5 de diciembre de 2015

"Elogio de la melancolia" por RAFAEL MUCI-MENDOZA, EL UNI-PERSONAL / pararescatarelporvenir.blogspot.com 5 de diciembre de 2015



Elogio de la melancolía
Rafael Muci-Mendoza

Hoy va a ocurrir un milagro, un gigante va a despertar desde
el despuntar del alba…

¨Todo principio violento tiene un fin melancólico¨
doctor Rafael Hernández Rodríguez


De acuerdo con la definición de la RAE, «melancolía (del latín, melancholĭa, bilis negra) f. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada».

El inolvidable y venerado maestro doctor Rafael Hernández Rodríguez, «Bambarito», (1909-1985) pudo haber sido tomado como un médico excéntrico o un profesor extravagante, pues muy de suyo, no se parecía a ningún otro; esos otros que en pie en un estrado, dictan su clase, muestran cuánto saben, no siempre conocen cómo transmitir su mensaje y especialmente, tantas veces olvidan su función ductora, su obligación con el enfermo, con la sociedad, con la justicia y la libertad, como si estas les fueran ajenas a la medicina y nada tuvieran que ver con el sufrimiento humano, particularmente en el momento erróneo que vivimos en nuestra ultrajada nación. Sin haber salido nunca del país, pertenecía a una generación médica permeada por los saberes de los grandes clínicos franceses que hacían poesía en la narración de las enfermedades… En su caso particular, especialmente influenciado por el médico Dr Louis Ramond del Hôpital Laënnec de París, y sus 12 volúmenes intitulados «Conférences de Clinique Médicale Practique» París. 1932.


Padre de la medicina antropológica, puntual, admirado, temido, amado, irrumpía en el salón con bata blanca cerrada en el cuello, silbando alguna melodía ininteligible y con una varita de metal a la diestra con la que golpeaba sin aparente sentido objetos a su paso… Entonces, el griterío adolescente bajaba sus decibeles, el auditorio callaba, los corazones se abrían, los oídos devenían en esponjas absorbentes, todos dispuestos a embarcarnos en una de esas aventuras ignotas que eran sus clases… En una de ellas llegó a afirmar que en los enfermos de la consulta privada, más o menos un 50% eran neuróticos o ¨enfermos de Amor¨... ¿no es ello cierto…?
Una anécdota poco conocida de su personalidad clínica da cuenta que cuando a poco de graduarse se inició como médico rural en San Casimiro del Estado Aragua, llegó al pueblo ya entrando la noche y notó que todos cuanto le saludaban se encontraban muy bien vestidos… En los pueblos interioranos era costumbre que la gente se vistiera con elegancia sólo en eventos como en las bodas y los entierros; eso le hizo recordar que le habían invitado a un matrimonio ese mismo día en casa de una familia muy apreciada de la comarca. Por ello, decidió que antes de irse a casa, pasaría a felicitar a los novios y a su familia. Cuál no sería su sorpresa al encontrar que todos reunidos en honda cuita para llorar, se hallaban sumamente tristes. Le contaron que la novia había muerto repentinamente poco antes de marcharse a la iglesia. Pidió verla. La encontró pálida, alabastrina, acostada en la mesa del comedor de la residencia, vestida con su traje de novia y un buqué de flores blancas ya marchitas entrelazadas en sus manos. Dio el pésame a sus consternados familiares quienes le relataron pormenores del caso. Y como buen observador que era, al mismo tiempo que escuchaba la secuencia de los hechos, fijaba su mirada en la niña, observando, viendo y observando… Llamó su atención el que unas finas perlas de sudor se asomaban sobre su labio superior y adicionalmente, que para el tiempo que llevaba de muerta, tampoco tenía las uñas violáceas… Ordenó entonces mandar sacar la gente que se encontraba en el recinto y pidió que le dejaran sólo con la muertita. Contaba que sentado sobre la mesa comenzó a golpearla con fuerza en el pecho, a darle cachetadas, respiración artificial, a sentarla, a moverla, a sacudirla… y convencido, así estuvo por espacio de cerca de una hora. Descomunal sorpresa fue presenciar como la niña se sentaba e iniciaba entre jipidos y suspiros, un llanto inacabable... Llamó al novio y a sus familiares cuyo asombro fue inimaginable, acertando sólo a gritar en coro, ¨¡Milagro…!, ¡Milagro…!¨ Se arrodillaban, se abrazaban, no lo podían creer. Total, a la final se consumó la boda en medio de gran algarabía y contento popular. Desde aquel extraordinario y bizarro episodio arrancado de la umbra de la parapsicología y la magia, se le consideró poseedor de dones sobrenaturales…

Más precisamente, desde ese episodio, se originó su apodo de mago de la medicina, pues le tildaban de brujo, de poseedor de poderes mágicos y de que curaba mediante hipnosis y muchas veces sin el recurso de medicinas; por ello le apodaron ¨Bambarito¨ como el personaje de la rumba que popularizó por aquellos tiempos el cantor cubano Miguelito Valdez:

Vete a casa´e Bambarito ¡eh!
él te va a reguardá el cuerpo,
pa´ que te cure tus males,
tu necesitas despojo,
si Bambarito no te cura ¡eh!
no te cura ningún brujo
eso te lo recomiendo
para que cure tu sordera,
Bambarito ¡eh!

Me fascinó su énfasis en las formas frustradas, enmascaradas o atípicas de ciertas enfermedades. Una de ellas, muy común por cierto, la parotiditis epidémica, también llamada paperas o fiebre urliana, condición infecto-contagiosa viral caracterizada por fiebre, acompañada de tumefacción dolorosa bajo las orejas dónde se encuentran las glándulas parótidas, que da al paciente el aspecto de un ratón mochilero gigante, más ridiculizado aún por el abultado aspecto que le imprime el antiinflamatorio casero tradicional: ¡El bojote de hojas de guanábano macho sostenidas con un pañuelo a ambos lados de la cara! Para comprender aquel portento que era mi maestro, baste otra anécdota: una tarde nos habló de las mentadas paperas y de sus raras presentaciones: nos contó con deliciosa prosa sobre las mastitis o inflamación de la mama femenina que ocurrían por agresión del virus: ¨…ahora llegamos a las formas mamarias de la enfermedad, o sea, las mastitis urlianas que pueden llegar a presentarse en forma epidémica y que el alumbrado Dr. Louis Landouzy (1845-1917), gran jocoso, cuando interrogaba a sus examinandos solía preguntarles acerca de la experiencia, extraordinaria, del Professeur Dr. Armand Trousseau (1801-1867): ¨¿Qué particularidad presentó la epidemia de fiebre urliana en el Pensionado para señoritas de Saint-Cyr durante la dirección de Madame de Maintenon?¨ Los estudiantes, por supuesto ignoraban lo que había pasado, y así Landouzy sentía un gran placer en comunicárselos y decíales que se trataba de una forma de mastitis casi exclusiva de la parotiditis. Así pues, en aquella ocasión muchas alumnas tenían los senos enormes y tumefactos por virtud de la inflamación. En su inopia, esto hizo dudar a Mme. de Maintenon de la pureza de sus discípulas, pensando que galantes mosqueteros de la tropa, amparados por la anonimia de la noche habían hecho manifiesto su amor a las jóvenes, al punto de ¡dejarlas madres…! Afortunadamente, al cabo del quinto o sexto caso, la localización parotídea típica con cara de pera vino a lavar toda sospecha sobre la virtud de las pensionarias y a brindar a Mme. de Maintenon la paz y tranquilidad de espíritu ya perdidas…¨ ¿Cómo no aprender medicina de tan poética forma…?
Una biografía de mi maestro puede ser leída en el siguiente enlace:
http://www.anm.org.ve/FTPANM/online/2010/Coleccion_razetti/Volumen10/12.%20Muci%20R%20(391-484).pdf


¡Qué época tan terrible ésta en que unos idiotas
conducen a unos ciegos!
William Shakespeare

Si mi maestro viviera, exclamaría como le oí decir tantas veces,

¡Todo principio violento tiene un fin melancólico!,

porque todo comenzó con inusitada violencia entre los días 3 y 4 de febrero de 1992 cuando Hugo Chávez, junto con otros militares del llamado Movimiento Bolivariano Revolucionario o MBR-200, intentó un golpe militar fallido para derrocar al entonces Presidente de la República, Carlos Andrés Pérez pretendiendo asesinarlo y con él, a la familia presidencial. En la intentona murieron más de cien venezolanos inocentes: tropa y civiles; el cabecilla, aterido de miedo y húmedo en las partes bajas, se escondió en el llamado Cuartel de la Montaña, donde luego de rendirse fue hecho preso y encarcelado durante dos años, hasta ser indultado por el entonces presidente Rafael Caldera. Ya en la ruta, Chávez, ocultando sus intenciones, engañó a muchos y se postuló a los comicios presidenciales de 1998 con el apoyo del Movimiento Quinta República (MVR), y tras obtener la victoria instauró la llamada Revolución Bolivariana con el fin de reimplantar la justicia y eliminar la corrupción; un pastiche ideológico en que basó su proyecto fue llamado Socialismo del Siglo XXI, no otra cosa que la implantación de una forma traidora, disfrazada de dictadura, ahora abierta y repugnante, vulnerando reiteradamente la Constitución Nacional, eliminando la separación de poderes y arteramente entregando la soberanía del país a Cuba, despilfarrando entre regalos y robo un billón de dólares y ahora el país está sumido en la más espantosa penuria. Los muertos no han sido redimidos y los asesinos pasean sus muertos en las frentes sin haber sido juzgados

Se ha perturbado pues la salud del venezolano, y si para René Leriche (1879-1955) el médico francés innovador de la cirugía arterial, «la salud es la vida vivida en el silencio de los órganos»; y si según nuestro académico Santos Aníbal Dominici (1869-1954), Individuo de Número de la Academia Nacional de Medicina, sillón XXX, «el hombre sano vive en la euforia de la ignorancia de sus funciones vegetativas…», la salud del país nunca fue más ruidosa, disfórica, ruinosa, cuitosa y lastimosa, particularmente cuando desde largo viene sufriendo una severísima crisis humanitaria de salud en la que los jerarcas del régimen preñados de odio, maldad e indiferencia, pretenden ignorar el sufrimiento popular y hacen fiesta con lo poco que queda... si la enfermedad es una desviación del orden fisiológico corporal, la enfermedad de MÍ país es una profunda dislocación del orden social, ético y moral.

El padre del psicoanálisis, Sigmund Freud publicó en 1915 un escrito intitulado ¨Duelo y melancolía¨ donde analizaba ambos estados disparados luego de la pérdida del objeto amado; consideraba el duelo como un fenómeno normal: una reacción consciente ante la pérdida de un muy querido objeto; y la melancolía como una patología: la falta de aceptación de la pérdida de lo querido y en consecuencia la pérdida de la propia estima... La dictadura chavista nació de la violencia premeditada y ahora, en medio de la melancolía y sensación de dolor por la pérdida del poder, por el rechazo del pueblo al cual nunca amó sino utilizó indignamente, le  acaece la pérdida total de la autoestima y la voluntad para aceptar que ya no es bien querida y por ello, es incapaz de conectarse con una realidad que la arrolla.

¿Por qué sobreviene la melancolía de Aristóteles después que se desencadena la violencia? Quizá, según el pensamiento helénico un exceso de humor en la sangre. Melans cholé o ¨bilis negra¨, la llamaba Hipócrates. Un pacto con el demonio, aseguraba la Inquisición. Simple locura dictaminaba la psiquiatría, y el psicoanálisis la llamó depresión, ¿y qué dice la revolución? La revolución ha muerto melancólica, intoxicada con su propio odio, con su propia ineficiencia, ineficacia y corrupción, materia morbífica que puso y aun pone en peligro la nación toda; se ha desmoronado mostrando que sólo era un gigante con los pies de barro, un manto de mentiras y provecho propio, una infeliz entelequia…
Hoy va a ocurrir un milagro, desde el despuntar del alba un gigante va a despertar; no lo hará con odio ni con revanchismo, lo hará con esperanza, compromiso y decisión porque el estado de cosas debe cambiar para mejor y así lo exige el pueblo; y aún a sabiendas de que no tratamos con la moral, la ética ni la pulcritud, sino con delincuentes, criminales, chulos cubanos y narcotraficantes que harán trampas, lanzarán a la calle jaurías de inadaptados y malnacidos, no lo haremos con armas, violencia o sangre pues se impondrá el ejercicio de la razón que según la doctrina de las creaciones sucesivas, como el cataclismo de una época glaciaria, destruirá todo el mal existente y renacerá con ímpetu primaveral la decente y robusta nación que todos queremos…
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