¿Cuál es la ideología del papa Francisco?
Acusado de "socialista", defiende políticas de libre mercado con acento en la redistribución, señalan expertos. Yovanny Bermúdez (S.j) y Alejandro Chafuen exponen
24 DE AGOSTO 2015 - 11:09 AM
Yovanny Bermúdez (S.j) - Panampost En su pontificado, el papa Francisco recuerda constantemente que el pobre no solo tiene un puesto en la Iglesia, sino en la historia y en la sociedad.
La enseñanza social del papa pone en primera línea a la persona, especialmente a los “descartados”, quienes sufren las consecuencias de un sistema económico centrado en la producción y en la ganancia.
El pontífice no niega las ventajas de este sistema, pero denuncia la instrumentalización de la persona, considerándola un objeto de producción.
Por tanto, un primer aspecto claro e irrenunciable que Francisco señala es la defensa de la dignidad de la persona humana.
Junto a la defensa de la dignidad de la persona humana, Francisco hace énfasis en la búsqueda del bien común, y denuncia que las ganancias de unos pocos están cercenando el bienestar de las mayorías; y que la corrupción, la falta de controles, la evasión fiscal, la permanencia en el poder, la fragilidad democrática, los salarios injustos, la destrucción de la tierra, el atentado a los derechos humanos, etc., atentan contra el bien común, al robar posibilidades de vida digna y feliz.
El sucesor de Pedro recuerda que no se pueden ignorar ni violentar los derechos ni las necesidades de las personas, “especialmente las de los pobres y descartados”.
Entonces, Francisco no está siendo ni populista ni comunista al decir que la dignidad humana y el bien común están olvidados del lenguaje del bienestar social y económico de la sociedad actual.
El papa está proponiendo mirar la realidad de otra manera, es decir, desde las periferias empobrecidas de la sociedad global. Mirar la realidad desde la injusticia tiene como reto buscar nuevos modos de hacerse responsable frente al otro. Y esto no es ideología, es justicia.
Por tal razón, Francisco llama a despertar de la “globalización de la indiferencia”, e invita a crear “nuevos modelos de desarrollo que conjuguen tradición cristiana y progreso civil, justicia y equidad con reconciliación, desarrollo científico y tecnológico con sabiduría humana, sufrimiento fecundo con alegría esperanzadora. Sólo es posible custodiar esa esperanza con grandes dosis de verdad y amor, fundamentos de toda la realidad, motores revolucionarios de auténtica vida nueva”.
Francisco llama a construir la “cultura del encuentro social” que se consolida a través del diálogo, posibilitando una actitud ciudadana para: exigir los derechos y el cumplimiento de deberes; prevenir cualquier tipo de abuso de poder; impedir cualquier amenaza que pretenda silenciar la disidencia, y para promover el respeto a la vida.
De allí que el encuentro social sea visto como una amenaza, porque deja al descubierto las “esclavitudes contemporáneas”, y la tarea de reconstruir las relaciones básicas de convivencia, además de una decidida respuesta de rechazo a ser cómplices del sufrimiento y del mal en la humanidad.
Ante la “globalización de la indiferencia”, Francisco pide ser artífices de una globalización de la solidaridad y de la fraternidad, que dé esperanza y haga reanudar con ánimo el camino, a través de los problemas de nuestro tiempo y las nuevas perspectivas que trae consigo. Repensar la solidaridad y la fraternidad no es cuestión de comunismo, sino de ética y, la centralidad de la persona humana no es una bandera de la revolución o del capitalismo, sino la presentación responsable de una sociedad democrática capaz de ofrecer posibilidades de vida digna para todos sus ciudadanos. (*) Yovanny Bermúdez es un sacerdote jesuita venezolano. Abogado, con estudios de Filosofía y Teología.
Optimista del intervencionismo
Alejandro Chafuen - Panampost - Después de la elección del papa Francisco, los comentaristas comenzaron a reflexionar: ¿es el papa un socialista? Este fue el caso especialmente en Estados Unidos. Algunas de las declaraciones en su nueva encíclica papalseguramente reavivarán el debate.
Los términos que mejor podrían describir las opiniones sobre economía política del papa, tales como “peronismo sin corrupción”, “seguidor de la Tercera Vía,” o “corporativista”, son demasiado difíciles de explicar al lector u oyente promedio. Así que no es de extrañar que el adjetivo “socialista” comenzó a aparecer con frecuencia en los medios de comunicación de Estados Unidos en conjunción con “papa Francisco”, especialmente entre los presentadores populares de radio con orientación conservadora, como Rush Limbaugh o Mark Levin.
El socialismo generalmente es considerado como de izquierda, por lo que es natural que la gente se pregunte: ¿es el papa izquierdista?
Como soy economista, a veces veo todo por el lente de mi disciplina. “Izquierdista” en mi vocabulario, significa alguien que defiende y promueve un mayor papel del Estado en la economía; que quiere ampliar el control gubernamental de los medios de producción; que promueve una redistribución que no respeta los derechos de propiedad; y que apoya y defiende los regímenes que promueven políticas similares, como Cuba o Venezuela.
Pero no todo es economía o política. Consideremos el tema de la familia, por ejemplo. Muchas ideologías de izquierda, como el marxismo, atacaron a la propiedad privada y la familia tradicional, casi con la misma pasión. En este tema, el papa no encaja en el molde del ala izquierda.
En Argentina, en su papel como cardenal Bergoglio, tuvo declaraciones fuertes contra aquellos que estaban tratando de redefinir el matrimonio. Incluso definió la iniciativa como una “campaña diabólica”. Él nunca se alineó con la rama de la Teología de la Liberación que se apoyaba en el marxismo como principal base de su economía política. Además, durante el Gobierno militar, no era un crítico tan fuerte como la izquierda esperaba que fuese.
Un izquierdista nunca habría nombrado al cardenal George Pell para ser el primer prefecto de la recién creada Secretaría de Economía, que tiene autoridad sobre todas las actividades económicas de la Santa Sede y el Estado de la Ciudad del Vaticano.
Pell no avala gran parte del alarmismo por el cambio climático, y entiende la importancia del papel de la libre empresa para lograr sociedades prósperas y virtuosas.
El año pasado, en un prefacio de “Pobre para los Pobres”, un libro publicado por el Vaticano, el Papa Francisco escribió: “esta es una gran verdad. El dinero es una herramienta que de alguna manera —como la propiedad— amplía y mejora las capacidades de la libertad humana, lo que le permite operar en el mundo, actuar, dar sus frutos. En sí mismo es una buena herramienta, como casi todas las cosas que el hombre tiene a su disposición que expanden nuestras oportunidades”. Pero advirtió que la misma herramienta podría ser utilizada para objetivos malvados. Unos meses después, remarcó: “el dinero es el estiércol del diablo”.
El papa piensa que si los actores clave en los Gobiernos, las empresas y la fuerza laboral, simplemente se comportaran bien, entonces todos estaríamos mejor, especialmente los pobres. Puede considerarse como un nacionalista, optimista del intervencionismo económico. Pero, ¿izquierdista? No en muchos frentes.
(*) Alejandro Chafuen, PhD. es argentino y es el presidente de Atlas Network. También es presidente de la Fundación Educacional para la Libertad y el Centro Hispano de Investigación Económica (Hacer). Es miembro de las juntas directivas de la Fundación Chase de Virginia, el Instituto Acton, la Philadelphia Society y el Instituto Fraser. Es un miembro honorario activo de la Fundación John Templeton y miembro del consejo de Grove City College. Autor de Economía y ética: Raíces cristianas de la economía de libre mercado. Síguelo en @Chafuen.
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