¿TRANSICIÓN PARA TRASCENDER O
PARA
TRANSIGIR?
por: Rafael Grooscors Caballero
Hemos planteado la necesidad de lograr
condiciones mínimas para justificar la continuación de un juego que creemos es,
en sí mismo, irresponsable, por decir lo menos. Seguir jugando a la democracia
electoral, a sabiendas de que las instituciones que la garantizan están
secuestradas y en manos de inescrupulosos criminales políticos, es francamente
torpe. Si no se logra, en primer lugar, un saneamiento transparente del clima
electoral, no sería serio ir a unas justas, a
una competencia desigual. Si no se logra aplacar la parcialización del árbitro,
el juego tiene que tener un infeliz final. Si no penetramos ese árbitro, si no
logramos formar parte de él, estar adentro, no vale la pena seguir. Si no se
limpian los instrumentos del juego, se ponen en orden, se “escudriña” el REP,
no tiene sentido continuar. Dos millones de fantasmas por un lado; millón y
medio de electores sin huellas, por el otro, mientras el “Plan República” se
cierne como horda invencible y diabólica sobre el esqueleto comicial, nos
convencen de que quienes quieren ir a unas obscuras elecciones tiene que ser
porque insanos intereses les motivan. Respetamos a quienes argumentan la lógica
del seguimiento a los cánones de la democracia: Que no hay que abandonar las oportunidades; que
esta vez sí, porque el 80% de la opinión se ha manifestado contra el gobierno y
que por más trampa que hagan, los resultados serán apabullantes. Respetamos y
admitimos como de buena intención repetir estos supuestos. Pero llevamos muchos
años (85, específicamente, para quien firma esta nota) en la vida y en la
actividad política, con una óptica que abarca a toda la América Latina, como para no ser tercos y
declarar que en Venezuela no hay democracia y que, como tal, funciona un
parapeto donde un grupo de fascistas facinerosos, se burla diariamente del
mundo entero.
Por eso nos hacemos la pregunta que titula estas palabras.
¿Transición? ¿A partir de dónde y hacia cuál horizonte? ¿Para trascender a un
“nuevo comienzo” o para transigir, convenir, legitimar, plantear pérfida
asociación con quienes han hundido al país? Queremos creer que estamos
invadidos por ingenuos, rodeados armoniosamente por ellos, hombres y mujeres
formados en las mejores escuelas del pensamiento, quienes como Santo Tomás esperan “ver para creer” y quienes como el llanero que cada madrugada se
estruja los ojos para concurrir al establo del ordeño y se dice: “¡amanecerá y
veremos!” Queremos creerlo, pero nos sobran sabiduría
y paciencia como para advertirlos de que en este “acorralamiento histórico” en
el cual nos vamos
acostumbrando, tras cada esquina, tras cada sombra, tras cada principio de
camino, se esconde una trampa comprobada y de efectos múltiples, altamente
nocivos. Para eso escribimos, en su oportunidad, lo de “Las Condiciones” y
pensamos que fueron muy pocos los que nos entendieron. O se hicieron, más bien,
-la mayoría- “los
desentendidos”. Diariamente, amigos inteligentes y fraguados en la lucha, hablan
de que es de tontos abstenerse y que los que llaman al voto salvado, más bien
son víctimas propiciatorias de la cebada delictiva del G2 cubano y de los
tiranuelos que nos gobiernan, quienes ahora apelan al mito de Guyana y del
Esequibo, denunciándolo como patrón operativo del imperio y del capitalismo
salvaje, contra la indefensa Venezuela. ¡Víctimas! Víctimas somos todos y muchas de ellas, si no abren a tiempo los ojos,
terminarán siendo cómplices del victimario. Tenemos que dar, cómo es, el paso
al frente y desbaratarle el juego a quienes nos mantienen replegados en un
engaño miserable. Ni siquiera es “absteniéndose”, ni “salvando el voto”. Lo que
tenemos que hacer es resistirnos y desobedecer. ¡Resistirnos y desobedecer! No
tenemos ninguna autoridad legítima a
quien respetar. No existe, en las instituciones que nos rigen, una voluntad de
poder representativa de la soberanía, como para sentirnos garantizados por
algún ejercicio transparente. No hay democracia en Venezuela. El mundo lo sabe.
Callan los que quieren callar, porque su silencio fue comprado por malsana
interposición de intereses subalternos.
¡Demos el paso al frente! Coloquémonos de frente ante el
demonio y juremos, como Bolívar, en algún otro Monte Sacro de la República, que
no nos cansaremos hasta recuperar la libertad de nuestra Patria y construir
sobre su suelo una nueva realidad, como para que nunca más vuelvan a azotarnos la ignorancia y el
crimen, usurpando nuestro destino. Demos el paso al frente. Decidámonos a
resistir y a desobedecer. La misma polémica Constitución que nos rige, nos lo
ordena. Cumplamos sus órdenes ante un régimen que se ha burlado de ella.
Decidámonos a trascender y, a todo evento, a no transigir. Que un pueblo
valiente no se arredra ante cobardes, por más armados e invulnerables que
parezcan. Venezuela nos llama a todos, a luchar por ella, una vez más… y a vencer.
pararescatarelporvenir.blogspot.com
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