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DESALOJAR A MADURO NO ES VENGANZA, ES JUSTICIA
DIEGO
ARRIA | enero 4, 2016 |
Unos días antes de la entrevista, el diplomático venezolano Diego
Arria coincidió en una comida con Henry Kissinger. «¿Serías capaz de
mantenerlos unidos?», le preguntó el legendario secretario de Estado de EE.UU.,
en referencia a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), una amalgama de
partidos opositores que triunfó en las elecciones legislativas de Venezuela del
pasado 6 de diciembre. «No me lo dijo como si yo fuera a mantenerlos unidos,
sino como venezolano», le quita hierro Arria, aunque su independencia y su
prestigio internacional siempre le colocan en las quinielas para tener un papel
en el desmoronamiento del régimen chavista. Arria se presentó a las primarias
del MUD para las elecciones presidenciales de 2012 y antes fue candidato a la
presidencia en 1978. Su curriculum y su activismo político es largo, pero él lo
resume mejor que nadie en su perfil de Twitter: «Fui gobernador de Caracas,
presidente del Consejo de Seguridad de la ONU y finquero hasta que Chávez me
robó Hacienda La Carolina».
Su voz tiene peso tanto en los
círculos diplomáticos más íntimos -fue ministro con Carlos Andrés Pérez,
embajador de Venezuela en la ONU, director del Banco Interamericano de
Desarrollo, secretario adjunto y consejero especial de Kofi Annan en la ONU-
como en el barullo de las redes sociales (tiene más de 670.000 seguidores en
Twitter).
Perseguido por el régimen de Maduro, Nueva York parece
una jaula de oro para él. Recibe en un impecable apartamento del Upper East
Side, decorado con gusto exquisito con arte contemporáneo y mobiliario de
diseño. El mismo día del encuentro, ha ido a renovar su pasaporte, sin éxito.
«Lo primero que hacen es no revalidarte el pasaporte», dice sobre las medidas
del Gobierno de Venezuela contra exiliados como él. «Así están miles de
venezolanos». Sirve un refresco en una bandejita que le regaló Leopoldo Calvo
Sotelo, clava la mirada con ojos diminutos y analiza la encrucijada en la que
se encuentra su país.
Los dirigentes políticos de Venezuela están convencidos de que fue un
triunfo ciudadano promovido por el hambre y el desabastecimiento
-¿Qué panorama se abre tras las elecciones
legislativas de este mes?
-Los dirigentes políticos de Venezuela están
convencidos de que fue un triunfo ciudadano, promovido por el hambre y el
desabastecimiento. Eso fue muy importante, pero me niego a pensar que a los
venezolanos solo les interesaba comer pollo. También había un ansia de tener
dignidad, libertad, derecho a opinar, paz… Esos valores no deben ser
subestimados. Para cambiar el modelo económico, tienes que cambiar el político,
que te asegure una economía abierta. Si no, sería el mismo modelo de ellos. Y
eso lo que hace es seguir enterrándonos.
-¿Qué significará para la oposición tener el control
de la Asamblea Legislativa?
-La gente creyó que al ganar la Asamblea se acabarían
las colas para comer, la economía cambiaría… Y no es verdad. Lo que se ha dado
es un paso monumental para controlar un instrumento utilizado durante 17 años
como una trituradora de derechos, para oprimir, para perseguir.
El presidente Nicolás Maduro es un enfermo terminal. La primera fase es
negar lo que tiene, que es un país colapsado, y la segunda fase es la ira
-¿En qué situación queda Nicolás Maduro?
-Maduro es un enfermo terminal. La primera fase es
negar lo que tiene, que es un país colapsado, y la segunda fase es la ira. Esto
no es un Gobierno normal, es una pandilla, o varias pandillas, que han
secuestrado al Gobierno. No se sabe lo que van a hacer.
-¿Qué papel tendrán las fuerzas armadas?
-Los militares siempre se esconden en un concepto
fundamental, para ellos, la institucionalidad, no romper la institucionalidad.
Incluyo yo temo que el 5 de enero cuando se abra la Asamblea, los grupos
armados traten de impedir que los nuevos diputados entren.
-El mandato de Maduro es hasta 2019, ¿hay que forzar
su salida?
-Hay dirigentes de la coalición opositora que dicen
que la salida de Maduro no es una prioridad. Hay temor a que se piense que
hemos ganado para comportarnos igual que ellos. No se tata de eso, pero tampoco
de no hacer justicia. Hay inhibición. Yo sí creo que hay que desalojar a los
principales jerarcas. ¿Cómo? Sustituyendo a los magistrados del Tribunal
Supremo que han metido ahora, sacando a la fiscal general y a los miembros del
Consejo Electoral que colocaron hace unos meses. No se trata de venganza, se
trata de justicia. ¿Por qué no actuar, por ejemplo, contra el señor Maduro si
la familia presidencial está vinculada con el narcotráfico con sus sobrinos?
-¿Cuáles son las medidas más urgentes para acometer en
enero?
-Una expresión en inglés dice ‘strike while the iron
is hot’ [algo así como ‘golpea mientras el hierro esté caliente’]. La atención
mundial está sobre nosotros estos días, si no lo aprovechamos va a ser muy
difícil el proceso de rescate. Ellos han sacado miles de leyes en 17 años
contra las que hay que actuar. Son importantes algunas de carácter económico,
pero para mí lo principal es el desalojo de los poderes públicos.
-¿Y la situación de los presos políticos?
-Esa es la primera confrontación. ¿Cómo podemos decir
que la democracia ha ganado y tenemos presos políticos? Personas como yo somos
perseguidos sin causa. La Asamblea tiene un derecho privativo para decretar una
amnistía.
-Las maniobras que ejecuta ahora el Gobierno de
Maduro, ¿pueden con la fortaleza del resultado electoral?
-El problema es que tú puedes ir a los tribunales y te
dicen que hay una ley sancionada por Hugo Chávez que dice que la primera
instancia política es la ley del poder popular. Esa ley puede pasar [Diosdado
Cabello ya ha creado un ‘parlamento comunal’ para contrarrestar a la Asamblea
Legislativa]. Estos tipos pueden hacer de todo y es muy difícil anticiparlos.
Las pandillas tienen códigos de comunicación muy distintos a los de las
sociedades normales.
-¿Qué papel va a tener usted en la transición política
de Venezuela?
-Si me preguntas hoy… algo haré. Yo tengo una visión
absolutamente independiente en lo político y en lo económico, y eso me hace
incómodo. Digo cosas que a muchos les gustaría decir, pero no se atreven. Para
muchos yo he sido un aguafiestas, por ejemplo, cuando he dicho que el problema
de Venezuela no era construir más casas sino el narcotráfico o
institucionalizar las Fuerzas Armadas.
-¿Pero se presentaría a una hipotética elección
presidencial?
-Eso va a ser muy difícil. El caso de Leopoldo López
va a ser imparable. No solo porque esté preso, sino porque ha tenido una
actitud muy digna y ejemplar y la gente admira eso.
-¿Le apoyará?
-En ese momento, ya veremos. Pero en principio, sí.
Leopoldo López es más independiente y me gustaría más su visión que las de
otros en el país.
-¿El resultado electoral mostró que no había tanta
manipulación gubernamental como se decía o que el cambio popular fue superior?
-Lo desbordó, era imposible de parar. Lo intentaron
con el ‘gerrymandering’ [manipulación de los distritos electorales], impidieron
la presencia de observadores electorales, hicieron de todo. Pero se les vino un
tsunami encima.
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