FRAUDE, VIOLENCIA E IGNORANCIA DE LA HISTORIA.
Por Daniel Lara F.
Editor de La Cabilla
I
Si revisamos la historia de este malogrado país que tenemos, de poco tenemos que asombrarnos. Que quien no conoce su historia se condena a repetirla dijo alguien. Que la historia se repite primero como tragedia y luego como farsa, dijo otro. Sea como sea, no hay forma de que se pueda analizar el presente desdeñando el pasado. Y del pasado político del país pueden extraerse dos cosas muy importantes, que para darle sentido a cualquier análisis, deberíamos tener muy claras:
1.- El Fraude Electoral siempre ha sido utilizado en Venezuela y en todos los casos ha causado graves crisis que siempre se profundizan y hacen metástasis.
2.-Las crisis que esos fraudes causan, siempre terminan en violencia, guerras, revoluciones, alzamientos. Y siempre es el factor militar quien termina decidiendo, por decisión de la sociedad civil venezolana.
Dos verdades. Porque hay que empezar por reconocer que hemos aceptado el fraude electoral, la trampa y la triquiñuela como parte de nuestra idiosincracia. Y también, no estaría mal reconocer de una vez y por todas, que la sociedad civil venezolana, desde bien temprano, decidió entregarle al estamento militar el arbitrio de la vida pública, siendo los militares en momentos de crisis, siempre, los que terminan siendo llamados a resolver, normalmente por las malas, las situaciones que trancan el juego.
Hay que partir, entonces, desde allí.
II
Desde el origen mismo de la República o de los escarceos iniciales de la Venezuela independiente, el fraude electoral aparece. Si damos por cierto el relato sobre el 19 de abril de 1810, Emparan fue víctima del primer fraude de la historia de Venezuela, cuando sometiéndose al arbitrio de las masas para permanecer en su cargo o entregarlo, a sus espaldas José Cortés de Madariaga se encargó de decirle a la gente aglomerada al pie del balcón que dijera que no. O sea, se manipuló la opinión en la primera utilización del voto asistido tan de moda hoy. Madariaga podría ser, si lo analizamos bien, el más remoto ancestro de Tibisay Lucena.
Después de eso, lo que vino fue guerra.
A lo largo del tiempo, más de lo mismo. Mariño dijo que le robaron las elecciones del 1836 y se fue a la guerra. De los Monagas, qué decir, si hasta asaltaron el Congreso cuando no les favorecía en sus decisiones. De Gómez y sus no-elecciones. Del gomecismo y su farsa, derrocada en 1945. Del perejimenismo y su fraude de 1952, 1957. Del 58 y el nuevo sistema. ¿No fue por una denuncia de fraude que Prieto Figueroa divide AD en 1968? ¿No fue por un fraude denunciado como “maletinazo del Radio City” que Luis Herrera perdió la Convención de Copei en 1973? ¿No fueron los repetidos eventos fraudulentos en elecciones internas adecas lo que llevaron a que se desgajara la organización desde 1985 en adelante, de forma irremediable hasta nuestros días? ¿No es fraude lo que gritó Andrés Velázquez en 1993? ¿No es fraude lo que gritaron Ramón Martínez, Macario González, Gerard Carthay, Fucho Tovar y tantos otros candidatos a gobernador desde 1989 hasta 1998? ¿No hubo voluntad de torcer las condiciones electorales en la decisión de adelantar las elecciones parlamentarias de 1998 para unirlas con las de gobernadores y evitar así la avalancha garantizada por el fenómeno Chávez?
El fraude no lo inventó Chávez. El fraude lo hemos instaurado como normal en la política nacional, desde hace mucho. Y con ese polvo, el chavismo creó este lodo.
III
Después del fraude, lo que viene normalmente es violencia. Y si la violencia es bien canalizada, puede terminar tumbando el fraude. Pero si revisamos la historia, eso nunca ha ocurrido así como así, salvo en 1958.
Lo que si ha ocurrido, es que la sociedad civil acuda al estamento militar a pedirle que resuelva lo que la incapacidad política no logra resolver en el devenir de la Nación. La mano dura, el gendarme necesario, el militar patriota. Siempre, el mismo cuento
Tengo años viendo, desde niño, a la sociedad civil cantando loas a los militares para que resuelvan. ¿Usted no recuerda a este señor, hablándole al país en medio del lío del 27 de febrero del 89, y lo que su intervención causó?
Estructuralmente democráticas por razonamiento lógico, dice el Ministro de la Defensa de CAP en su segundo gobierno, Italo Del Valle Alliegro. Esa intervención resultó en un respiro del país que lo vio. Los comentarios eran: oye, ahí esta el hombre. Mira, ese va a poner orden. Así se habla. Que bien. ¿Viste? Un vergatario. Embraguetao el hombre. Así es que se hace.
De ahí, Alliegro se convirtió en figura política, y hasta se barajó la posibilidad de que fuese candidato presidencial en 1993. Se acercó a Copei y hasta acompañó a Eduardo Fernández en su precandidatura fallida de ese año, que no logró frente a Álvarez Paz.
¿Y qué pensó la gente común en 1992, cuando apareció Chávez? Lo mismo. Se encendió el reflejo de Pavlov nacional frente a lo militar: Ajá, se alzó el hombre. Claro vale ¿Hasta cuando? Es que alguien tiene que darle un para´o a esto. Ya esta bueno. Así es.
En 1998 hubo, si no me equivoco, 3 candidatos presidenciales que eran militares retirados. Un fenómeno. Y a lo largo de estos 16 años, seguimos en lo mismo: Raúl Salazar, un militar serio que no aguantó a Chávez, visto con buenos ojos. Luego empezó el “goteo militar” donde hasta un tipo borracho se montaba en una tarima y se tiraba un discurso uniformado y se convertía en héroe. De ahí al 11 de abril. De ahí a Plaza Altamira. De ahí a Baduel, al general Vivas y aquí vamos. Esperando al gendarme que ponga orden.
Y quizás llegará. Porque la historia termina siendo así, burlesca y burlona. Y al final, nos encontraremos en el mismo sitio los de siempre: los que queremos un país mejor, tal como nos pintaba Manuel Caballero: “Salgamos de la pesadilla despertándonos, no cambiando de monstruo en medio del sueño”.
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