Blog de Rafael Cadenas
·
email
·
1
LEA TAMBIÉN:(X)
Rafael Cadenas
Piano, por Joseph Beuys.
1966 / Centro Georges Pompidou, París
¿Qué se espera de la poesía sino que haga más vivo el
vivir?
♦
¿Quién puede hoy, sin sentir cierto
malestar, sentarse a escribir un poema, a hacer una obra de arte? Escribimos,
anotamos, registramos. C’ est tout. Lo otro se lo
dejamos a eso seres inmunes que la locura de nuestra época, el derrumbe humano
que percibimos, la destrucción del planeta, no logran sacudir; a los que
todavía creen en el poema acabado, el bello objeto, La Kunst Ding.
♦
¡Cómo no va a estar en baja la poesía si la lengua se encuentra en la mayor
penuria de su historia!
♦
Ya la distancia entre el lenguaje escrito y el hablado ha sufrido tal
ensanche que puede llevar a una escisión, a la existencia de dos lenguas, como
ha ocurrido en ciertas culturas.
Este es otro síntoma de nuestra barbarie; pero no se menciona.
La quiebra de la lengua es la quiebra de
la cultura, de la sociedad y del espíritu. Es tan indeciblemente importante
enseñarla bien. Debía ser el eje de la educación en la escuela, en el liceo, en
las escuelas de letras. Con todo, ningún Estado le da importancia. Sin ese
instrumento, dice Pound (en El arte de la poesía), el propio Estado se
va al diablo.
♦
La sociedad moderna hace de la lengua,
que es instrumento de expresión de todo el ser, un artefacto funcional para el
intercambio mínimo imprescindible, el que permite la marcha del engranaje. El
milagro del lenguaje se reduce a repertorio de sonidos básicos. Tal vez estemos
ya en medio del newspeak.
♦
Un hombre en un apartamento de esta ciudad o de cualquier otra, lucha con
las palabras. Es uno entre millares; no conozco la proporción. Tal vez en otros
apartamentos habrá otros, pero no debe existir cuenta más fácil: la sociedad
moderna condenó hace tiempo al hombre de letras, al hombre de la pasión
por las palabras, a un destierro creciente, pero al mismo tiempo ha perdido la
voz. No puede expresarse. Carece de lenguaje. Cuenta con clichés, estereotipos,
ruido.
♦
Hemos entrado en una barbarie. No ha habido invasiones. Después de todo, los
bárbaros portan una energía que avigora civilizaciones cansadas. En nuestro
tiempo es la sociedad la que, revestida de progreso, se barbariza. Se trata de
una destructividad «inteligente». Hay algo tanático en el progreso que
conocemos.
♦
«Un libro tiene que ser el hacha para el mar helado que hay en nosotros»
(Kafka).
Exigentísima piedra de toque. No sé cuántos libros podrían ceñirse a ella
cumplidamente y salir ilesos.
♦
Vivo desde la ignorancia radical.
♦
Un pueblo sin conciencia de la lengua termina repitiendo los slogans de los
embaucadores; es decir, muere como pueblo.
♦
Frente al poema. Entramos en contacto con palabras que se reaniman en
nosotros, que dependen de nuestra respuesta para cumplirse. El modo de
recibirlas es lo que hace el poema.
♦
Hay quienes se ponen a buscarle utilidades al arte, cuando su valor está en
que se sitúa fuera del campo de lo utilitario. Son los que dan en el desatino
de pelear en el terreno de la sociedad. Hace falta mover a los hombres en la
dirección de lo gratuito, el goce, del ocio –contrapesos.
♦
La poesía puede acompañar al hombre, que está más solo que nunca, pero no
para consolarlo sino para hacerlo más verdadero. Por eso tiende a ser seca,
dura, sobria. Además, ¿qué consuelo puede haber?
♦
El lenguaje de la poesía mira al misterio, lo tiene presente; es lo que lo
hace esencial. Los otros lenguajes no lo advierten, no le dan cabida, operan a
sus espaldas; muchos de ellos son seguros, afirmativos, sapientes; están llenos
de suficiencia; rezuman autoridad. Si algo tiene que ver con la poesía es la
ignorancia fundamental, el no saber, sobre el cual está erigido el mundo del
hombre.
De ahí lo inconcluyente de la poesía. Se mueve en un borde donde no caben
certidumbres rotundas, Esta es su fuerza desconcertante.
♦
Los poetas no convencen. Tampoco vencen. Su papel es otro, ajeno al poder:
ser contraste.
♦
El poeta vive lejos del mundo donde
señorea la ideocracia.
♦
La poesía tiene que ver esencialmente con la vida, con ese hecho inefable,
y es extraña como ella que siendo lo más inmediato o sin distancia, pues la
somos, es lo menos nuestro.
♦
En la poesía se ha de sentir el sabor de eso que, siendo lo más presente,
no conocemos.
♦
El hombre convirtió la naturaleza en campo de conquista, en algo que existe
para explotarse. Pero antes debe haber ocurrido una caída; el hombre tiene que
haber perdido, si lo tuvo, el sentido del misterio. Tal vez sea esa falla
radical lo que ha destapado a los demonios.
Hoy no existe una relación, aparte de la biológica, con el cosmos. El alma
no participa como el cuerpo en este contacto, y así también el cuerpo deja de
sentirlo. Sobreviene entonces un embotamiento que amenaza con destruirnos.
♦
La propia actividad de dominio sobre la naturaleza que realizan los hombres
los ha alucinado haciéndolos olvidar el fundamento. Tal vez pensaron que podían
«manejarla» y «manejar» la esfera de lo humano, como pretensiosamente se suele
decir hoy, pues la palabra se aplica de ordinario a fuerzas que más bien nos
manejan. No sabían que cuando se olvida el fundamento la esfera de lo humano se
torna ingobernable, pierde sus proporciones, se desmide, se vuelve pesadilla
–la que vivimos hoy. Por creer sólo en la acción impositiva caemos en el caos,
y los dioses de la tierra toman venganza.
♦
Los hombres se dan a enriquecerse porque ya han perdido la fuerza que hace
adorar.
♦
Los libros se forman solos. Van haciéndose al hilo de los días como una
historia. Nunca me he propuesto «escribir un libro». Ellos nacen, como mis
palabras, en el vivir cotidiano. Mi reflexión es fragmentaria. Los «poemas» son
momentos. Anotaciones.
♦♦♦
Anotaciones, Rafael Cadenas,
Fundarte, 1983, Caracas. Curaduría a cargo de Josefina Núñez.
o
29
·
email
·
1
LEA TAMBIÉN:(X)
Rafael Cadenas
No hay comentarios:
Publicar un comentario