SALIR DE MADURO
por: Carlos
Canache Mata
No se solucionará la crisis
económica ni se restablecerá la democracia en Venezuela mientras Nicolás Maduro
siga en la Presidencia de la República, que no ganó y a la que nunca mereció
haber llegado. Que, acompañado de la camarilla civil-militar que lo apoya,
salga de allí, recurriendo a una vía constitucional, es un vehemente deseo de
la gran mayoría de los venezolanos.
Si no se produce el cambio,
si nada pasa, la tragedia continuará presente en el país. La escasez de
productos básicos y las colas a las puertas de los supermercados y abastos no
desaparecerán, no cesarán las muertes que se pudieron evitar si se hubiese
conseguido a tiempo el medicamento necesario, no perderemos el título de ser el
país con la más alta inflación y el más alto riesgo del mundo, no habrá
inversión extranjera ni el financiamiento internacional que se requieren para enfrentar el déficit de
30 mil millones de dólares que tendremos este año, el PIB no podrá alcanzar
cotas positivas, se prolongará el absurdo régimen cambiario con la enorme
distancia entre el tipo de cambio
oficial y el tipo de cambio paralelo, por falta de mantenimiento se incrementará la
ineficiencia de los servicios públicos, y el patrimonio público no parará de
desangrarse por una corrupción que supera lo conocido hasta ahora en toda
nuestra vida republicana.
Si no hay el cambio,
proseguirá la asfixia de la democracia y de las libertades públicas. Pan de cada día
seguirá siendo el acoso contra la Asamblea Nacional, para impedir su funcionamiento normal y
convertirla en inocuo objeto de adorno. En el siglo XVII, Crómwell cerró con
llave el Parlamento inglés y colocó en la puerta un cartel que decía: “Esta
casa se alquila no amueblada”.
Maduro no ha llegado a tanto. Pretende,
valiéndose de edulcoraciones institucionales, obtener resultados parecidos. Para
eso tiene un palafrenero judicial, el TSJ, cuya Sala Constitucional y a veces
su Sala Electoral cubren con los velos negros de sus decisiones las tropelías
que pretenden cerrarle el paso a los representantes de la soberanía popular. Si
no hay el cambio, la Sala Constitucional seguirá interpretando como le dé la
gana el Texto Fundamental, como acaba de ocurrir al sentenciar que seguirá
vigente el Decreto de Emergencia Económica
que ya tenía vencido su plazo de 60 días, a pesar de que la Asamblea
Nacional , en ejercicio de la atribución que le confiere el artículo 339
constitucional, había negado la
“prórroga” que le había solicitado el Presidente de la República.
La Mesa de la Unidad
Democrática ha declarado que usará el abanico de mecanismos constitucionales
que conducen a la salida de Maduro. La deseable, por lo expedita, sería la
renuncia de éste, que, al no ser espontánea, tendría que ser inducida porque se
haya creado una situación política ya insostenible, o, como también se cree,
que, por ser un Presidente de utilería, así se lo impongan las negociaciones
que adelantan Cuba, el nuevo amo colonial, y Estados Unidos, cuyas banderas
acaban de ondear en las calles de La Habana.
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