LAS EXIGENCIAS QUE EL
MOMENTO HISTÓRICO NOS RECLAMA
Es lo que el momento histórico reclama. Es lo que la oposición demanda. Es
lo que el pueblo exige.
Antonio Sánchez García @sangarccs
Como es de todos sabido, Churchill se preguntó, al asumir en mayo de 1940 la
jefatura de la guerra y del gobierno inglés decidido a enfrentar, así fuera de
rodillas y en cualquier otro territorio, su guerra mortal contra Hitler, que lo
que se vivía no era el fin del comienzo sino el comienzo del fin. Cinco años
después se reunía en Yalta con sus aliados, entre ellos su más odiado enemigo
después de Hitler, José Stalin, para sellar el fin del nazismo, el reparto de
Europa y la consolidación de la democracia en el mundo.
La victoria del 6D cumple con igual sentido: es el comienzo del fin de la
pesadilla castrocomunista que nos ha hundido en estas profundidades del averno
y el salto cualitativo hacia la transición democrática. No es, a nuestro
entender, el comienzo de la transición propiamente tal – ese conjunto de
acciones que bajo un diseño estratégico específico y el control de todos los
poderes por los sectores democráticos del país siente las bases de una nueva
República – sino el inicio del desmontaje de la bomba con que el yihadismo
talibán gobernante de la mano de Maduro, Cabello y Tarek El Aissami, pretende
cumplir con el último propósito propiamente nazista y hitleriano que los anima:
huir dejando tras suyo el apocalipsis de una tierra arrasada.
Es todo lo que por ahora es posible: despejar el terreno de los más graves
peligros que nos acechan – inestabilidad crónica, una guerra civil o un baño de
sangre – uniendo voluntades con aquellos sectores de la Vª República dispuestos a
hacer borrón y cuenta nueva para acomodarse a las nuevas circunstancias
históricas. Y lo que es muchísimo más importante y definitorio: lograr el
respaldo de aquellos sectores de las fuerzas armadas dispuestas a acatar el veredicto
de la soberanía popular y la fuerza de la letra constitucional.
En dicho sentido, comparto a plenitud el principal enunciado del mensaje dado a
conocer en el día de hoy, domingo 3 de enero, por Mitzi Capriles de Ledezma: “LA TAREA, LA FUNDAMENTAL Y ÚNICA TAREA DE LA OPOSICIÓN DEMOCRÁTICA
REPRESENTADA CABALMENTE EN LA MUD ES CONSTRUIR EN LOS TIEMPOS PERENTORIOS DE LA
CRISIS Y DENTRO DE LOS LIMITES DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL, UNA TRANSICIÓN
VIABLE ENTRE EL RÉGIMEN QUE FENECE Y LA REPÚBLICA QUE RENACE.”
¿Cómo conciliar los intereses de unos y otros cuando se comience a vivir ese
conflicto de intereses esenciales entre el Parlamento – legítima y auténtica
representación de la soberanía popular – y todas las restantes instituciones
del Estado: del Ejecutivo a la Contraloría, la Fiscalía y el TSJ, añejas y ya
caducas sobrevivencias parasitarias y de más que dudosa legitimidad de origen?
No se hable de su siniestro y genocida desempeño, que tiene a nuestro pueblo al
borde de una crisis humanitaria de incalculables dimensiones.
El triunvirato ya ha asomado sus garras y decide, al margen de la explícita
voluntad de las FAN, impedir, obstaculizar y si es preciso torpedear con las
armas y el derramamiento de sangre, el cumplimiento del mandato popular.
Primera lógica consecuencia: el Ministro de Defensa y todas las FAN, en su
conjunto, deben ponerse sin vacilaciones ni dudas hamletianas, al lado del
pueblo venezolano. Y permitir el estricto cumplimiento de la Constitución
Nacional. En bien de la Patria, de nuestras tradiciones democráticas y de su
propia legitimidad.
En segundo lugar: los 55 diputados oficialistas electos deben acatar en el
mismo sentido y con aún mayor responsabilidad el veredicto de la soberanía
popular. Exactamente como la han acatado los diputados opositores durante
diecisiete años, aún habiendo sido víctimas de fraudes más que manifiestos. El
pueblo, en su conjunto, no votó por una asamblea rebajada a campo de batalla, a
gallera o a terreno del inclemente despliegue del bandolerismo de uno de los
bandos. Votó a favor de la unidad, de la reconciliación, del entendimiento
nacional. Votó por la paz, por la solidaridad, por la Patria. Esa minoría puede
estar segura de que nuestros diputados, calificadamente mayoritarios, no irán a
las sesiones provistos de manoplas y tubos de acero. Y quien presida la
Asamblea no tolerará, cínico y sonriente, el ataque de gavillas de malhechores
y malhechoras travestidos de investidura parlamentaria.
En tercer lugar: el presidente de la República debe decidir de una buena vez si
continúa al servicio de la tiranía cubana y contribuye a rescatar al país de
las infames garras de la brutal crisis en la que hemos caído por su exclusiva
responsabilidad, desidia e incompetencia, o salta ciega y torpemente al abismo
de su crisis. Un presidente de la República que se respete no puede servir a
dos amos: o Cuba o Venezuela. No hay otra alternativa.
Finalmente: los órganos policiales que acompañan a las fuerzas armadas en la
grave responsabilidad de atender y cuidar del orden social y proteger a la
ciudadanía, deben dar un paso al frente y dejando se servir a parcialidad
política alguna, tal como lo establece el texto constitucional, garantizar la
paz, la concordia y el bien de la República. Impidiendo los desbordes de
colectivos exaltados al servicio de intereses espurios y antinacionales.
Es lo que el momento histórico reclama. Es lo que la oposición demanda. Es lo
que el pueblo exige.
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