7 de abril de 2016

"LA GANGRENA DEL POPULISMO " por: Antonio Sánchez García, @sangarccs / pararescatarelporvenir.blogspot.com 7 de abril de 2016


"LA GANGRENA DEL POPULISMO "




Mientras el PSUV y la MUD escenifican este simulacro de combate por el campeonato mundial del populismo, el país se derrumba en sus brazos. Por populista. Que Dios nos pille confesados."


Antonio Sánchez García




En el trascendental escenario de la asamblea nacional se libra una pelea a dentelladas por obtener el Gran Premio al Primer Populista de la República. Es una competición en equipos donde se enfrentan dos bandos: el de los populistas viejos y resabiados y el de los populistas jóvenes, inexpertos y recién estrenados, que grosso modo podrían usar los distintivos del partido PSUV, unos, y el de la federación de partidos o MUD, otros. Si bien la similitud de colores y el diseño de sus uniformes exigirían una acuciosa observación para, a la distancia, distinguir con exactitud quién es quién. Visto desde las tribunas, la caracterización no permite equívocos. Ya desde fuera del recinto, las similitudes son inmensamente más notorias y significativas que las diferencias. 

No es, desde luego, la edad su característica principal. Si lo fuera, no se daría el caso de viejos populistas de la era democrática de la República – 1959-1999 – que colman las filas del primero de los bandos y ocupan prominentes espacios en el segundo. El atributo principal que los diferencia es su participación – o su marginación - del bloque populista que disfruta del Poder pleno del Estado, controla sus instituciones y viste sus uniformes.

 El atributo principal es el grado de privilegio de que disfrutan en ministerios, embajadas, cuarteles, empresas. O su absoluta orfandad ante los beneficios del estatismo. Pues el premio en disputa es, precisamente, el control y dominio del llamado Estado venezolano. Poco importa su densidad propiamente estatal. Incluso si dejó de existir y ya no es más que una pandilla de encaramados. Lo decisivo es el control del erario, el manejo de sus finanzas, la disposición de sus riquezas. Y un asunto de capital importancia: la administración de puestos, cargos, galones y empleos públicos.

Las diferencias no hacen ni a las ideas, las ideologías, los motivos ni los propósitos históricos. Ambos son esencial, ontológicamente populistas, ambos descreen de la iniciativa privada, el libre mercado y apuestan con denuedo al control del Estado. Ambos aborrecen del liberalismo Ambos son, en esencia, igualmente socialistas, izquierdistas, estatólatras y clientelares. La empresa a cuyo control aspiran es la misma: el Estado. Es ése en rigor el premio en disputa: hacerse con el dominio del Estado.

Que cumplir con mayor cabalidad el decálogo del populista era el centro de aspiraciones y objetivos en disputa por el Estado quedó más que evidenciado cuando durante la campaña presidencial de 2006  la máxima ocurrencia de su entonces máximo aspirante a la presidencia, el hoy encarcelado líder del partido socialdemócrata UNT Manuel Rosales, antepuso a la tarjeta CADIVI y otras enseñas del clientelismo populista del régimen  la tarjeta MI NEGRA. Sus inventores siguen en el mismo bando. Los clientes prefirieron seguir en conuco viejo. 

Pues en disputa entre el PSUV y la MUD no está un diseño alternativo de país que haga a sus rasgos esenciales: el papel del Estado en el control político, económico y social de la República, el rol a jugar por el petróleo y las condiciones específicas de su propiedad, la función de la empresa y la industria en la generación de nuestras riquezas, el alcance y papel a jugar por las fuerzas armadas en la ordenación del Poder político o su pura y simple desaparición, que no se han lucido por ganar ninguna guerra, la estatización o la privatización de los medios y fuerzas productivas, la independencia, autonomía y capacidad gerencial de sus universidades, etc., etc., etc.

 En disputa está el control del aparato estatal para recibir el privilegio de su disfrute gracias al tradicional intercambio de favores entre los ciudadanos – vulgo: el pueblo – y el bando que se ha adueñado del gobierno. Uno garantiza casas gratis, educación y salud gratis, becas, préstamos, empleos, jubilaciones, subvenciones y granjerías de toda suerte a cambio de votos. Tú me eliges y yo te mantengo. Punto.

De manera que el votante no escoge entre distintas propuestas de país que hacen a su esencia: escogen entre los mejores postores a los viejos dones de la mágica cornucopia del estado petrolero. Tal como ha quedado dramáticamente de manifiesto en ese exhibicionismo de medianía, incultura, mendacidad, pobreza espiritual, ignorancia, oportunismo e inescrupulosidad de los diputados de ambos bandos en la sesión de ayer: unos ya dieron las pocas casas, pero las quieren sujetas a compromisos electorales. 

Otros también quieren darlas – las mismas – pero libres de compromisos, de modo que sus beneficiados – sin una gota de sudor – puedan votar por ellos. Unos ofrecen miserables jubilaciones, otros ofertan jubilaciones mejores. Pero ambos mienten, pues se inundó la cueva de Alí Baba y ya no hay dinero con el que construir casas ni repartir jubilaciones.

Mientras el PSUV y la MUD escenifican este simulacro de combate por el campeonato mundial del populismo, el país se derrumba en sus brazos. Por populista. Los clientes pasan sus días en interminables colas, agonizan en los ambulatorios y los disponibles camastros de los arruinados hospitales o mueren en sus lechos mientras sus hijos desfallecen de hambre y de mengua. Venezuela, el monumento supremo al populismo latinoamericano, se pudre de populismo a ojos vistas. ¡Pero hay de aquel o de aquella que ose denunciar la causa de la gangrena y exija levantar alternativas reales para un país que opte por otro camino! Irá a la cárcel o le caerán a palos. Para eso están las fuerzas armad



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