Domingo, 28 de junio, 2015 EL UNIVERSO
El grito urgente
por: Francisco Febres-Codero
Después de años de silencio, el grito. Un grito de indignación que se ha proyectado durante semanas desde las calles.
Un grito de furia. Un grito de frustración. Y de dolor de patria.
Un grito que emergió de las gargantas de los viejos que fueron despojados de su esperanza, pero no de su voz.
Un grito que salió, fue saliendo, de las gargantas de quienes a pesar de su juventud se sintieron despojados de su futuro, pero no de su rebeldía.
Un grito que salió de las gargantas de personas sin edad, cansadas de un largo, interminable presente de opresión.
Y el grito fue escuchado, nítido, por todos, menos por aquel que, sordo, mantiene su actitud de permanente confrontación y desafío.
Ya no fue solo un grito de alerta: fue un grito de exigencia.
Fue un grito urgente.
Urgente contra el despilfarro de los fondos públicos. Urgente contra el robo. Urgente contra la concentración de todos los poderes en uno. Urgente contra una justicia que obedece, dócil, los mandatos de venganza contra aquellos señalados con el dedo acusador como enemigos.
Urgente contra quienes, con plata que es de todos, la derrochan en incesantes propagandas. Urgente contra quienes silencian, con tribunales espurios integrados por esbirros, las voces de la prensa. Urgente contra una burocracia voraz que conforma una nueva clase cuya riqueza asoma de un día para el otro, como por arte de birlibirloque. Urgente contra quienes disfrutan de su buen vivir a expensas del erario público.
Urgente contra esas caravanas de cirqueros que arman su carpa en lugares lejanos para entretener a la audiencia con un monólogo reiterativo y procaz que el público, llenando la platea, se ve obligado a escuchar a cambio de mantener su empleo. Urgente contra esa troupe de saltimbanquis que viaja al exterior sin más justificación que la voluntad del líder, que así premia su lealtad llevándoles en sus aviones y agasajándoles en hoteles cinco estrellas.
Urgente contra una Asamblea cabizbaja y sumisa, cuyos miembros tienen de tiempo en tiempo que darse el trabajo de levantar la mano para justificar su sueldo. Urgente contra un fiscal que culpa a la falta de olfato de unos perros el envío de valijas llenas de droga desde la Cancillería. Urgente contra quien recibió del líder un homenaje por su honradez y probidad, antes de fugar al exterior con permiso para asistir al matrimonio de su hijito.
Urgente contra quien, prevalido de su mesianismo, confunde su cargo de presidente de la República con el de mandamás, cuya palabra nadie puede contradecir ni cuya conducta puede ser puesta en entredicho. Urgente contra quien, a pretexto de haber ganado todas las elecciones, hace tabla rasa de las leyes e interpreta la Constitución a su manera. Urgente contra quien exige respeto a su dignidad, mientras hace escarnio de la dignidad de los demás. Urgente contra quien, por sí y ante sí, eleva un suntuoso edificio en la mitad del mundo, derrocha en El Aromo para una refinería que nació marchita, construye una ciudad del conocimiento de cuyo costo nadie tiene conocimiento, logra préstamos con un interés a precio de oro y entrega el oro en garantía como si fuera plomo.
Ese es el grito urgente que seguirá retumbando, aunque quien no quiera escucharlo no lo haga por tozudez, por prepotencia o miedo. (O)
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