MADURO
QUIERE CONFRONTACIÓN
Carlos
Canache Mata
La Asamblea Nacional que se instalará el 5 de enero del próximo
año reivindicará la majestad del Poder Legislativo, desaparecida durante los 17
años de la autocracia dictatorial que ha
comenzado a agonizar. El país presenció el grotesco sainete de unas sesiones
parlamentarias donde se mentía sin pudor
y se agredía a los diputados opositores
física y verbalmente con adjetivaciones insolentes y vulgares. Con razón, un grupo de intelectuales y
académicos, en comunicado público, manifestaron que “negados a acostumbrarnos
al lenguaje soez, reclamamos que la nueva Asamblea Nacional sirva para
rescatar la dignidad de la palabra
como recurso para el diálogo, el entendimiento y la convivencia”.
La inmensa crisis que vive
el país aconsejaría a los que detentan el poder
buscar aproximaciones y descartar la violencia y las amenazas de
confrontaciones. Lamentablemente, en vez de metabolizar la derrota, desde las
alturas del oficialismo lo que baja son centellas. Mientras la MUD, a través de
sus voceros, dice que hay que evitar un conflicto de poderes, Maduro y sus
acólitos declaran que hay que “convertir
la crisis en una radicalización de la revolución como el 4 de febrero, el 13 de
abril, un renacer”, atreviéndose a afirmar que “el 6 de diciembre triunfó una
contrarrevolución fascista” y que él, Maduro, está “dispuesto a encabezar una
revolución radical”. En el acto de salutación de fin de año a las Fuerzas
Armadas llegó insólitamente a decir que se ha generado una lucha entre dos
polos, “el polo de la patria (el de ellos) y el polo de la antipatria que por
primera vez se anota, sobre la base de la guerra y el juego sucio, un éxito
circunstancial”. Esa es la increíble e irresponsable interpretación
oficial de la histórica jornada del 6D.
Está claro que el oficialismo
quiere choques, no encuentros. Bastaría con citar que entre las decisiones que
tomará la nueva AN destaca la aprobación de la Ley de Amnistía, y
ya Maduro ha informado que no la
aceptará y la enfrentará porque “me
podrán enviar mil leyes de amnistía, pero los asesinos de un pueblo tienen que
ser juzgados y tienen que pagar”. Esa Ley favorecería a los opositores
políticos en general que han perdido la
libertad o están exiliados y a los que están siendo investigados o están presos
con ocasión de las protestas que hubo a partir del 12 de febrero del año
pasado. Habrá que decirle en voz alta al régimen que son suyos los 43 muertos
de esos días al reprimir a los disidentes en las calles, y que habría un fraude
a los artículos 29 y 214 de la Constitución si el TSJ, para torpedear la Ley,
declara una supuesta inconstitucionalidad de ella. No se podrán quitar esos
muertos de encima refugiándose en el burladero de una sentencia judicial
complaciente.
El país y la opinión
internacional estarán atentos a las medidas de seguridad que garanticen la
normal instalación de la AN el 5 de enero.
Si hubiere una perturbación provocada por los “colectivos” que están
aupados por el gobierno, como la que ocurrió contra el Congreso en otro día de
enero de 1848, se adelantaría el desenlace de la crisis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario