Los venezolanos hacen colas más largas por menos productos
Empleados pierden entre tres y cinco horas al día haciendo colas en los
comercios | Foto: Omar Veliz
Los obstáculos que separan al ciudadano del producto que requiere son
varios, el principal, la presentación del documento de identidad pues, según el
último número de la cédula, la persona puede comprar un determinado día de la
semana
EL NACIONAL
efe 19 de septiembre 2015 - 6 a.m.
La escasez en Venezuela se ha convertido
en una enfermedad crónica que parece agravarse con el paso de los días. En la
actualidad, quien quiere comprar un producto de la cesta básica a precio
regulado no solo debe pasar horas en cola, sino que muchas veces debe
conformarse con comprar un único artículo: el que hay.
Los obstáculos que separan al ciudadano
del producto que requiere son varios, el principal, la presentación del
documento de identidad pues, según el último número de la cédula, la persona
puede comprar un determinado día de la semana.
La mayoría de las redes de mercados públicos y privados han instaurado este
sistema de ventas por cédula y no son pocos los que a este requisito han sumado
un mecanismo biométrico o capta huella digital para verificar que,
efectivamente, se trata de la persona.
Todas estas medidas, ha argumentado el
Gobierno, se aplican para poner obstáculos a los revendedores o
"bachaqueros" que, de igual forma, siguen ofreciendo de forma ilegal
los productos a más de seis veces su precio oficial.
La escasez de productos básicos en
Venezuela se empezó a ver de forma clara en 2013 cuando el papel higiénico
desapareció de los anaqueles. A este artículo, mes a mes, le siguieron otros
hasta que hoy en día se pueden contar más de 20 incluyendo pañales, champú,
jabón, leche, carne, café, azúcar, pasta y harinas de maíz y trigo.
Tanto en la parroquia popular de Catia, en
el oeste de Caracas, como en el este de la capital venezolana donde habita la
clase media, Efe observó grandes en los diferentes comercios.
La ama de casa Iraida Rosas, madre de una
bebé de seis meses dijo a Efe desde la fila, que hacía desde más de cinco horas
para comprar en un automercado de Catia, que necesita pañales y fórmula láctea
pues ya cuenta con muy poco de ambos productos.
Comentó que para conseguir la fórmula es
"un proceso" y que son los "bachaqueros" los que la venden
aunque "muy cara" pues la ofrecen más de cinco veces más costosa.
En esa misma cola Rafael Ruiz, que se
identificó como actor con poco trabajo, dijo estar seguro de que la situación
de escasez está "peor cada día" desde que se inició "desde hace
unos dos años para acá".
No cree que el cierre de la frontera con
Colombia como medida contra el contrabando ayude a superar la escasez pues está
convencido de que esta medida es "solamente un pote de humo" que ha
lanzado el Gobierno "para desviar la atención" de la crisis económica
del país.
En una fila de Catia también estaba Milady
Hernández de 26 años y madre de una niña de 7 años que informó de que vive en
refugios desde 2010 cuando fue desalojada de su vivienda por tratarse de una
estructura de riesgo. Desde entonces espera por la casa que le prometió el
Gobierno, al igual que otras 18 familias.
"Según (el Gobierno) este año nos
daban respuesta pero ya desde enero nos quitaron el período de nutrición en los
refugios (...) ahora hacemos colas, pescamos por aquí por allá", dice
Hernández que se queja de que le falta "todo" en materia de
alimentación.
En el este de Caracas, conocida por
concentrar urbanizaciones en las que habita la clase media, las colas también
son largas, aunque muchos de los que están en las filas no viven por esa zona.
"Uno que vive en la zona se da cuenta
de que la mayoría de las personas que vienen al supermercado no pertenecen a la
zona", dijo a Efe el comunicador social Daniel Silva desde la cola de un
comercio del este de Caracas e indicó que muchos compradores salen directo al
vecino barrio de Petare, área en la que abundan los revendedores.
René Ferrer, desde esta misma cola,
comentó que observa una inmensa cantidad de extranjeros, la mayoría de ellos
provenientes de Colombia, en las filas de los comercios de urbanizaciones
cercanas a Petare.
"Yo te puedo decir, sin temor a
equivocarme, que de cada diez personas (en la cola) ocho son extranjeros",
comentó.
El gerente de una importante empresa de
alimentos dijo a Efe que la escasez en Venezuela se debe a que en la actualidad
muchas industrias privadas funcionan a menos de su capacidad instalada por
falta de materia prima, lo que a su vez se debe a la falta de divisas en el
marco del control de cambio que opera desde 2003.
También indicó que las empresas que están
en manos del Estado, muchas de ellas expropiadas durante los gobiernos que han
impulsado la llamada revolución bolivariana desde 1999, "no trabajan ni a
la mitad de la capacidad instalada".
"Siempre decimos que por qué no se
revisan ellos mismos, esas empresas que fueron expropiadas, las que ellos han
hecho, para ver cuánto están produciendo", dijo el gerente que pidió el
anonimato para él y la empresa que representa.
También descartó que las empresas estén
distribuyendo mal los alimentos o acaparando pues, aseguró, el Gobierno
controla a todas las empresas privadas, a través del llamado Sistema Integral
de Control Agroalimentario y otros mecanismos que le permiten supervisar tanto
la cantidad producida como su ubicación.
Efe intentó sin éxito contactar a algún
portavoz del Gobierno para conocer la versión del oficialismo sobre el asunto.
Empleados pierden entre tres y cinco horas al día haciendo colas en los
comercios | Foto: Omar Veliz
Los obstáculos que separan al ciudadano del producto que requiere son
varios, el principal, la presentación del documento de identidad pues, según el
último número de la cédula, la persona puede comprar un determinado día de la
semana
EL NACIONAL
efe 19 de septiembre 2015 - 09:27 pm
La escasez en Venezuela se ha convertido
en una enfermedad crónica que parece agravarse con el paso de los días. En la
actualidad, quien quiere comprar un producto de la cesta básica a precio
regulado no solo debe pasar horas en cola, sino que muchas veces debe
conformarse con comprar un único artículo: el que hay.
Los obstáculos que separan al ciudadano
del producto que requiere son varios, el principal, la presentación del
documento de identidad pues, según el último número de la cédula, la persona
puede comprar un determinado día de la semana.
La mayoría de las redes de mercados públicos y privados han instaurado este
sistema de ventas por cédula y no son pocos los que a este requisito han sumado
un mecanismo biométrico o capta huella digital para verificar que,
efectivamente, se trata de la persona.
Todas estas medidas, ha argumentado el
Gobierno, se aplican para poner obstáculos a los revendedores o
"bachaqueros" que, de igual forma, siguen ofreciendo de forma ilegal
los productos a más de seis veces su precio oficial.
La escasez de productos básicos en
Venezuela se empezó a ver de forma clara en 2013 cuando el papel higiénico
desapareció de los anaqueles. A este artículo, mes a mes, le siguieron otros
hasta que hoy en día se pueden contar más de 20 incluyendo pañales, champú,
jabón, leche, carne, café, azúcar, pasta y harinas de maíz y trigo.
Tanto en la parroquia popular de Catia, en
el oeste de Caracas, como en el este de la capital venezolana donde habita la
clase media, Efe observó grandes en los diferentes comercios.
La ama de casa Iraida Rosas, madre de una
bebé de seis meses dijo a Efe desde la fila, que hacía desde más de cinco horas
para comprar en un automercado de Catia, que necesita pañales y fórmula láctea
pues ya cuenta con muy poco de ambos productos.
Comentó que para conseguir la fórmula es
"un proceso" y que son los "bachaqueros" los que la venden
aunque "muy cara" pues la ofrecen más de cinco veces más costosa.
En esa misma cola Rafael Ruiz, que se
identificó como actor con poco trabajo, dijo estar seguro de que la situación
de escasez está "peor cada día" desde que se inició "desde hace
unos dos años para acá".
No cree que el cierre de la frontera con
Colombia como medida contra el contrabando ayude a superar la escasez pues está
convencido de que esta medida es "solamente un pote de humo" que ha
lanzado el Gobierno "para desviar la atención" de la crisis económica
del país.
En una fila de Catia también estaba Milady
Hernández de 26 años y madre de una niña de 7 años que informó de que vive en
refugios desde 2010 cuando fue desalojada de su vivienda por tratarse de una
estructura de riesgo. Desde entonces espera por la casa que le prometió el
Gobierno, al igual que otras 18 familias.
"Según (el Gobierno) este año nos
daban respuesta pero ya desde enero nos quitaron el período de nutrición en los
refugios (...) ahora hacemos colas, pescamos por aquí por allá", dice
Hernández que se queja de que le falta "todo" en materia de
alimentación.
En el este de Caracas, conocida por
concentrar urbanizaciones en las que habita la clase media, las colas también
son largas, aunque muchos de los que están en las filas no viven por esa zona.
"Uno que vive en la zona se da cuenta
de que la mayoría de las personas que vienen al supermercado no pertenecen a la
zona", dijo a Efe el comunicador social Daniel Silva desde la cola de un
comercio del este de Caracas e indicó que muchos compradores salen directo al
vecino barrio de Petare, área en la que abundan los revendedores.
René Ferrer, desde esta misma cola,
comentó que observa una inmensa cantidad de extranjeros, la mayoría de ellos
provenientes de Colombia, en las filas de los comercios de urbanizaciones
cercanas a Petare.
"Yo te puedo decir, sin temor a
equivocarme, que de cada diez personas (en la cola) ocho son extranjeros",
comentó.
El gerente de una importante empresa de
alimentos dijo a Efe que la escasez en Venezuela se debe a que en la actualidad
muchas industrias privadas funcionan a menos de su capacidad instalada por
falta de materia prima, lo que a su vez se debe a la falta de divisas en el
marco del control de cambio que opera desde 2003.
También indicó que las empresas que están
en manos del Estado, muchas de ellas expropiadas durante los gobiernos que han
impulsado la llamada revolución bolivariana desde 1999, "no trabajan ni a
la mitad de la capacidad instalada".
"Siempre decimos que por qué no se
revisan ellos mismos, esas empresas que fueron expropiadas, las que ellos han
hecho, para ver cuánto están produciendo", dijo el gerente que pidió el
anonimato para él y la empresa que representa.
También descartó que las empresas estén
distribuyendo mal los alimentos o acaparando pues, aseguró, el Gobierno
controla a todas las empresas privadas, a través del llamado Sistema Integral
de Control Agroalimentario y otros mecanismos que le permiten supervisar tanto
la cantidad producida como su ubicación.
Efe intentó sin éxito contactar a algún
portavoz del Gobierno para conocer la versión del oficialismo sobre el asunto.
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