mucho, yo diría muy poco, me dijo del dolor de Menca, de ellos como pareja, y concluyó: fue un gran e intachable venezolano.
Estas cuatro décadas de su desaparición física, ocurren trágicamente cuando vemos a nuestro país en un proceso de descomposición general. Después de largos años de deplorable olvido, cada vez más gentes vuelven la mirada hacia los hombres y mujeres que construyeron la Venezuela que conocimos, aquel país abierto, cálido, sin grotescos complejos fabricados y contra natura como el racismo y el “clasismo” en un país legítimamente orgulloso de su mestizaje y que disfrutó –por ponerle una fecha, desde que terminó la Guerra Federal, en realidad mucho antes- de una sociedad fluida y abierta, de una sociedad permeable sin estructuras fosilizadas, como tristemente ocurre en buena parte del continente americano.
Quiero con humildad y profundo sentimiento, unir mi voz a aquellas que, en silencio y discretamente –como a él le hubiese gustado- le rinden el más merecido de los homenajes.
Gracias Doctor Leoni, por sus luchas, por su vida, sus obras y sobre todo por el ejemplo de un transito humano que las nuevas generaciones deben asumir como un paradigma.

Una nota sobre el PRI.


Una nota sobre el PRI.



Por: Alfredo Coronil Hartmann
Esp. El Frente Patriótico

Acabo de leer, unas notas de mi admiradísimo Marco Tulio Cicerón, quien salvó a Roma de la conspiración de un aristócrata corrupto, populista y demagogo, que se llamó Lucio Sergio Catilina, iniciador de una especie que seguimos padeciendo, no solo en Latinoamérica.
El eximio orador se refiere, a una información de “El Nuevo País” –diario propiedad de ese continente de contradicciones que es Rafael Poleo- señalándolo como ocasional vocero oficioso de AD, lo que en efecto ocurre cuando quien expresa una opinión vinculada al viejo partido está de “buenas” con el editor.
En este caso se trata del abogado Henry Ramos Allup, Diputado al Parlamento Latinoamericano, quien inveteradamente ocupa la Secretaría General, mi viejo amigo, quien ha dado una prueba sorprendente de versatilidad, después de los sesenta le perdió el miedo a los aviones ( Romulo Betancourt no se lo perdió nunca)  y además descubrió que le gustaba e interesaba la política internacional. Volteretas que me preocupan, no sea que yo que le llevo escasos 7 meses de edad, vaya a descubrirme aficionado a los deportes o las artes marciales ¡ Dios me libre ¡
El egregio tribuno –no he leído en su fuente las declaraciones o el artículo de Henry- señala que Ramos califica al  PRI como partido socialdemócrata, a mi juicio no lo es, esa gran organización, extraordinaria maquinaria política, es ideológicamente, a mi juicio invertebrada. Traté a figuras tan diversas como Don Emilio Portes Gil, Adolfo López Mateos, Luis Echeverria Alvarez y José López Portillo y nada tenían en común, estos 4 expresidentes. No conocí a Miguel Alemán, en mis tiempos mexicanos, presidente vitalicio del Instituto Nacional de Turismo, usualmente recordado por su abultado balance personal y el número de sus viviendas palaciegas, no es ocioso apuntar que a él se debió el despegue y el desarrollo del México moderno, en efecto el criticado presidente impulsó una reforma tributaria, recordada por el apellido –un tanto pornográfico- de su Secretario de Hacienda: elo Licenciado Beteta. Los recursos del Estado aumentaron abrumadoramente y ello se tradujo en grandes obras públicas: ferrocarriles, carreteras, escuelas, etc, etc. La monumental obra de desarrollo del Licenciado Alemán se ve olvidada y opacada por su alegada pasión numismática. *
 Con Luis Echeverria tuve contacto siendo Secretario de Gobernación y con López Portillo de Hacienda. Tuve el honor de almorzar, junto al compañero Luis Aquiles Moreno, con Luis Echeverria, ya expresi dente en su casa de ciudad de México y recibí en Roma a López Mateosquien visitó y habló largamente con Rómulo Betancourt. El termino “socialismo” es un arcano filosófico, sirve para todo y evidentemente, como consecuencia forzada, no sirve para nada.
Por ello Rómulo nunca estuvo de acuerdo en la afiliación de AD a la Internacional Socialista, decía que el tiempo que se perdía explicando a “cual” socialismo adhería uno, así como a cuales rechazaba, sería más útil emplearlo en hacer cosas por el pueblo. Accedió finalmente y hasta presidió reuniones internacionales de la IS, por complacer a Gonzalo Barrios y a Carlos Andrés Pérez. Lo gracioso de todo ello es que Betancourt en Venezuela y Haya de la Torre en Perú, fueron los creadores de la social-democracia real, décadas antes de que los empastichados partidos socialistas europeos y algunos suramericanos se deslastraran de marxismo y dogmas “obsoletos”.
La II Internacional Socialista, revivida por Willy Brand, Olof Palme y algunos otros ilustres líderes del socialismo europeo y que tuvo el honor de tener en sus filas a Bruno Kreysky, Felipe Gónzalez, Francois Mitterrand, Shimon Peres y otros próceres, revivida como Internacional Socialista, ya –hoy en dia- no califica a nadie y tristemente podría estar en vías de descalificar. Espero que no lleguemos a eso.
La propia AD tiene su cuota de culpa en esa decadencia, cuando CAP, atendiendo una solicitud de los Sandinistas, que venían de hacer elecciones y entregar el poder a Violeta Chamorro, no le quedó más remedio que llevarlos de la mano a la IS. Fueron, junto al PSOE del incalificable Rodríguez Zapatero, alias “Bamby”, los mejores aliados de Chávez en sus frustrados intentos por incorporar el MBR a la Internacional. Me tocó dirigir, personalmente, la lucha por impedirlo y hago propicia la oportunidad para expresar mi eterna gratitud al compañero Shimon Peres –actual Presidente de Israel- , a Felipe González, Luis Yáñez-Barnuevo García, Alfonso Guerra, Guillermo Galeote y Elena Flores, entre otros muchos compañeros de la gente seria del PSOE, por su apoyo en esas –para ellos- muy difíciles circunstancias. Afortunadamente los peronistas no son miembros, ni el PT de Lula, si lo son los socialistas chilenos, dignos del Premio Nobel de inconsecuencia política, no solo se cansaron de halagar y adular a Chávez, sino que no fueron en sus gobiernos capaces de ofrecer u otorgar un solo asilo, en ese querido país, a los opositores venezolanos, adecos o no, a diferencia de los integrantes del Partido Radical Social-Demócrata y del propio PPD de Ricardo Lagos. Conservo, para la historia, un edulcorado diploma de “gratitud” en metal, del PSCh a Acción Democrática por su generosísimo apoyo durante la dictadura de Pinochet. Así se escribe la historia…

*En oportunidad menos “seria” podría relatarles alguna anécdota del general Beteta, hermano del ministro, quien había sido Director o Presidente del Instituto de Ferrocarriles.