EL ENREDIJO ESPAÑOL.
POR: VICTOR ACTUALL
Mariano Rajoy saldrá de la reunión con el Rey, este viernes, con el encargo de postular su propia investidura ante el Parlamento, aun sabiendo que perderá la votación y su derrota lo perfilará como un político para el archivo. Rajoy negó estar agotado y dijo que se ve “con fuerzas”para intentarlo. Suena raro que el interés antes de un discurso de investidura sea el biorritmo del candidato, y que este pase por el trago de mostrarse pletórico. Sugiere, antes que un líder, un condenado a las fieras; más que un proyecto para España, un expediente para la consulta del endocrino.
El previsible fracaso de Rajoy en las dos primeras votaciones reforzará a Pedro Sánchez para intentarlo por la izquierda. El candidato del PSOE podrá presentarse –ante la opinión pública, ante los barones de su partido– como una alternativa de éxito, capaz de dialogar y llegar a acuerdos, allí donde Rajoy solo ha ofrecido monólogo y aislamiento. Quién iba a decir que Rajoy sería la mejor palanca de Sánchez, después de lo que se dijeron en el último debate antes de las elecciones. La encrucijada española es entre un moribundo y un desahuciado que se necesitan, se complementan y se prestan el suero. Los dos, eso sí, a tope de endorfinas y con la moral por las nubes.
En el PP, no todos están de acuerdo con que Rajoy vaya a un debate de investidura para perderlo, por mucha energía y optimismo existencial que le asistan. Esperanza Aguirre, presidenta del PP madrileño, dijo que ella siempre había creído que a una votación se va para ganarla. Y el ex ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, se mostró partidario de que “la pelota esté en el tejado” de la izquierda, convencido de que darles la iniciativa de investir a Sánchez acelerará la implosión de ese magma de fuerzas tan inestable. Son, no obstante, las únicas voces dentro del PP que sugieren a Rajoy que renuncie a intentarlo ahora y, en todo caso, se reserve para cuando fracase Sánchez.
El ambiente que se ve alrededor del líder es el optimismo norcoreano habitual. Uno de sus ministros, Jorge Fernández Díaz, explicó que en el Ministerio se trabaja frenéticamente estos días para prepararle “notas y papeles” al presidente para su discurso de investidura. Una hiperactividad que contrasta con la pachorra del propio interesado.
Rajoy cayó este jueves en la broma de un imitador de Carles Puigdemont en una radio catalana. Al creer que hablaba de verdad con el presidente de la Generalidad, Rajoy le dijo cordialmente, incluso con camaradería, que podían verse cualquier día de la próxima semana, porque “tengo la agenda muy libre”. En efecto, el presidente vive ya en una cuarta dimensión sin horarios ni fechas en el calendario, aunque él crea seguir con su rutina y hablar con los de este mundo. Los suyos guardan silencio y le preparan “papeles”, para no contrariarle. Es como aquello que se cuenta de Stalin, que cuando falleció, nadie se atrevía a darle la noticia al interfecto.– V. Gago
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