23 de diciembre de 2015

El castrismo radicaliza la confrontación en Venezuela, por: CARLOS SÁNCHEZ BERZAÍN, Interamerican Institute for Democracy Diario las Américas, 23m de diciembre de 2015


Publicado por Diario las Américas el Miercoles 23 de Diciembre, 2015.




El castrismo radicaliza la confrontación en Venezuela

CARLOS SÁNCHEZ BERZAÍN*
 

Luego del contundente triunfo del pueblo venezolano en las elecciones del 6 de diciembre (6D) en el que los defensores de la libertad y la democracia ganaron los dos tercios de la Asamblea Nacional, la estrategia del Gobierno castrista que controla Venezuela es radicalizar su modelo dictatorial: provocar confrontación, profundizar la crisis y culpar de ella a sus víctimas, a quienes denomina enemigos de la revolución.  Repiten la tradicional acción estalinista de Fidel y Raúl Castro, que ante situaciones de crisis y derrota, tensionan y producen más crisis, insisten dogmáticamente en su fracaso, no transigen y persisten en su posición hasta que el oponente se asusta, se cansa, se divide o no puede sostener la situación creada. En su estrategia, el castrismo radicaliza la confrontación en Venezuela buscando más crisis para culpar de ella a la nueva Asamblea Nacional mientras opera para dividirla.

El resultado electoral del 6D es un triunfo importante porque el pueblo venezolano pierde el miedo, se moviliza, no se deja provocar y logra que el Gobierno reconozca los resultados.  Se trata de una derrota a la dictadura con las propias reglas de la opresión, que permite a los luchadores por la libertad el control del "primer poder del Estado", pero que no supone el control del Gobierno ni del poder.  Venezuela sigue siendo una dictadura digitada por el castrismo en la que el "Gobierno títere" tiene y ejecuta la "agenda post 6D" que los dueños del poder han establecido y ajustan con el objeto de perpetuarse sin legitimidad ni legalidad.  El castrismo no puede permitirse perder su principal fuente de sobrevivencia en que ha convertido a Venezuela, por lo que sostendrá a Maduro y a su régimen con la metodología que ha aplicado y perfeccionado durante 57 años.

En la situación actual, el error que no se puede cometer es la exacta identificación del adversario. ¿Contra quien se enfrentan los ganadores del 6D? ¿A quién confronta ahora el pueblo venezolano en su lucha por recuperar la democracia?  ¿Quién es el adversario? ¿Es Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, el grupo de civiles y militares acosados por la corrupción y la sombra de un narcoestado que parecen convencidos de no tener otra opción que "vencer o morir" porque con el retorno de la democracia sus crímenes los condenan?  Si fuera solo eso estaríamos viendo una estrategia de negociación para una transición. Si el Gobierno de Maduro fuera "nacional venezolano"  hubiera optado por el camino del reencuentro, del diálogo y de la reconstrucción nacional; hubiera tomado el camino de una retirada ordenada, una disminución y no la pérdida total del poder. Por el camino de la democracia y no de la dictadura -si Maduro y su Gobierno no dependieran políticamente del castrismo- hubieran podido reconocer la nueva realidad política presentada por el 6D y trabajar por Venezuela actuando con sentido nacional. Pero el castrismo ha sido demasiado exitoso en la confrontación radicalizada, esa es su doctrina y hoy la aplica en Venezuela por medio de su Gobierno títere antinacional.

Por las acciones del Gobierno venezolano luego del 6D, es urgente que el pueblo venezolano sepa inequívocamente quien es su adversario. Ha llegado el momento de reconocer e insistir en la evidencia que Venezuela es un país intervenido y que desde la muerte de Hugo Chávez el liderazgo del proyecto bolivariano o socialismo del siglo XXI está totalmente en manos de la dictadura castrista de la que Maduro es un operador que comete traición a la Patria. Que la lucha del pueblo venezolano y sus líderes democráticos es de liberación nacional contra un conocido y criminal sistema de opresión que hoy controla además a Ecuador, Bolivia y Nicaragua, cuyos gobiernos ven el proceso venezolano como su mayor amenaza.

Lo que la dictadura hace después del 6D es producir más crisis, más hambre, más confrontación y más violaciones a los derechos humanos, pero responsabilizando y culpando de ellas a sus víctimas, a los luchadores por la libertad. Por eso no libera a los presos políticos, por eso amarra el poder judicial para seguir usándolo como instrumento de represión, por eso quita y limita competencias a la Asamblea, por eso profundiza la institucionalidad castrista en Venezuela. Más dictadura para sostener la dictadura. Se trata de mantener el poder a toda costa para tener impunidad. La estrategia no es solucionar los problemas, es "radicalizar la confrontación" y por la misma crisis lograr que en poco tiempo "la culpa sea de las víctimas", del pueblo y de los líderes que ganaron el 6D. Cansar y asustar rápidamente al pueblo para que se vuelque contra sus dirigentes. Extremismo, radicalización y culpables, para lo que no faltaran las imprescindibles acusaciones de "guerra económica", "imperialismo norteamericano", "derecha internacional" y toda la parafernalia castrista que no por repetida ha dejado de funcionar.

En democracia el opositor es un adversario al que se busca convencer o vencer con el apoyo popular, pero para la dictadura castrista -extendida en la región como socialismo del siglo XXI- el opositor es un enemigo al que hay que someter o destruir. Esta es la naturaleza del desafío que la historia plantea al pueblo venezolano y sus dirigentes democráticos, que hoy -como hace 200 años- constituyen la vanguardia de una lucha que puede abrir el camino de la libertad y la democracia a todos los países controlados, afectados y amenazados por la dictadura cubana, que sabe que perder Venezuela es el final.



*Abogado y politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy

Interamerican Institute for Democracy
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