BEATRIZ DE MAJO, EL ORNITORRINCO COLOMBIANO
Un esperpento jurídico de proporciones
épicas es lo que se ha diseñado en Colombia con el nombre de Jurisdicción
Especial de Paz (JEP). Este es una especie de marco legal ad- hoc
dotado de un Tribunal Especial, que nacerá en el momento en que el país haya
aprobado, mediante plebiscito, el régimen que entrará en funcionamiento a
partir de fin de marzo, cuando el país vecino entrará en una nueva
etapa de su vida republicana con un país supuestamente en paz.
Este JEP va a juzgar tanto a combatientes (eufemismo creado para designar a
las FARC), como a no combatientes y a los militares que le hicieron frente al
terrorismo durante medio siglo de guerra desigual y más de 220.000
muertos o desaparecidos. Tratar de explicarle este ornitorrinco a la gente del
común es una tarea poco menos que titánica porque es posible que ni
siquiera quienes lo han estado pariendo en La Habana entiendan sus alcances, ni
sean capaces de imaginar las interpretaciones que se le dará a esta
“jurisdicción especial” en el futuro cuando deba aplicarse frente a casos
concretos.
Listar las concesiones que los negociadores han hecho a los criminales
también es imposible. Baste con señalar, como lo ha hecho Human Rights Watch,
que - palabras mas, palabras menos- este régimen resulta una oprobiosa
institucionalización de la impunidad. ¿Quien entiende, por ejemplo, como es que
criminales confesos condenados por fechorías como secuestros, asesinatos,
violaciones, tortura, narcotráfico y todo tipo de crímenes mayores
van a poder ejercer cargos públicos y decidir sobre asuntos del Estado
antes de terminar de cumplir las penas que les sean impuestas por el
Tribunal Especial?.
“Ningún tribunal internacional ha permitido que aquellos que han sido condenados por crímenes de guerra puedan evitar la prisión por crímenes tan graves” fueron las palabras de Vivancos, quien dirige la organización internacional que se ocupa de los asuntos Derechos Humanos a escala planetaria.
“Ningún tribunal internacional ha permitido que aquellos que han sido condenados por crímenes de guerra puedan evitar la prisión por crímenes tan graves” fueron las palabras de Vivancos, quien dirige la organización internacional que se ocupa de los asuntos Derechos Humanos a escala planetaria.
El problema no es solo que lo que ocurra en Colombia a raíz de la
instauración de este novedoso esquema de juicios, castigos y reparaciones va a
ir en contravía y en franca colisión con las normas establecidas
internacionalmente para analizar y dirimir casos de violaciones de derechos
humanos. Es que este monstruo legal validado por la sociedad en su
conjunto a través de una votación plebiscitaria no va a cumplir con uno de los
principales propósitos de las negociaciones de la Habana que es el de conseguir
la reparación de los afectados por el terrorismo guerrillero.
Hasta las definiciones de los individuos objetos de este nuevo sistema de
justicia- guerrilleros, militares de alta gradación, sociedad - son vagas y no
aparecen en él a algunos actores de la guerra como las fuerzas paramilitares.
Hasta el narcotráfico está quedando en limbo, después de haber servido para
causar protuberantes alteraciones en las finanzas del país y hecho destrozos
graves en la ciudadanía colombiana, haber contaminado a Venezuela hasta los
tuétanos incluyendo a figuras importantísimas de sus Fuerzas Armadas y
haber gestado un entramado sofisticado de comercio que trasciende al continente
entero .¿Quién duda del protagonismo explícito de las FARC y sus
tentáculos en el narconegocio?
Pues bien, le ha tocado al propio Juan Manuel Santos explicar algunos de
los elementos que atemorizan a la sociedad en relación a este novedoso esquema
de justicia e invertir montos considerables en mercadear el despropósito que el
país neogranadino deberá instaurar con su voto en pocas
semanas.
No hay que ser abogado para deducir sus consecuencias. Será heredada por
las nuevas generaciones y será usada como un precedente para regímenes
similares en casos de conflictos. Es de esperar que sus creadores sean capaces,
cuando aún hay tiempo, de percatarse del legado que hacen al país de sus
hijos.
Así como un ornitorrinco es considerado por la ciencia
más bien una “broma de la naturaleza” que una especie definida en el
árbol evolutivo, el régimen nuevo que está a punto de aprobarse en
Colombia, también es una completa y fatal aberración.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
Miranda - Venezuela
Publicado por EL REPUBLICANO LIBERAL en 12:00
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