ALLÁ
NADIE NOS QUIERE
por: Claudio Nazoa
@claudionazoa
He visto con dolor a muchos
venezolanos quienes, ilusionados y creyendo en pajaritos preñados, se fueron a
otras tierras, y ahora están pasando muchísimo trabajo, paradójicamente por no
tener trabajo, ni cariño, ni tierra, ni un café con una arepa obsequiada por un
amigo.
Comprendo y comparto la
desesperación y el dolor de los venezolanos que presencian cómo, día a día, se
destruye nuestro país. Pareciera que hay un gigante loco quien, con un
martillote y en compañía de un ejército de enanos ciegos, sordos, aduladores y
enfurecidos, acaba con todo. Esos enanos están a punto de ser pisados por ese
gigante loco.
Vamos a sincerarnos. Los venezolanos
queremos vivir en paz. Los venezolanos queremos trabajar e invertir aquí, en
nuestra tierra, sin miedo, sintiéndonos seguros y felices. Los venezolanos no
merecemos ser humillados con racionamiento, escasez y colas interminables. Los
venezolanos tenemos derecho a trabajar en el gobierno sin tener que ser un
eunuco que no puede expresarse por temor a que lo boten.
Queremos sentirnos orgullosos de
nuestro trabajo en la petrolera o en un ministerio. Queremos contribuir con el
progreso del país a pesar de que el presidente no nos guste. Queremos trabajar
con dignidad y sentirnos respetados, como lo sentí durante 17 años cuando
trabajé en el Consejo Venezolano del Niño, en El Ministerio de la Juventud y,
junto a la gran Alicia Pietri, en El Museo de los Niños. En estas instituciones
no importaba si yo era adeco, copeyano o comunista.
Lamento,
profundamente, que estemos gobernados por los derechafascistacomunista que
tenemos. Yo, como muchos, soñaba con una sociedad justa. ¡Qué ironía! Pensaba
que algún día Venezuela sería gobernada por un hombre preparado, bueno y
honesto… Aún lo sueño.
Retomando
el tema. No se vuelvan locos. No es que yo piense que no deban probar suerte
quienes creen que deben irse, pero sean sensatos. Piensen bien la vaina. En
Venezuela, a pesar de todo lo malo, uno nunca está mal, siempre alguien nos
quiere y nos tiende la mano.
No
crean los cuentos de: “Yo tengo una tía que me dijo que me fuera y que puedo
llegar a su casa…”, “Yo tengo unos amigos que se fueron hace seis meses y ya
tienen casa, trabajo y carro…”, “Por más mal que me vaya, no puede ser peor que
aquí…”
Pelar bola en cualquier parte del
mundo, inclusive en Venezuela, es malo. Pero hacerlo en el extranjero, sin algo
tan simple como un amigo, un marroncito corto y una arepa en la mañana, es muy
triste.
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