La crisis que se sembró
Venezuela, el país que se jacta de tener las más grandes reservas de petróleo del mundo, está en ruinas, literalmente hablando, a pesar de haber vivido una racha de más de una década de un sostenido boomen los precios del crudo.
Una “buena” racha que se registró en el peor momento de la historia del país, cuando una élite gobernante utilizó los recursos para (1) instaurar un proyecto político-social y económico demostradamente fracasado en otras épocas y latitudes; (2) comprar voluntades en la región y financiar proyectos similares en otros países del hemisferio; y (3) alimentar la voracidad de riqueza fácil de sus congéneres nacionales y foráneos.
Una racha que también se aprovechó para desmantelar al sector productivo privado, mediante expropiaciones, confiscaciones; criminalizaciones a granel del sector privado, amparados en leyes socialistas decretadas sin consultas y fuera del ámbito parlamentario, apostando que los ingentes ingresos del petróleo permitirían las importaciones a granel sin calcular que la buena racha podría tener fin en algún momento. Una larga época en la que se desprofesionalizó a PDVSA, se dejó de invertir en tecnología, en mantenimiento, en nuevo equipamiento y en planes de seguridad industrial en la estatal. Años en los que se dejó de lado la razón de ser de PDVSA, para convertirla en la paganini de todos los fracasados programas electoreros y populistas creados desde Cuba. Hecho de especial significación hoy, el tercer aniversario de la explosión en la refinería de Amuay causado por la falta de mantenimiento que dejó 42 muertos.
![]() Así, llegó 2014, y con él la caída de los precios del petróleo a nivel mundial. La entrada al mercado de gas y petróleo de lutita de los Estados Unidos aumentó la oferta, impulsando los precios a la baja. A lo que esto se le sumó el hecho de que Arabia Saudita decidió dejar de ser el fiel de la balanza, y no recortó su producción ni redujeron las cuotas de la OPEP.
Estas fueron malas noticias para la Venezuela de Chávez y Maduro, la cual se topó de repente con unas arcas públicas vacías, con una petrolera que no produce el petróleo suficiente para satisfacer la demanda del país de bienes básicos, con un sector productivo desmantelado y sin recursos o insumos para ponerse en marcha y gran parte de él en manos de un Estado monopólico, incompetente y corrupto.
En fin, 2014 fue un año terrible para PDVSA, y para el país.Lo peor es que en 2015 las cosas van mucho peor. En lo que va de año, las noticias siguen de mal en peor. Ahora, a la espera de que Irán entre a competir en el mercado con su petróleo, cuando quede libre de las sanciones que tenía sobre sí por ser un Estado forajido. Para ñapa, llega la noticia de que su mejor postor, la República Comunista de China, está registrando una desaceleración de su economía que a su vez afecta las economías de las decenas de países que han estado exportando a China.
Los precios del petróleo cayeron este lunes a su nivel más bajo en más de seis años. El WTI cayó 5,46% y cerró en $38,24/bbl., por debajo de $40/bbl. Teniendo en cuenta su usual diferencial para con el barril de la OPEP, se estima que el barril venezolano valía tan solo $34/bbl. el lunes, un tercio del precio promedio del 2014 y muy lejos de los $100/bbl. que despilfaraban Chávez y Maduro hasta hace poco.
Hoy existe una gran incertidumbre con respecto a cuánto durará esta racha de precios bajos, o a qué niveles bajarán los precios del crudo a nivel mundial, y en particular al de Venezuela. De ello depende cuán profunda será la hecatombe económica y social del país.
Esto así porque Nicolás Maduro se sigue rehusando a aplicar las medidas de ajuste requeridas, por el contrario agrega otra peor con el anuncio de un “Plan Piloto” para cumplir con el Plan de la Patria, que contempla que los trabajadores tomen el control de las operaciones de las empresas.
Todo indica que seguirá sin dar vuelta atrás a su fracasado modelo comunista, que lleva a todo el país a las pailas del Infierno.
Editores de VenEconomía
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