Macri y la extorsión populista.
Por: Juan Claudio Lechín
Darío
Tula conduce el camión frigorífico por la Ruta Nacional 34, en el norte
argentino. Aunque apenas tiene 28 años, trabajó desde niño en varios oficios
pero manejar camión es su sueño cumplido. Mientras cargaba víveres para hacer
unos pesos o jugaba al futbol en pampones de tierra, miraba pasar a lo lejos,
por la carretera de Aguaray, a los veloces gigantes de colores. A escondidas,
iba a la gasolinera a aguaitarlos, a escuchar su ronroneo, el siseo de los
frenos de compresión y a apreciar su majestad. Los conductores eran tipos
cancheros y él quería ser así.
Un
tío le enseñó a manejar una destartalada camioneta de repartos y gracias a un
par de casualidades se convirtió en chofer de carga mediana que ahora
transporta por la madrugada salteña.
De
pronto aparece un enorme bulto que la oscuridad ha camuflado, pisa el freno
pero es tarde. Se estrella a toda velocidad contra un camión de ripio detenido
por un piquete a la altura de General Mosconi. El gas freón se enciende y quema
completamente su vehículo. Darío murió por múltiples fracturas de cráneo.
El
bloqueo según INFOBAE estuvo dirigido por el conocido piquetero José “Pepino”
Fernández. Los piqueteros (un lumpen-proletariat) fueron instrumentalizados por
los Kirchner para darle a sus “operadores sociales” peronistas un negocio de
extorsión, a cambio de manipular las tensiones del pueblo pobre a su favor. Son
una plaga urbana y rural. La élite piquetera es La Cámpora y la dirige Máximo
Kirchner, hijo.
El
gobierno de Macri deberá defenderse de este hostigamiento, en realidad, un arma
de la guerra asimétrica que agita el efectivo discurso mediático de “justicia
social”. Le toca a los argentinos decidir si favorecer la “legítima protesta”
(convertida en negocio de extorsión organizado) o la seguridad ciudadana.
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Juan Claudio Lechin
150 E 57th St. Suite 21 D
New York NY 10022
USA
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