30 de enero de 2016

Rafael Caldera: centenario y civilidad, por Horacio Biord Castillo, REPORTE CATÓLICO LAICO / pararescatarelporvenir.blogspot.com 30-01-2016

Rafael Caldera: centenario y civilidad

Rafael Caldera: centenario y civilidad
     
RCL les invita a leer a Horacio Biord Castillo.-
El 24 de enero se celebró el centenario del doctor Rafael Caldera. Nacido en San Felipe (estado Yaracuy) en 1916, falleció en Caracas el 24 de diciembre de 2009. Entre sus muchas facetas de hombre público (ensayista, político, jurista, legislador, profesor universitario, constituyente, parlamentario, académico, procurador y presidente de la República), destacan para provecho del país dos rasgos: su consagración al estudio y a la reflexión y su civilismo.
Como parte de esa faceta intelectual, el doctor Caldera fue un hombre dedicado al estudio de la ciencia jurídica. Egresado de la Universidad Central de Venezuela como abogado y doctor en Ciencias Políticas y Sociales, Caldera privilegiaría en su carrera académica tres temas fundamentales: Andrés Bello (figura cimera de las letras hispanoamericanas y el pensamiento humanístico), el derecho laboral y la política. Esta última no la entendería solo como la ejecución de meras acciones coyunturales, sino como una sostenida praxis derivada, a su vez, de sólidas preocupaciones éticas y morales y alimentada por la investigación y la reflexión profunda. En este último campo, deben destacarse algunas de las inquietudes principales que se constituyeron en constantes del binomio pensamiento-acción de Caldera a lo largo de su actuación política: el valor de la condición humana, la supremacía del estado de derecho, el conocimiento del país y la integración latinoamericana.
El valor de la condición humana derivaba de su visión cristiana de la política, inspirada en la doctrina social de la Iglesia Católica. De allí que, desde muy joven, se interesara en la aproximación del cristianismo, el humanismo y la política. Esa preocupación lo llevó a fundar y sostener durante muchos años movimientos políticos de ideas demócrata-cristianas, como el partido socialcristiano COPEI y, más tarde, el partido Convergencia. Su ideario quedó plasmado en un extraordinario libro titulado Especificidad de la democracia cristiana, en el que sintetiza y coloca en perspectiva la preeminencia de la justicia social y el bien común como conceptos claves de la acción política de inspiración cristiana junto al valor fundamental de la condición humana de la persona.
La supremacía del estado de derecho puede aprehenderse, en la vida del doctor Caldera, en dos aspectos: la creación de instrumentos jurídicos y la sumisión al imperio de la ley y de las instituciones en una actitud plenamente democrática. Lo primero se manifiesta, entre otras formas, en su participación en la redacción de la Ley del Trabajo de 1936 y su posterior reforma, como constituyente en 1946, como parlamentario en varios períodos, como copresidente de la comisión redactora de la constitución de 1961 y luego como presidente de la comisión bicameral para la reforma de la constitución en 1992, amén de otras actuaciones políticas en las que sobresale su actuación como Procurador General además de las derivadas de su cargo como jefe del Estado que lo obligaban a revisar y opinar sobre las leyes que debía promulgar. Lo segundo se expresa en su acatamiento al ordenamiento jurídico del país, tal como se revela en su negativa a buscar otras formas no constitucionales de reforma de la constitución en 1994.
El conocimiento del país fue una pasión y una necesidad en Caldera. A través de la sociología, de la lectura atenta de novelas venezolanas de denuncia de las realidades y condiciones del país, los viajes por la geografía venezolana y el conocimiento de la historia alimentaron y enriquecieron el contacto directo que, principalmente como político y alto funcionario del Estado, tuvo con hombres y mujeres de los distintos puntos del país. Dos ejemplos de ese conocimiento son la relevancia que le concedió, como presidente de la República, al sur de Venezuela y la necesidad de acrecentar y consolidar la articulación entre el norte y el sur del Orinoco y la importancia geoestratégica de regionalizar el país, más allá de la división en estados, lo que probablemente hubiera contribuido a fortalecer el régimen federal. Ambos asuntos tuvieron una especial significación en su primer gobierno (1969-1974).
Finalmente, Caldera entendió, sin demagogia ni simplismos, la trascendencia de la integración latinoamericana y la triple orientación de Venezuela por su contexto geográfico: el Caribe y Centroamérica, el costado andino y las realidades amazónicas, ambos aspectos poderosos vínculos con América del Sur. Aunque durante la primera presidencia le tocó convivir, lo cual debe destacarse, tanto con gobiernos dictatoriales como populistas, Venezuela, en la mente de su primer mandatario, tuvo claro en su política exterior la extrema relevancia tanto del Pacto Andino (luego Comunidad Andina de Naciones), al que Venezuela se adhirió en 1973 y del que lamentablemente se retiraría en 2006, como de estrechar relaciones con Brasil (de allí la construcción del eje carretero El Dorado-Santa Elena, en el estado Bolívar, y el enlace con el norte brasileño; y la conexión entre Caicara del Orinoco y Puerto Ayacucho, la cual tomaría más tiempo completarla a pesar de que su inicial concepción más amplia quedaría sin realizarse).
El civilismo de Caldera se puede destacar en todos los aspectos de su actuación pública. Merecen ponderarse, sin embargo, el entendimiento que junto a grandes líderes socialdemócratas (como Rómulo Betancourt de Acción Democrática y Jóvito Villalba de Unión Republicana Democrática) propició mediante el Pacto de Punto Fijo. Ello permitió la consolidación de la democracia en Venezuela y, por parte de Caldera y de COPEI, un leal cogobierno con el presidente Betancourt entre 1959 y 1964 ; la concreción del proceso de pacificación de los principales movimientos guerrilleros durante su primera presidencia; y finalmente la constitución de un gobierno de coalición en la segunda (1994-1999).
El doctor Rafael Caldera Rodríguez, individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua y de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, profesor de la Universidad de la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Católica Andrés Bello, será siempre un modelo de político preparado y justo, honesto y comprometido.
Rafael Caldera, junto a Rómulo Betancourt y a Eleazar López Contreras, resplandece en el siglo XX venezolano. Los tres constituyen la tríada creadora de la democracia en Venezuela, sus padres fundadores, figuras totémicas de la convivencia y la civilidad.
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Horacio Biord Castillo
Escritor, investigador, profesor universitario
Contacto: hbiordrcl@gmail.com
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