DESDE EL
PUENTE
COMENZÓ EL
FUTURO
Por: Oswaldo Álvarez Paz
El pasado domingo 6 de diciembre
pasará a la historia como el día en que Venezuela dio el paso más largo, en
casi dos décadas, para restaurar la vida en democracia y libertad. Sin
estridencias desde el sábado se sentía el ánimo contenido por la población
concretado al día siguiente en una jornada electoral sin precedentes. Fueron
superadas las expectativas más optimistas y enterradas definitivamente las
pesimistas que nunca faltan.
Lo cierto es que la esperanza esta
redoblada. La alegría es contagiosa. La nación entera recupera el optimismo con
relación al porvenir mediato e inmediato. El trabajo que se avecina es enorme,
pero hay con qué cumplir con las tareas con tanta y mayor fortaleza que la que
se acaba de demostrar.
El triunfo aunque arrollador, no fue
fácil. Hemos sido víctimas de un fraude general, un golpe de estado de
ejecución progresiva, que debería haber desembocado en otro “triunfo” del
oficialismo. Pero el desgate natural, más elevadísimas cuotas de ineficacia y
corrupción reflejadas en escándalos inocultables, dejó al régimen desnudo ante
un país harto, fatigado y dispuesto a poner las cosas en su sitio. La tarea
empezó a concretarse con la elección de la nueva Asamblea Nacional. Aunque sin
una guerra declarada no ha existido hasta ahora la tranquilidad necesaria para
que el ciudadano común pueda vivir normalmente. Ha sido dicho que cada tiempo
crea sus monstruos, pero también los instrumentos apropiados para derrotarlos.
Esta gran derrota recibida y reconocida por el oficialismo, nos alegra y
también nos preocupa en grado superlativo. Normalmente los vencedores también
tienen muchas incertidumbres.
Eso que llaman el alto gobierno
cívico-militar, con la dupla Maduro-Cabello a la cabeza, tienen que comprender
la inutilidad de sus pretensiones. No han sabido o no han querido verlo. Todos
los días añadieron ofensas y desplantes contra quienes no han sido sus
incondicionales sirvientes. Por ese camino agotaron la paciencia de la nación,
incluidos quienes sin haber sido sus cómplices tampoco eran sus enemigos. Al
igual que Chávez, también se enfermaron de tiranía. El abuso de poder no ha
tenido límites. Lamentablemente hoy la dupla mencionada parece naufragar
sedientos, delirando para justificarse hasta con su propia gente. No superarán
esta crisis porque están enloquecidos. Han llegado a creerse el disfraz de cada
día. No saben si son ellos o sus ropajes.
La tarea de la nueva Asamblea es
enorme. El país está a la orden para cumplir con lo que a cada sector le
corresponda.
@salpas
Lunes, 7 de diciembre de 2015
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