Entre los cristianos de Paquistán: “En
cada misa tenemos miedo”
Habla el sacerdote católico: discriminados y perseguidos, convivimos con el terror.
«Entre las víctimas hay muchos cristianos, después de la celebración fueron al parque… gente pobre, gente sencilla, que estaba viviendo con alegría este día de fiesta y de vacaciones». El padre Ashraf Gill es un joven sacerdote católico, párroco en la periferia de Lahore. Su voz se rompe por la tristeza. El atentado del domingo de Pascua que mató a mujeres y niños, muchos de los cuales acababan de salir de las celebraciones en las dos cercanas iglesias pentecostales de la Asamblea de Dios, afectó mucho también a su familia. «Mis padres viven a menos de dos kilómetros del lugar del atentado —explicó a ‘La Stampa’. Mi cuñada y su primo resultaron gravemente heridos, además de otras 400 personas». En la masacre perdieron la vida también muchísimos musulmanes, quienes también son víctima del terrorismo fundamentalista de inspiración islámica.
Es difícil la vida para las minorías religiosas en Paquistán: «Hoy sufren las consecuencias del fundamentalismo y del terrorismo», afirmó el sacerdote. La noticia no había sido revelada debido a las horrendas dimensiones del atentado de Lahore, «pero el mismo día de Pascua —explicó el padre Gill— un cristiano fue asesinado en Islamabad. Cada vez que celebramos una misa, cada vez que festejamos una de nuestras fiestas tenemos miedo».
El párroco paquistaní convive con el terror, pero de su boca no sale ni una palabra de odio. Como cuando recuerda los atentados del 15 de marzo de 2015, contra dos Iglesias de Youhanabad, suburbio completamente cristiano que se encuentra a las afueras de Lahore, en donde viven más de 200 mil protestantes y católicos. «El canto del ofertorio durante la misa dominical fue interrumpido primero por disparos y después por una violenta explosión». Las víctimas fueron 22 y hubo unos ochenta heridos. El padre Gill fue uno de los primeros que acudió para consolar a los sobrevivientes entre los cuerpos mutilados de las víctimas. En 2014 una pareja de cristianos fue quemada viva en un horno en Kot Radha Kishn por fundamentalistas islámicos. En septiembre de 2013 un ataque contra la Iglesia de Todos los Santos de Peshawar provocó 127 víctimas. No se puede olvidar la ley contra la blasfemia, que llevó a la cárcel hace siete años a Asia Bibi, la mujer cristiana condenada a muerte por una presunta profanación de El Corán.
Los cristianos paquistaníes son alrededor de 4 millones (y de ellos casi un millón son católicos) en un país cuya población ronda los 180 millones de personas. Aunque las antiguas castas hindúes han sido abolidas, cierta mentalidad ha permanecido en la sociedad: los cristianos son de los más pobres y hacen los trabajos más humildes. A menudo sufren discriminación. El padre Emmanuel Yousaf, director de la Comisión Justicia y Paz del episcopado paquistaní, pidió justicia: «Somos ciudadanos paquistaníes como los demás».
En diciembre del año pasado, el ayuntamiento de Islamabad cortó el agua a una zona de la periferia en la que viven familias cristianas pobres; la autoridades de la capital pretendían demoler todas las viviendas improvisadas porque eran «abusivas». La decisión fue suspendida por la Suprema Corte. Lo que la inquietó y la llevó a tomar esa decisión fueron los motivos que habían argumentado desde la «Capital Development Authority»: «los suburbios cristianos amenazan a la mayoría musulmana».
Durante la última décadas, las víctimas del terrorismo en Paquistán han sido 50 mil, 45 mil de las cuales eran civiles. Los cristianos no son los únicos que están en la mira de los ataques perpetrados por los grupos fundamentalistas. También han sido atacadas comunidades musulmanas chiitas y ajmadíes, líderes musulmanes sunitas moderados, mezquitas de los sufis, escuelas y centros gubernamentales.
Después de los atentados contra las dos iglesias de Youhanabad, grupos de cristianos exasperados lincharon a dos musulmanes que no tenían nada que ver con los atentados. Pero ese linchamiento fue una excepción terrible. Los cristianos desean justicia, no venganza. El obispo Joseph Coutts, Presidente de la Conferencia Episcopal católica de Paquistán, repite: «Nuestra misión es ser testigos de paz y de misericordia en un país sacudido por el terrorismo. Solo el amor de Cristo resucitado hace que no perdamos la esperanza».
En esta situación, no faltan los gestos de amistad de los musulmanes, como los del líder religioso de la mezquita Badshahi de Lahore, la quinta mezquita más grande del mundo. El imán Maulana Abdul Khabir Azadla desde hace años está comprometido en la defensa de los fieles de Cristo.
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