EN VÍSPERAS DE LA AMNISTÍA
por: Carlos Canache Mata
Los que fuimos perseguidos
por la dictadura de Pérez Jiménez sabemos lo que es pasar Navidad y Año Nuevo
en la cárcel y en el exilio. De eso, nos queda la nostalgia. Ahora, bajo el
régimen que detenta el poder desde 1999, muchos venezolanos también han vivido
y viven esa experiencia. Se les ha quitado la libertad y se les niega el calor
del hogar familiar y la magia de las celebraciones de estos días.
Con Maduro ha aumentado la
persecución política hasta el extremo de que, según se ha informado, actualmente
en Venezuela hay más presos políticos (76) que en Cuba (60), a los que se suman
las 3.800 detenciones y los 1.861
procesados o con medidas restrictivas de libertad que tuvieron lugar con ocasión de las
protestas populares de febrero y meses subsiguientes del año pasado.
Destacan, entre los presos
políticos, Antonio Ledezma, Leopoldo López y Daniel Ceballos, a los que entrego
mi abrazo de solidaridad.
Antonio Ledezma, a quien le
crearon un gobierno paralelo a la Alcaldía Metropolitana de Caracas, acaba de
cumplir diez meses de haber sido sacado a la fuerza de sus oficinas por agentes
del Sebin y llevado detenido sin orden judicial, y hasta ahora no se ha
realizado la audiencia preliminar, diferida en nueve oportunidades por el
tribunal en el que se le imputan los delitos que le inventaron de conspiración
y asociación para delinquir. El Estado venezolano no ha cumplido la exigencia
del Consejo de Derechos Humanos de la ONU de que sea liberado, hecha hace más
de cuatro meses, como lo acaba de recordar su activa y valiente esposa Mitzy Capriles.
Leopoldo López está preso
desde el 18 de febrero de 2014 y fue sentenciado a casi 14 años de prisión por
una increíble y caprichosa interpretación de su discurso pronunciado el 12 de
febrero de ese año, cuando se iniciaron protestas populares salvajemente
reprimidas por el régimen, con un saldo de 43 muertos. En su famosa carta de 18
páginas dirigida a la presidenta del CNE (por cierto, ¿qué se ha hecho?), Luis
Almagro, Secretario General de la OEA, dedica 5 páginas al análisis de la
condena de Leopoldo y concluye diciendo que “este fallo pone en manos de
interpretaciones judiciales muy subjetivas la interpretación de los discursos
políticos opositores” y que “el vínculo entre lo dicho por el líder político y
lo que ocurrió posteriormente como actos violentos se pueden poner en
duda”. La denuncia ante la comunidad
internacional del atropello, fruto de
una especie de surrealismo judicial, que se cometió contra Leopoldo, ha contado igualmente con la diligente y
ejemplar actividad de su esposa Lilian
Tintori.
Estos días de Navidad y Año
Nuevo son propicios para ratificar que, como lo señaló el padre Luis Ugalde,
“la dirigencia democrática ha propuesto con máxima urgencia y prioridad una
amnistía que acabe con la escandalosa persecución de presos políticos y
exiliados y la criminalización de toda actividad política opositora”.
La nueva Asamblea Nacional
ha pedido la palabra.
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