LAS
CARTAS POR JUGAR
por: Carlos
Canache Mata
La nueva Asamblea Nacional
ha manejado con inteligencia y habilidad los golpes que le ha venido asestando
el gobierno que encabeza Nicolás Maduro. No se ha desesperado al rechazar las
embestidas anticonstitucionales de que ha sido objeto, tramadas por el
Ejecutivo Nacional en contubernio con esa especie de garita judicial del
oficialismo en que se ha convertido la Sala Constitucional del TSJ.
Han quedado para la
historia de la ignominia los atropellos contra los diputados electos del Estado Amazonas, con el propósito
de amputarle a la oposición la mayoría calificada de dos tercios requerida para ciertas decisiones en la AN;
los decretos del estado de emergencia económica y su prórroga sin la aprobación
de la AN, en violación a quemarropa de los artículos 338 y 339 de la
Constitución; el desconocimiento de que la AN, en ejercicio de la potestad de
revisar sus propios actos, pudiera revocar la designación fraudulenta de 13
magistrados principales y 21 suplentes del TSJ, realizada por la anterior AN
pocos días después de las elecciones del 6D; la bochornosa sentencia que
restringe la competencia contralora del poder legislativo; la reciente
declaratoria de inconstitucionalidad de la reforma de la Ley del BCV; y el ya
anunciado “no pasarán” a la Ley de Amnistía y a la reforma de la Ley del TSJ.
Pero, en mi opinión, este
levantamiento de muros a la AN deberá tener un punto de inflexión. Y éste habrá
llegado si la Ley de Referendos que se discute en la AN es objetada por el TSJ;
si el CNE le da largas a la enmienda o cualquiera otra vía constitucional para
impedir que este mismo año el voto popular eyecte a Maduro del usurpado palacio
presidencial; si no se liberan los presos políticos (Leopoldo López, Antonio
Ledezma y otros valiosos compatriotas) por cerrarse el camino de la Ley de Amnistía; si se sigue pretendiendo que el Estado
Amazonas se quede definitivamente sin representación en la AN; y si desde el
poder sigue la befa de cuanto hace el Parlamento que el pueblo eligió.
¿Cuáles serían las cartas
que se podrían jugar? Allí está el artículo 233 de la Constitución que prevé el
“abandono del cargo” por el presidente de la República, que excluiría cualquier
mediación del TSJ, según lo han señalado destacados juristas; o también podría
pensarse que, por documento público, la AN pida a Maduro que, sin
falsificaciones que después se verificarían, presente ante el país su partida
de nacimiento probatoria de que es venezolano por nacimiento y no posee otra
nacionalidad (artículo 227 de la Constitución); o, en fin, la convocatoria de
una Asamblea Nacional Constituyente para que el pueblo baje el telón a este
gobierno que, además de autócrata, tiene tantos corruptos que ya en su seno no
cabe ni uno más.
Cuando salgamos de estos
17 años de oscuridad, podríamos decir, parafraseando a Mariano Picón Salas, que
estamos entrando en el siglo XXI.
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