24 de enero de 2016

EL APOLITICISMO MILITAR, por: Carlos J. Sarmiento Sosa, Carlosjsarmientososa.blogspot.com / pararescatarelporvenir.blogspot.com 24 de enero de 2016.

Carlos J. Sarmiento Sosa
Carlosjsarmientososa.blogspot.com



 Al padre Gustavo Sucre S. J., Secretario por décadas de la UCAB,
 venezolano culto e inteligente que supo desempeñar su magisterio 
con vocación y dedicación, en lo que lo acompañó por muchos años
 su gran amigo y recordado docente ucabista el padre 
Fernando Pérez Llantada S. J.., cuya memoria también invoco.
 In memoriam. 


EL APOLITICISMO MILITAR


 La Constitución de 1961, publicada un 23 de enero para recordar para siempre el nacimiento de la democracia de partidos institucionalizada en la República civil que rigió hasta 1998 cuando el soldado ex golpista del 4 de febrero de 1992, Hugo Rafael Chávez Frías se convirtió en Presidente de la República, proclamaba en el artículo 132 el apoliticismo militar en los siguientes términos: “Las Fuerzas Armadas Nacionales forman una institución apolítica, obediente y no deliberante, […] al servicio de la República, y en ningún caso al de una persona o parcialidad política”. Este dispositivo, de meridiana claridad y de fácil interpretación, permitió que durante 40 años las Fuerzas Armadas Nacionales se mantuvieran en sus cuarteles, como se dice coloquialmente, aunque en realidad cumplía a cabalidad con el mandato constitucional a sabiendas de que cualquier militar, al igual que cualquier civil, tenía el derecho de profesar la ideología política que deseara, siendo público y notorio que altos mandos de la milicia eran afectos a los partidos que participaban en el juego democrático sin hacer vida política y otros jugaban, como aquellos tristemente célebres del Samán de Güere, al coup d´etat.

 La Constitución de 1999 fue más explícita que su antecesora de 1961 y amplió lo relativo al tema militar en un capítulo al que denominó DE LA FUERZA ARMADA NACIONAL, lo que implicó un cambio a la denominación que la precedía -FUERZAS ARMADAS NACIONALES- con la intención clara de efectuar modificaciones en las denominaciones de las instituciones, como  fue el caso de la Corte Suprema de Justicia, que pasó a llamarse Tribunal Supremo de Justicia.

 Pues bien, en el artículo 228 de la Constitución vigente, se lee: “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, […] está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna […].”; y en el artículo 330 de la Constitución vigente se lee: “Los o las integrantes de la Fuerza Armada Nacional en situación de actividad tienen derecho al sufragio de conformidad con la ley, sin que les esté permitido optar a cargo de elección popular, ni participar en actos de propaganda, militancia o proselitismo político”. De acuerdo a ambos dispositivos, es elemental deducir que el constituyente quiso que la FAN fuera una institución profesional sin militancia política, dándole el derecho a sus integrantes para ejercer el derecho al sufragio universal en los comicios pero a la vez les restringió el derecho a postularse para ejercer cargos de elección popular -diputado, gobernador, concejal, alcalde- y expresamente les prohibió participar en actos políticos que implicaran propaganda o proselitismo, y tampoco afiliarse a toldas políticas.

 Fundamentado en tan claros principios programáticos fue que el Presidente de la Asamblea Nacional acertadamente advirtió a los militares activos que se mantuvieran ajenos a la política cuando recomendó a un “señor general” en el acto de la presentación del informe de cuentas del Presidente de la República que se despojara del uniforme si quería intervenir en la vida política nacional. Por supuesto, a la milicia activa no le ha gustado que se la encasille en el calificativo de apolítica que, según el DRAE, significa “Ajeno a la política o que se desentiende de ella”, y por ello ha aventurado a alegar que lo que el constituyente quiso decir es que la FAN no tiene militancia política. 

Ciertamente que no es lo mismo ser apolítico o no tener militancia política, pero sabiamente el constituyente fue explícito cuando le prohibió hacer propaganda, tener militancia o hacer proselitismo político, lo que, sin duda conduce a la apoliticidad militar.  En fin, la diatriba ha de seguir porque los militares venezolanos no quieren perder un espacio que han ocupado y defenderán sus presuntos derechos a actuar en el mundo de la política; pero como ha dicho Fernando Mires (http://polisfmires.blogspot.com/2016/01/fernando-mires-notas-sobre-elejercicio.html): “La no adscripción política de las fuerzas armadas es una garantía que asegura la neutralidad profesional de los militares en el ejercicio de su profesión así como la libertad política de los militares en el ejercicio de sus derechos ciudadanos”. 

EL VEJAMEN A LOS VISITANTES EN LOS CENTROS DE RECLUSIÓN

 El tema no es novedoso, puesto que se remonta a la pena de prisión nacida en España en el siglo XVI como sustituto de las condenas a galeras o a trabajos forzados, cuando el reo era oprobiosamente tratado al considerarse la privación de libertad como un castigo y no como un alojamiento para la reeducación del delincuente; y ello no ha evolucionado mucho si se toma en cuenta que constantemente las ONG´S de derechos humanos denuncian los malos tratos a los prisioneros. 

Pero resulta que el tratamiento inhumano no se concentraba solamente en los detenidos, sino que se extendía a los visitantes de éstos, a quienes con frecuencia se les sometía a humillaciones de todo tipo, desde la simple requisa del cuerpo hasta el acoso personal obligándose a quienes acudían a ejercer el derecho de visita a despojarse de sus vestimentas para ser “inspeccionados” e, incluso, abusados sexualmente con el “manoseo” de sus partes íntimas por parte de sádicos e indeseables carceleros y vigilantes que, además, extorsionaban con el pago de sumas de dinero para permitirles el acceso.

 Los filmes sobre cárceles y carceleros han presentado escenas en las que hasta se exigían favores sexuales a las mujeres para facilitar las visitas a sus parejas. Esta situación se agrava cuando se trata de personas privadas de libertad en establecimientos en prisiones militares por razones políticas,  donde la vigilancia de los detenidos la hacen carceleros que forman parte del estamento armado pues, en esos casos, además de esa enfermiza desviación hacia el sadismo que generalmente afecta a los celadores, asumen posiciones políticas y toman partido por los gobernantes que mantienen encerrados a sus enemigos, con lo que extienden sus reprimidos resentimientos contra los familiares y visitantes de sus presos.

 Ejemplo de ello lo tenemos en el caso del injusta e ilegalmente procesado político Leopoldo López Mendoza, quien cumple condena en un centro de detención militar por obra y gracia de la sumisa voluntad de serviles funcionarios judiciales de cuyos nombres no quiere acordarse este escribidor, al menos en esta reflexión. Ello explica lo sucedido recientemente con los vejámenes del que han sido objeto dos damas, Lilian Tintori y Antonieta Mendoza de López, en presencia de dos menores, hijos y nietos de ambas, respectivamente, cuando intentaban cumplir con su derecho a visitar a Leopoldo López Mendoza: Un militar y sus subordinados, en lugar de cumplir con la función de vigilar y controlar el acceso de esas personas, las acosaron con delincuencial conducta pero, además, adoptando una postura política, lo que es inadmisible en los militares, a quienes la Constitución prohíbe hacer propaganda, tener militancia o hacer proselitismo político. 

Como ha dicho Alfredo Romero, Director Ejecutivo del Foro Penal Venezolano, “[…] ya se ha hecho sistemático el trato cruel a los presos políticos y sus familiares. Casos como el de Leopoldo López, Vasco Da Costa, Leonel Sánchez, Yeimi Varela, Yoselin Prato, Marcelo Crovato, Juan Carlos Nieto y Gerardo Carrero son sólo algunos ejemplos”, agregando: “Muy poco o casi nada han contado los presos y sus familiares sobre los que les ha pasado. Y los que han contado algo, como Lilian Tintori, les puede asegurar que han sido más bien muy reservados en cuanto a detalles. Sobre todo las mujeres” (http://www.lapatilla.com/site/2016/01/20/alfredo-romero-hay-evidente-sana-y-trato-cruelcontra-presos-politicos/). 

Estas humillaciones no pueden pasar bajo la mesa. Tienen que ser denunciadas no solamente a nivel nacional sino internacional ante organismos de derechos humanos y lograr la apertura de las investigaciones pertinentes destinadas a castigar severamente a los autores de tan abominables delitos. Luis Almagro, Secretario General de la OEA, ya ha repudiado los acosos contra Lilian Tintori calificándolos de un "atentado a la dignidad humana" (http://informe21.com/politica/luis-almagro-condena-loshostigamientos-contra-lilian-tintori).

Por cierto, este escribidor no tiene ninguna relación de parentesco con un carcelero militar cuyo segundo apellido es SOSA, a quien las agredidas señoras señalaron como autor material e intelectual del maltrato del que fueron objeto, y del que @palmapedroa se ha expresado así: “Quien ordenó la vejación a la esposa y a la madre de Leopoldo López en presencia de sus hijos es un ser despreciable y cobarde”





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