PUENTES
DE PLATA
En
estos tiempos pre transicionales, cuando el cambio se vislumbra a la vuelta de
la esquina y los poderosos de ayer ya muestran la desesperación de los
perdedores de mañana, descuidar la magna tarea de construir puentes de plata
constituye un delito de lesa humanidad. No es traición: es grandeza.
Por: Antonio Sánchez García @sangarccs
¡Qué duda cabe! La Venezuela chavista cierra su ciclo de un cuarto de siglo en
medio de un país en ruinas que humea devastado. Consumido por la
inautenticidad, la farsa, el despropósito. Habiendo cumplido fielmente la orden
que llevaban los comandantes golpistas en sus intenciones desde muchos años
antes del 4 de febrero de 1992, – todos ellos, sin excepción ninguna – de
arrasar con ella. Siguiendo al pie de la letra la consigna que Hitler les
impusiera a los oficiales de sus fuerzas armadas alemanas al invadir territorio
soviético enemigo: Gleich dem Boden machen! En mala traducción: Arrasar con
todo.
No tengo ningún prurito en confesar que ante la inmensa, la inconmensurable
gravedad del daño cometido por estos farsantes armados contra la República, los
cientos de miles de jóvenes de nuestras barriadas asesinados por la guerra
azuzada por el gansterismo castrocomunista – Chávez y Arias Cárdenas, a la cabeza
de los militares felones que traicionaron su juramento, seguidos por la cohorte
de secuaces que se cebaron sobre los bienes de la República y llevan dieciséis
años disfrutando de sus iniquidades – con el auxilio de civiles sin Dios ni
Ley, castrocomunistas todos ellos, que han llegado al extremo de traicionar a
la Patria, entregándole nuestra soberanía a la tiranía cubana, merecen el mayor
castigo que el Código Penal, civil y militar dispongan para tal efecto. Y que
si, respetando la tradición instaurada por el Libertador cuando declarase la
Guerra a Muerte contra los enemigos de la recién fundada República, el castigo
debiera ser proporcional a la magnitud del crimen, que lo sea. Para recuperar
nuestra honra de Nación y sentar un precedente inolvidable. Que las Naciones,
en inolvidable frase de Winston Churchill, se forjan con sangre, sudor y
lágrimas. No merecen ningún perdón.
Dicho lo cual no puedo dejar de recordar el también imperecedero ejemplo
forjado por Gonzalo Fernández de Córdoba, conquistador de Nápoles, con justicia
llamado El Gran Capitán (1453-1515), el más grande de todos los soldados
españoles del Siglo de oro, quien según narración del toledano Melchor de Santa
Cruz de Dueñas solía exclamar: “al enemigo que huye, hacedle la puente de
plata.” La frase haría historia en boca de los dos más grandes escritores
españoles: Cervantes, en El Quijote expresaría la voluntad del ingenioso
caballero que “ no tiene condición ni es de parecer de los que dicen que al
enemigo que huye, hacedle la puente de plata”. Y Lope de Vega, que en La
estrella de Sevilla le hace afirmar a uno de sus personajes: “que al enemigo se
ha de hacer puente de plata.”
El fiscal Franklin Nieves no fue el primero ni será el último de los cómplices y
obsecuentes servidores de la Injusticia que huye del campo de batalla. Ahora,
que el barco hace aguas, ya plenamente conscientes de que perdieron la guerra y
comienzan a hundirse en el fango de la derrota. Recuerdo a Eladio Aponte Aponte
y a Leamsy Salazar, que denunciaran casos incluso muchísimos más siniestros de
la Justicia del Horror chavista: recuerdo particularmente las reuniones
sostenidas por Hugo Chávez con Diosdado Cabello y José Vicente Rangel, en los
que, en consejo de otras altas autoridades, se decidía a quienes se
perseguiría, con qué cargos y bajo qué penas de condena. Hubo incluso
sentencias de muerte. Ejecutadas. Como la dictada contra Danilo Anderson, el
fiscal. Prohibido olvidarlo.
Ninguno de ellos tiene la autenticidad, la densidad moral y la integridad de un
auténtico revolucionario, si los hubiera. Son matones, mafiosos, delincuentes,
asaltantes, asesinos y ladrones. Con o sin uniforme, con o sin togas y
birretes, con o sin condecoraciones, diplomas y charreteras. Como quedara de
manifiesto en la entrevista concedida por el personaje de marras al periodista
mexicano de CNN, Fernando del Rincón. Y frente a los cuales, en un supremo
ejercicio de sabiduría política, no cabe más que recordar la sentencia del Gran
Capitán y hacerles la puente de plata. Todo ahorro de sacrificios, todo
acortamiento de las penurias, todo avance hacia la restauración de la
extraviada grandeza de la República – si alguna vez la tuvo - que tales puentes
faciliten merecen la más serie consideración. Sin que ello suponga la
disposición al perdón de los crímenes, a la connivencia y colusión con los
criminales, al olvido de nuestros sagrados deberes para con la justicia.
En estos tiempos pre transicionales, cuando el cambio se vislumbra a la vuelta
de la esquina y los poderosos de ayer muestran la desesperación de los
perdedores de mañana, descuidar la magna tarea de construir puentes de plata
constituye un delito de lesa humanidad. Los vencedores de mañana, así se
encuentren aherrojados en las cárceles, vejados, sometidos y condenados,
suspendidos en sus derechos y ofendidos en sus acciones deben comenzar a
preparar el futuro. Y sus mejores hombres, que los hay así no sean notorios,
a organizar la conquista final. Parte importante tendrán los puentes de
plata. Que en la victoria, modestia. Es la mejor prueba de grandeza.
pararescatarelporvenir.blogspot.com, 3 de noviembre de 2015.
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