¿Qué sigue ahora tras el 2 de abril?
Por Eduardo Mackenzie
Periodismo sin Fronteras, Bogotá
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4 de abril de 2016
Que bofetada le dieron los manifestantes a uno de esos bufones, el cuestionable y cuestionado senador comunista Iván Cepeda, quien sentenció: “Nadie que ame verdaderamente a Colombia puede salir a marchar contra la paz”.
Los colombianos no marcharon el 2 de abril « contra el proceso de paz », como pretenden malévolamente dos agencias europeas, pero no españolas, de noticias. No marcharon contra el proceso de paz pues en Colombia no hay proceso de paz. Lo que el gobierno de Juan Manuel Santos está pactando con las Farc, bajo esa denominación, desde hace cuatro años y en La Habana, no es un proceso de paz. Es un intento solapado para demoler las instituciones democráticas e inventar, mediante la sacralización de la impunidad más extrema en beneficio de esa organización criminal, otro sistema político, uno muy diferente del actual, que permita la incorporación de las Farc y, eventualmente, de la otra banda narco terrorista, el Eln, y hasta de los paras también narcotraficantes de los Usuga, a la vida política del país.
Sin que esas bandas se desarmen ni se auto disuelvan, y sin que paguen un día de cárcel por sus abominables crímenes contra Colombia, ni declaren que respetarán la Constitución democrática y las leyes del país, esa gente atroz podrá entrar a las ciudades y tomar el poder combinando sus habilidades de siempre: la violencia extrema, su dinero salpicado de sangre y la gran mentira. Ese es el “proceso de paz” del señor Santos.
Las mayorías del país son conscientes de ese peligro. Contra esos planes monstruosos marcharon los colombianos el 2 de abril, en 25 ciudades. Y en Miami y New York. Esas manifestaciones fueron un repudio claro a Santos, a su línea de rendición del Estado ante el narco-terrorismo. Esas manifestaciones, pacíficas, alegres, ruidosas y valientes, fueron para defender unos valores muy precisos. No se crea que las consignas de los manifestantes era una colección de frases. En el fondo hubo una sola consigna, común a todos y la principal: el proyecto subversivo de las Farc-Eln (con Santos o sin Santos, con Obama o sin Obama, con Castro o sin Castro) no pasará.
El proyecto totalitario de las Farc, y de sus aliados de siempre o de ahora, no pasará. El 2 de abril el muro que se opone a eso, que combatirá sin descanso, se consolidó y se hizo más visible. Los totalitarios, los conscientes y los que no saben que lo son, han visto eso. Están desencajados. No pudieron dislocar esa determinación popular. No pudieron frenar al ex presidente y senador Álvaro Uribe. El Centro Democrático, pero también el pueblo uribista, que no está todo en el CD, y hasta muchos sin partido, oyeron a Uribe, se fueron a la calle y expresaron su repudio a Santos, a su desgobierno, a su hipocresía y a su prestación de servicios a las Farc-Eln.
Que bofetada le dieron los manifestantes a uno de esos bufones, el cuestionable y cuestionado senador comunista Iván Cepeda, quien sentenció: “Nadie que ame verdaderamente a Colombia puede salir a marchar contra la paz”. Pues el país marchó, marchó contra las Farc, por amor a Colombia y por la paz, la verdadera, la que se hace venciendo a aquellos que masacran, violan, secuestran y trafican escudándose detrás de un escudo que llaman “paz”. Para Cepeda, las Farc son la paz. Nada muestra más como esa gente está por fuera de la realidad, o estando dentro de ella, la niegan cínicamente.
¿Qué sigue ahora? El 2 de abril creó una nueva dinámica de lucha del CD y del pueblo en general contra los usurpadores antidemocráticos. El poder santista intentará profundizar su estrategia de reforzar políticamente a las Farc y al Eln con más negociaciones secretas y con nuevos compromisos diplomáticos aberrantes. Sabe que para hacer eso debe incrementar la represión sobre los líderes y los miembros del CD. El terrorismo Farc-Eln también querrá jugar un papel desmovilizador. No hay pues alternativa: ante cada nueva agresión de esos actores, el país debe salir de nuevo a las calles, con consignas y objetivos precisos. Si la clique que gobierna se torna más aventurera, la respuesta debe ser inmediata y más y más masiva. Pero también más política, orgánica, intelectual y psicológica. El CD mejorará su organización interna y su trabajo hacia afuera. No debemos dejarles espacios vacíos al santismo, ni a la prensa bajo su control, sobre la información y el análisis político, ni sobre lo que hay detrás de cada acto de gobierno por más insubstancial que parezca.
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