Venezuela: los militares entre la espada y la pared
Por: Heinz Dieterich | Domingo,
07/02/2016 10:56 PM | Versión para imprimir
1. Venezuela
sin negociación
Pese a que la política de Miraflores y
de la MUD empujan el país cada vez más hacia un estallido social y la
instalación de un régimen militar abierto, no realizan negociaciones serias
para evitar tal catástrofe. La razón de esta paradoja radica en la esencia de
la negociación. Negociaciones serias sólo se realizan cuando las estrategias de
lucha presuntamente exitosas, que en términos lógicos son hipótesis sobre el
futuro, han sido derrotadas en la práctica. Es decir, cuando los adversarios
han llegado a la conclusión, que no pueden imponer su agenda y sus intereses al
otro y, por lo tanto, tienen que negociar un compromiso. Este punto no ha
llegado en Venezuela, porque tanto la fracción socialpopulista como la
neoliberal de la clase política están convencidas, que con su estrategia actual
prevalecerán en la conquista del Estado y el botín real, la renta petrolera.
2. La
Madre de todas las negociaciones
El mejor modelo didáctico para explicar
la conflictividad en una sociedad de clase, es la guerra. Mientras un Mariscal
de Campo está convencido que ganará terminantemente en el campo de batalla, no
ve razones para negociar un quid
pro quo (algo por algo) con el enemigo. Por este
motivo, Obama negoció una frágil "paz caliente" con Cuba e Irán. O,
cuando el imperialismo inició su gran campaña militar (Plan Colombia) contra
las FARC, se le dijo a un oficial yanqui, que no podían destruir militarmente a
la guerrilla. "Lo sabemos", contestó. "Sólo queremos causarles
5000 muertos a las FARC, para que acepten que no pueden ganar la guerra y que
tienen que negociar un arreglo." En Venezuela, ambos adversarios mantienen
la ilusión de que van a ganar la "guerra" con las estrategias
empleadas. Ambos están equivocados. Pero, mientras no hayan vivido la
experiencia de su derrota relativa, no negociarán en buena fe. El resultado
inevitable de su ceguera ---un creciente caos social y político--- será un
régimen militar abierto.
3. Cambio
cualitativo en el papel de los militares venezolanos
Los Estados Mayores del Comando Sur
(SOUTHCOM), de la Fuerza Armada colombiana y de la Fuerza Armada venezolana ya
tienen preparados sus "planes de contingencia", para el caso de la
toma del poder por las FANB. La situación (teatro de operaciones) más compleja
se presenta para los militares bolivarianos. Para los compañeros en armas de
Hugo Chávez no es una cuestión de querer asumir formalmente el poder del
Estado, sino de estar obligados por los políticos a hacerlo. No quieren tomar
el poder públicamente, porque la forma institucional en que lo ejercen ahora es
idónea para ellos. Sustituyen la austera, disciplinada y monótona vida
castrense de los cuarteles por las prebendas de altos ejecutivos de empresas
transnacionales o burócratas estatales, sin ser responsables del desastre
oficialista. Y sus esposas, un vector fundamental en la institución, pueden
abandonar los feos y aburridos casinos de oficiales y los confesionarios de los
curas (otro vector de poder importante), para vivir "adecuadamente".
En fin, disfrutan de las dulces mieles del poder (Fidel), sin cargar con la
corona de espinas de la responsabilidad pública.
Y tomar formalmente el poder,
significaría hacerse cargo de un problema, que es prácticamente insoluble para
ellos. No tienen el know
how económico, ni el equipo humano, ni el
apoyo social, ni el internacional para hacerlo. Será una misión tipo kamikaze
(de inmolación). Y, a pesar de esto, tendrán que hacerlo, porque las dos facciones
de la clase política ---la cretina y la idiota--- implacablemente empujan al
país hacia tal desenlace.
4. Maduro
no es el problema
La incapacidad del gobierno para
resolver cualquier problema y los exabruptos del Presidente han hecho nacer en
las redes sociales la hipótesis, de que Maduro "no es apto para
gobernar". Pero, el hecho es, que Maduro no "gobierna". Maduro
no es más que el vocero de la camarilla dominante del PSUV, que controla
Cabello. Maduro sólo juega el papel que se le ha asignado en la división
política del trabajo de la camarilla. Quien realmente gobierna es Cabello. Y
Cabello es una peligrosa combinación de objetivos claros y una gravitación
natural hacia los métodos de la guerra sucia. La "errática" política
del gobierno no se debe a la ineptitud de Maduro, sino al objetivo estratégico
de la gobernanza oficialista: una intervención militar abierta. Incapaz de
desarrollar cualquier estrategia racional de superación de la crisis, la toma
del poder por los militares dejaría el paquete de la salvación nacional en
manos del Estado armado, no del partido y del Estado civil. Esto explica,
porque el bloque de los militares ---que ahora es el único poder real detrás de
Miraflores, con unos 25 militares como ministros y gobernadores en servicio
militar activo o reserva--- no ha intervenido decididamente en el catastrófico
curso del Titanic; excepto el bloqueo del desconocimiento oficialista del
resultado electoral. Está entre la espada y la pared. Si acepta el desenlace
del proceso actual se le aplicará la receta de Macri, la destitución de toda la
cúpula castrense actual. (En Argentina, 25 generales.) Si toma el poder
formalmente, fracasará y se vuelve insignificante.
5. El
papel de la MUD y Washington
Queda por explicar, porque la MUD también
participa alegremente en esa ruleta rusa. La política de la oposición
contribuye a esa dinámica, porque sabe que, debido a la correlación de fuerza
nacional e internacional, ganará la batalla, tanto dentro de un escenario civil
como en uno militarizado. ¿Y qué ganaría con la instalación de un régimen
militar abierto? La respuesta es obvia. Para llevar a cabo la estrategia
continental del "roll back" del desarrollismo socialdemócrata, debe
destruir no sólo el "bolivarianismo" civil y de masas ---objetivo, ya
casi logrado--- sino destruir su baluarte real: la Fuerza Armada bolivariana.
Ante una tarea insoluble, la idea y las fuerzas reales del
"bolivarianismo", quedarían aniquilados por mucho tiempo.
6. La
Nación sin cabeza o ¿qué resuelve un régimen militar?
Un régimen militar ---aunque pensado
como transitorio hacia elecciones generales--- no resolvería la situación
actual. En primer lugar, porque las elecciones las ganaría la oposición con
creces. Y, en seguida, vendría el Thermidor ---la contrarreforma neoliberal
oligárquica de Macri--- con el descabezamiento de las FANB y la destrucción de
las pocas conquistas sociales que han quedado. Ninguna persona sensata va a
querer sustituir un mal por otro.
En segundo lugar, la economía y el
tejido social dañado no aguantarían los tiempos de proceder institucionalmente.
La solución debe implementarse de inmediato, con las drásticas medidas
económicas necesarias, una narrativa creíble de salvación nacional y un nuevo
liderazgo que puede convencer a las masas. El problema es, que no se ve ninguno
de esos tres elementos en la MUD, ni en el gobierno, ni en las Fuerzas Armadas.
La nación se encuentra hundida en una crisis nacional, y sin cabeza. Y, de
corto a mediano plazo, las elecciones se volverán ineludibles, para todos los
actores. ¿Qué hacer, entonces?
7.
¿Que hacer?
Bajo los supuestos de que la cúpula
militar pueda mantener la cohesión de la Fuerza Armada ante la deteriorante
situación socio-económica y las continuas estupideces económicas del gobierno
---ver propuesta de default de Salas y su mentor español en el país de los cuys
(Ecuador)--- así como lo ineludible de nuevas elecciones en un periodo de
tiempo relativamente corto, no hay otra solución progresista al impasse, que la
creación de un Nuevo Partido pragmático del Centro.
Para la transición necesaria hacia una
economía autosustentable, Venezuela requiere de una especie de Deng Hsiao Ping tropical. ¿Habrá alguien en el país que pueda asumir
ese formidable papel, crear un colectivo y salvar al país? Si no, el caos, la
oligarquía y el FMI se lo van a tragar vivo.
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