SIN NOVEDAD EN EL FRENTE. SEÑOR DIPUTADO
Antonio Sánchez
García | marzo 21, 2016
Como
no podía ser menos, ya se alebrestan las ambiciones y se reproducen las
mezquindades. Corren los amarillos a quitarle el derecho de postulación a
los azules, los blancos les hacen zancadillas a los morados y las caras nuevas
se preparan a darles una paliza a las caras viejas. Mientras, el desastre se
profundiza, el naufragio avanza, la miseria aumenta. Como diría el gran
novelista Erich Maria Remarque, Sin novedad en el frente, señor diputado.
Antonio Sánchez García @sangarccs
Puede parecer extraño, pero del seis de diciembre a esta parte, contrariamente
a lo esperado, se han incrementado las colas que ya dan vuelta a la
manzana del auto mercado cercano a mi casa. Y viendo ya de madrugada a los
colistas conversando en grupos o mirando al cielo – los gavilanes no se han ido
de El Hatillo y planean sobre sus cabezas viniendo de la cortada de Turgua tan
intrigados por su extraña presencia como yo mismo – se advierte claramente que
no son lugareños. Vienen de lejos. Imagino que atraviesan la ciudad en son de
paseo, como en los cincuenta, según me cuenta mi esposa, cuando los catienses
iban de paseo a Los Chorros. Pero entonces Caracas se extendía hasta la Plaza
Venezuela. Ahora, que pasa de Guarenas, se dirán: “mañana no vamos al
Marqués ni a La California. Mañana nos toca El Hatillo”. Y así sucesivamente.
No trabajan. A no ser que algunos de los clientes a la espera del milagro de la
aparición de los panes a precio oficial sean bachaqueros. Tejen sin la menor
conciencia el inútil telar del comunismo más ocioso – un oxímoron – , el
cubano, consistente en una jaula territorial manejada por una pandilla mayor
armada hasta los dientes que reduce a los ciudadanos de cualquier sociedad que
caiga en sus fauces a tropas infinitas de mendicantes profesionales, muertos de
hambre sobrevivientes de su propia catástrofe, cuya única labor consiste en
esforzarse por sobrevivir. No es “la superexplotación del trabajo”, término
inventado por mi compañero brasileño del MIR chileno Ruy Mauro Marini, lejano
maestro de Lula da Silva, para explicarse lo inexplicable, sino la
superexplotación del ocio y el desempleo, a los que el comunismo conduce
inexorablemente. Como la devastación económica que provoca el delirio del castrocomunismo
genera masas incandescentes de desempleados, inventan esta falsa
actividad laboral que consiste en romperse el culo de la mañana a la noche y
así hasta la madrugada siguiente buscando el mendrugo de pan que echarse a la
boca y echárselos a sus crías. Eso, no otra cosa es el socialismo del Siglo
XXI, señores intelectuales de Aporrea. Eso: una forma perfectamente organizada
para casi morirse de hambre. El casi es la clave: el Estado se encarga de que
obtengan lo justo para no desmayarse extenuados sobre las aceras, como los
judíos en Varsovia, mientras ensayaban el acto final para Auschwitz. Ya
se reportan casos en los andenes del Metro: famélicos, se desmayan de hambre.
Yo invitaría con gusto a conversar sobre esta extraña contradicción – una
resonante victoria electoral que ha logrado el aumento de las colas y la
postergación de La Salida tras la ilusión óptica de la solución de todos
nuestros males – a los genios de la MUD, para los cuales los pueblos se zafan
de sus tiranos solamente si son disciplinados, se ubican al centro del espectro
político – Mires Germanicus dixit – y van cual corderitos a cuanto proceso
electoral se les ponga por delante. Aquellos que creyeron que con las del 6 de
diciembre se había mordisqueado por fin la zanahoria del burro, estaban
profundamente equivocados: ya pululan los expertos electorales de esta
oposición venezolana calculando los votos necesarios para conquistar las
gobernaciones y alcaldías. Que si conquistamos tales y cuales gobernaciones y
tales y cuales alcaldías, ahí sí que tendremos al burro por el rabo.
Como no podía ser menos, ya se alebrestan las ambiciones y se reproducen
las mezquindades. Corren los amarillos a quitarle el derecho de
postulación a los azules, los blancos les hacen zancadillas a los morados y las
caras nuevas se preparan a darles una paliza a las caras viejas. Mientras, el
desastre se profundiza, el naufragio avanza, la miseria aumenta. Tout va tres
bien, madame la marquise. Como diría el gran novelista Erich Maria Remarque, Sin novedad en el frente, señor diputado. Un votito,
por el amor de Dios.
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