El cuento de Carlos Ortega (I)
20 DE ABRIL 2016 - 12:01 AM
“Acaban de enviar un avión cargado de alimentos y medicinas a Ecuador por lo del terremoto. Sólo me queda desearle a los hermanos ecuatorianos que ojalá no estén piches ni vencidas porque hasta esos extremos ha llegado la corrupción bolivariana. Es muy loable el gesto, pero será Venezuela quien dentro de poco va a necesitar ayuda humanitaria.” Habla Carlos Ortega, una entrevista que debía a quienes me leen, que le debía a él, y que me debía a mí mismo. Más de un año tuve que esperar, múltiples gestiones por diferentes vías siempre terminaban en promesas vagas que conducían a nada, hasta que, gracias a la diligencia de Carlos Fernández, ex presidente de Fedecámaras, en dos días estuvimos hablando.
Es el hombre recio de siempre que llama las cosas por su nombre, pero no vacila en proclamar: “Para mí no es una opción pedir limosna o clemencia, menos aún al régimen”. Cuando le pregunto sobre algún intento de los rojitos por conciliar, tal como ocurrió con el propio Fernández a quien llegaron a ofrecerle varios millones de dólares, dice que sí. Y aclara: “Pero a mí no me ofrecieron ni un sol. Las conversaciones, porque han sido varias, han girado en torno a que el régimen desea una ‘oposición seria’ y en ese sentido, me han planteado que regrese. Te confieso que eso me causa risa, ¿cómo un régimen de semejante calaña, que no tiene un solo representante digno, señalado en el mundo como narcotraficante, corrupto y protector del terrorismo internacional, pretende tener una ‘oposición seria’? Por donde han venido se han ido porque yo no les voy a pisar ese peine”.
Carlos Alfonso Ortega Carvajal tiene 70 años de de edad, nació el 9 de noviembre de 1945 en San Cristóbal, estado Táchira, pero cuando era muy niño sus padres, ambos fallecidos, se mudaron a Punto Fijo, estado Falcón. “Y allí crecí, me formé. Soy más falconiano que andino. Por cierto, hace solo unos días lamentablemente mi querida y amada madre falleció. El dolor de su desaparición física ha sido muy profundo porque no pude acompañarla a su última morada pues mi condición de asilado político me impide regresar a la patria. Estos 9 años de exilio, resultado de mi lucha por la libertad y la democracia de nuestro país, no compensan la tristeza de no haber estado con mi madre en sus últimos momentos”.
Él comienza su vida obrera en Paraguaná, en Punto Fijo, donde hoy funciona el Complejo Refinador de Paraguaná, fusión de Maraven y Lagoven, que antes de la nacionalización del petróleo, obra de CAP, eran Shell y Creole. “Comencé como ayudante de soldador en Maraven, luego realicé estudios para ser fabricador de estructuras metálicas y pasé de obrero raso a obrero calificado. Tendría aproximadamente 22 años de edad. Las injusticias, agresiones y atropellos que se cometían contra los trabajadores despertaron en mí la necesidad de asumir su defensa y de luchar junto a ellos por reivindicar sus derechos frente al patrón. Esa defensa por los trabajadores y sus familias se convirtió en mi norte y hasta el día de hoy constituye una gran pasión”. En el mundo sindical se adentró de la mano de dos mentores: “Ellos realmente me ayudaron, me orientaron, que hicieron un proceso de conducción de mi persona hacia el movimiento sindical petrolero. Uno fue Ramón Ruiz Polanco, excelente persona, gran amigo y destacado y muy querido dirigente del movimiento sindical petrolero y político socialcristiano. Lamentablemente fallecido. El otro que también me ayudó enormemente fue Elio Guanipa Rodríguez, adeco, compañero de partido, hoy abogado de la República, a quien considero uno de los mejores dirigentes sindicales petroleros de aquella época. Extraordinaria persona, mejor amigo y además mi compadre. Ambos me llevaron a una carrera sindical muy acelerada. A pesar de mis pocos conocimientos sobre legislación laboral y contratos colectivos, fui nombrado jefe de reclamos de dos sindicatos: el Sindicato Unificado de Empleados y Obreros Petroleros (SUOEP) y la Unión Nacional de Marinos Petroleros y Mercantes de Venezuela (UNMPM), nombramientos que considero se debieron a la garra, la vehemencia con que yo planteaba los reclamos y el interés que demostré realmente por mi gente, por los trabajadores y sus familiares”.
De SUOEP y la UNMPM, siguió a la Secretaría de la Organización de Federación de Trabajadores del estado Falcón (Fetrafalcón), para recalar en la Federación de Trabajadores Petroleros, Químicos y sus Similares de Venezuela (Fedepetrol) donde comenzó como Secretario de Actas, prosiguió como Secretario de Organización para finalizar como su presidente por varios años. Es bueno decir algo que el público en general poco comprende, y a quienes de alguna manera nos hemos asomado al mundo sindical siempre nos ha sorprendido: la capacidad de verdadero diálogo que hubo en ese ambiente. Allí uno presenciaba una comunicación real en función del interés de los trabajadores entre adecos, copeyanos, camaradas: es decir, privaba velar por los intereses de los trabajadores. Eso quien no lo ha visto de cerca no lo puede entender. Él refuerza eso y puntualiza: “Esa fue una de las cosas que realmente contribuyó enormemente a nuclear unitariamente el movimiento sindical en Venezuela. En realidad se actuaba de manera institucional, desde el punto de vista sindical y no político. Pero además, era una Venezuela en la que cabíamos todos, donde no existía la mezquindad, intolerancia y violencia impuestas por el régimen vergonzoso que hoy manda en el país”.
Las evocaciones siguen hilvanando una vida entera entregada a las causas de sus compañeros. “Estando en Fedepetrol yo consideraba que había cumplido con los trabajadores petroleros y sus familiares, que ya era hora realmente de retirarme para darle paso jóvenes que venían formándose, en el seno del movimiento sindical petrolero. Solo me quedaría hasta ahí. Pero el difunto, Chávez, pretendió no discutir la convención colectiva petrolera en el 2000, lo cual obligó al Comité Ejecutivo y al Consejo Directivo Nacional de Fedepetrol junto con las asambleas de trabajadores petroleros en sus respectivas áreas, a fijar posición pues bajo ningún concepto podíamos permitir que él se inmiscuyera en los asuntos que correspondían exclusivamente al movimiento sindical y no a él en su condición de presidente de la República. Ese fue el inicio del enfrentamiento. Chávez era tan irresponsable, que una vez que aceptaron por fin, iniciar el proceso de la negociación colectiva petrolera, estando de gira por el Oriente del país me calificó de bandolero, de gángster, dijo que no se sentaría a negociar con un corrupto, y eso no se lo acepto a nadie. La gran tragedia de esa gente es precisamente saber que no soy corrupto, narcoterrorista, ladrón, solicitado por la DEA, en fin, no soy lo que son ellos. Ese mismo día, estando en mi oficina en Fedepetrol, me llamó Federico Ramírez León, Presidente de la CTV en ese entonces y me dijo: ‘¿Oíste lo que Chávez dijo de ti?’ Le respondí, sí, claro. Y me dijo: ‘No le vayas a decir nada, no le respondas, deja eso así tranquilo’. Yo para no chocar con Federico acepté, pero por supuesto que esa no era mi intención porque si bien los trabajadores petroleros sabían quién soy yo, la opinión pública nacional no, y no le iba a permitir al difunto desprestigiarme. El domingo Venevisión, Radio Caracas Radio y Globovisión me entrevistaron y allí en ese momento, frente a la desconsiderada declaración que dio el difunto sobre mi persona, le di el mismo tratamiento, y lo emplacé: ‘Usted lo que tiene que hacer, señor Chávez, es decirle al país si su familia, que residen allá en Barinas, son ladrones o no; a mí me pueden revisar, yo no le he robado un céntimo a nadie y mucho menos he traicionado a mi clase, a los trabajadores’. El tiempo me dio la razón porque el más grande corrupto, ladrón, traidor y narcoterrorista que ha parido Venezuela se llama Hugo Chávez Frías.
“Paralelamente a esto, estaba a punto de convocarse el proceso electoral de la CTV y ya había un candidato presentado por las fuerzas democráticas en la CTV, que fue el compañero, amigo y excelente líder sindical Manuel Cova, fallecido recientemente, cuya fórmula yo apoyaba. En ese proceso lo único que aspiraba era dirigir la Comisión Electoral. Sin embargo, la confrontación con el difunto generó en el seno de los trabajadores, sus familias y en la opinión pública nacional una matriz a favor de mi persona, en el sentido de que la fórmula para el proceso electoral de la CTV la encabezara yo y no Manuel. Te repito: yo estaba de retirada, no pretendía perpetuarme en la dirección de una federación regional, nacional o en la CTV, no, no, no, estaba de ida; ya lo había anunciado en el CDN de Fedepetrol”.
Son los días en que todavía el comandante intergaláctico gozaba de unos altos índices de aceptación pública y trata de irrespetar el contrato de los obreros de la industria petrolera y Carlos Ortega le propina su primera gran derrota. “Él pretendió desconocerlo, sin embargo nuestra acción lo forzó a tener que firmarlo. Puedo decir que el primero que le pone un parao al difunto fui yo. Siempre dije, y lo ratifico en el día de hoy, que para mí, el movimiento sindical, mi lucha por los trabajadores y sus familias estaba totalmente desvinculada de la lucha partidista. Soy adeco pero las veces que AD fue gobierno estaba muy claro que quienes estaban en el gobierno era el partido, Pérez, Lusinchi, yo no, porque el verdadero dirigente sindical siempre está en la oposición. Me enfrenté y confronté desde la presidencia de FEDEPETROL tanto a Caldera como a Carlos Andrés, por citarte dos ejemplos. Nosotros actuábamos con mucha autonomía y mi tesis sigue siendo la misma: Un dirigente sindical se debe a los trabajadores y no al partido político, llámense AD, COPEI, PSUV, Causa R, VP, APB, etc., y no puede aceptar imposiciones del partido para firmar un contrato colectivo, por ejemplo, por el hecho de que esté en el gobierno. En mi caso particular esa siempre fue mi conducta, siempre rechacé pretensiones de ese estilo y eso lo sabe el régimen, lo sabía el difunto, lo saben Maduro, Aristóbulo y lo saben mis compañeros del movimiento sindical”.
Todo esto que nuestro entrevistado narra potenció su figura puertas adentro del movimiento sindical. Es así como se llega al año 2001 cuando el gobierno postula, como su abanderado a las elecciones de la presidencia de la CTV, al ahora vicepresidente de la República Aristóbulo Istúriz. Debo decir que el apoyo mostrado desde el oficialismo fue grotesco, daba grima, inyectaron cantidades ingentes de recursos de todo tipo, y Ortega le propina al señor Chávez su segunda gran derrota, y en esa oportunidad por vía electoral, al obtener la presidencia de la CTV.
“Repito, mi decisión era retirarme luego de las elecciones de la CTV, trabajaba dando apoyo a la candidatura de Manuel. Pero el enfrentamiento con el militar guapetón creó una corriente favorable a mi persona para que encabezara yo. Así me lo planteó inicialmente un compañero miembro del Comité Ejecutivo de la CTV, desaparecido también recientemente, gran amigo mío, Pablo Castro, presidente de la Federación de la Bebida. Debo resaltar la solidaridad de Pablo conmigo, pues mientras estuve preso en Ramo Verde no dejó de visitarme y estar pendiente de mí. También Jesús Urbieta, el gordo Urbieta, otro gran amigo, también fallecido, quien realizó un excelente trabajo en la formación de líderes sindicales desde la dirección del Instituto de Altos Estudios Sindicales(INAESIN), me abordó con la misma intención. Ellos fueron realmente los que iniciaron esa tarea de convencerme para que aceptara postularme a la presidencia de la CTV. Manuel y yo conversamos sobre el asunto y acordamos que él haría un sondeo por el país. Los compañeros de las federaciones regionales, nacionales y sindicatos de base emitieron su opinión y Manuel me dijo: ‘Realmente la opinión unánime, mayoritaria que existe en el seno del movimiento sindical venezolano organizado es que la fórmula la encabeces tú’. Encabecé la fórmula y ganamos. Esa es la historia.
“Ahora bien, con Aristóbulo, que de amigo pasó a adversario porque yo no tengo enemigos, gracias a Dios, conversé muchísimo con él respecto de su candidatura. Los candidatos que sonaban para encabezar la plancha del oficialismo eran Pablo Medina y Nicolás Maduro. En una oportunidad, saliendo de un programa con Mingo, no me acuerdo si era Radio Capital, en virtud de la confianza y la amistad que existía entre nosotros en ese entonces, le dije: Mira Aristóbulo te voy a aconsejar lo siguiente, la figura sindical que tiene el régimen es Nicolás Maduro, quien aún no ha dicho si acepta o no encabezar la fórmula de ustedes y de otro lado está Pablo Medina quien sí ha manifestado, es vox populi, que aspira ser presidente de la CTV. No te metas en esto. Sí, es cierto que fuiste dirigente del sector magisterial, pero si Maduro no va, deja a Pablo que encabece, además yo creo que si aceptas, ese grado de hermandad que existe entre Pablo y tú puede romperse. Por otro lado, sabiendo que todo era orquestado por el difunto, le dije infinidad de veces de manera directa y pública: Mire, señor Chávez, no se meta en esto, este problema no es suyo, usted no es dirigente sindical, usted lo que es un militar, deje que los trabajadores elijan sus representantes. Pero Nicolás no se pronunció, Pablo no era del agrado del difunto y allí saca debajo de la manga la candidatura de Aristóbulo.
“En esa oportunidad que salimos de ese programa, Aristóbulo me respondió: ‘¡No chico, yo no! Yo no aspiro eso, yo estoy en otra cosa’. No fue así, él aceptó ser el candidato del régimen a la presidencia de la CTV. Durante la campaña, a través de los medios de comunicación y en los actos que realizamos en los distintos estados del país siempre manifesté y lo reitero y ratifico hoy: Mi adversario en el proceso electoral de la CTV no era Aristóbulo Istúriz, mi adversario, mi enemigo, en el buen sentido de la palabra, era el señor Chávez y a él fue a quien derrotamos por meter sus narices donde no debía. Como tú señalas, ciertamente, ahí hubo un inmenso derroche de recursos públicos, porque corruptos han sido desde el inicio del régimen, propaganda de todo tipo, afiches, viajes en avionetas, etcétera, etcétera, etcétera. Nosotros no contábamos con dinero y viajábamos a veces en autobús, a veces en nuestros vehículos y sin embargo, con esa austeridad, desarrollamos una campaña a nivel nacional a favor de la fórmula que presentaba este bloque encabezado por mí, donde participaron otros factores que nunca habían entrado a la CTV, como el caso de Bandera Roja y Causa R que formaron parte del Comité Ejecutivo presidido por mí. El régimen ordenó a sus guapetones de barrio sabotear el proceso y hubo hechos de violencia en algunas regiones, pero la actitud unitaria y valiente de los trabajadores en esas zonas impidió que lograran su objetivo, los trabajadores los espantaron. Fue una derrota aplastante donde el gran perdedor fue el difunto, el señor Chávez, no fue Aristóbulo Istúriz, a quien este designó ministro de Educación una vez perdidas las elecciones.
“Quiero destacar que los cargos que ostenté dentro del movimiento sindical petrolero, desde mi sindicato base hasta la presidencia de la CTV, fueron el resultado de haber ganado los respectivos procesos electorales, no fue que me colocaron allí, no fue una mano que me puso y me dijo quédate aquí, esto es tuyo. Incluida la diputación por el Estado Falcón”.
Asegura que el exilio es muy difícil, muy duro. Sin embargo, no deja de llevarle el pulso al país, no ceja en su enfrentamiento a la dirigencia nacional. En cuanto a la que gobierna dice: “Hasta Guri se secó porque se robaron los reales de la infraestructura del país”. En cuanto a los otros se pregunta: “¿Cómo es que frente a todo esto de hoy en el país la respuesta de la oposición sea convocar un revocatorio? Te digo, hermano, eso se cuenta y no se cree ¿Tú crees que los venezolanos van a aguantar un año más de régimen? ¿La Constitución no establece otro mecanismo que sea más expedito, más rápido? ¿Por qué no aplicamos ese? ¡Ah no! El referendo revocatorio. Ojalá yo esté equivocado, pero repito, los que se inclinan por dicha vía le están haciendo un gran favor a Maduro, al régimen; los que hablan de esa opción son aquellos que tienen aspiraciones para el 2018, de ser candidato presidencial, y creen que se va a repetir el 6 de diciembre del 2015. No, eso no va a ser así. La gente va a pasarle por encima a oposición y a gobierno, y si nos descuidamos se nos va a montar un gorila y ahí sí es verdad que a correr todo el mundo”.
La misma voz que hace más de una década fustigaba al entonces presidente Hugo Chávez, no mitiga su fuerza de siempre y alerta: “Señores, no hay elecciones para gobernadores, ni revocatorio ni amnistía, ahí no van a liberar a ningún preso político, me duele decirlo, no van a salir, porque eso es una dictadura montada en la legalidad de la democracia. En cuanto a la Asamblea quiero decir algo: si tú tienes un mandato mayoritario del pueblo venezolano, eso es para cumplirle y para actuar inmediatamente a favor de ese pueblo. Entonces si estás consciente que con un TSJ dirigido por magistrados militantes del PSUV, que no tienen currículo sino prontuario porque o son ladrones o son asesinos o narcotraficantes, no hay posibilidad de dictar ninguna ley porque todas las declararán inconstitucional para complacer a Maduro y conservar el cargo, ¿cuál es la acción preparada para defenderse de esos malandros? ¿Por qué no los sacaron el mismo 3 de enero, que lo podían hacer invocando el 350 de la Constitución, que son mayoría y que ese mandato se lo otorgó el pueblo? Yo tengo amigos en la Asamblea Nacional y lo que estoy diciendo es porque estoy preocupado como la mayoría de los venezolanos por lo que está pasando en Venezuela ¿qué se le va decir a ese pueblo? ¿Que el régimen les tiene todo bloqueado? Pero si para desbloquear el juego es que los eligieron. ¿Van a seguir discutiendo y apoyando leyes para qué? ¿O van a aceptar que si algo ha quedado supremamente claro es que con votos no se tumban dictaduras y que la salida es la calle?”
© Alfredo Cedeño
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