HABLEMOS CLARO SOBRE VENEZUELA
Roger F. Noriega | agosto 13, 2015 | Artículos | No hay comentarios
Durante años, el presidente Obama hizo caso omiso mientras el gobierno de Venezuela destruía la economía y democracia de ese país. Ahora que el régimen está en una espiral de muerte, Obama podría empeorar la situación al darle oxígeno a líderes corruptos en Caracas que han dilapidado al país y lo han transformado de ser un viejo aliado en una nueva amenaza.
La administración “está trabajando para mejorar las relaciones [con Venezuela], impulsados por la preocupación de que la agitación podría desestabilizar la región”, de acuerdo con un artículo de Bloomberg publicado el lunes describiendo lo que llama “la ofensiva del encanto”. “Una de las cosas que busca esta estrategia es prevenir que Venezuela se convierta en “un narcoestado fallido” que “tiene el potencial de afectar a países en toda la región.”
“Estados Unidos ha dicho muchas veces que le gustaría tener una relación normal con Venezuela”, dijo el secretario de Estado John Kerry el 20 de julio. “Y hemos llevado a cabo un esfuerzo para tratar de cambiar el diálogo …”. De hecho, uno de los asesores de más alto rango de Kerry, el Consejero del Departamento Embajador Thomas Shannon, se ha reunido con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en varias ocasiones desde abril.
Muchos demócratas venezolanos se sorprendieron cuando Shannon viajó a Haití en mayo para reunirse en privado con Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Nacional que, de acuerdo a varios reportes, está siendo investigado por fiscales federales de Estados Unidos por ser un capo de la droga. El año pasado, Cabello literalmente condujo al líder de oposición Leopoldo López a la cárcel por cargos falsos. Él también se encargó de despojar a la congresista María Corina Machado de su escaño en la Asamblea Nacional. El hecho de que Cabello también haya sido implicado con el tráfico de drogas—lo que afecta la seguridad y el bienestar del pueblo estadounidense—hace aún más inexplicable que un diplomático estadounidense de carrera considere a Cabello como un interlocutor creíble.
Para justificar esta “ofensiva”, funcionarios de la administración han asegurado a observadores en el Congreso que están presionando para que se celebren en la Asamblea Nacional; que han abogado por la liberación de presos políticos; y que están trabajando para evitar un colapso sangriento del país. Hasta el momento la estrategia ha fallado en todos los frentes.
Las elecciones se han programado para diciembre, pero el partido gobernante está cargando los dados al excluir oponentes-incluyendo a Machado-de la boleta. López y muchos otros líderes de la oposición permanecen en prisión y la sangre no ha dejado de correr en las calles de Caracas a causa de un régimen que destruyó la policía profesional, desmanteló los tribunales independientes y que utiliza la violencia como arma política. Ninguno de estos problemas se mejorará al apaciguar al régimen que creó todos estos problemas.
El presidente Obama cita a menudo la idea de: “Si quieres hacer la paz no se habla con los amigos, se habla con los enemigos”—usualmente sin darle crédito al héroe israelí Moshe Dayan por ese consejo. El problema es que el presidente se rehúsa a actuar desde una posición de liderazgo, lo que tiene el efecto de empoderar a los enemigos de Estados Unidos. Como resultado, frente a un enemigo más fuerte, él insiste en que no tiene otra opción más que el desagravio. Algunos dicen que esto explica la estrategia de Obama en transformar a Irán en un interlocutor más poderoso en el Medio Oriente. Y esto sin duda describe su decisión de continuar “una relación normal” con el régimen destructivo y hostil en Venezuela.
Es hora de que el gobierno de Obama rectifique su política respecto a Venezuela. El gobierno debe denunciar la represión de Maduro y aglutinar a vecinos regionales a fin de insistir que se erradique la persecución política y las elecciones amañadas. Obama debería dejar que los fiscales hagan su trabajo al exhibir la participación de líderes venezolanos con el narcotráfico, lavado de dinero y corrupción. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos debe agilizarse para congelar las cuentas de los secuaces corruptos de Cabello y devolver esos bienes una vez que un gobierno democrático sea elegido para reconstruir el país.
Diplomáticos estadounidenses deben revelar plenamente lo que nuestras instituciones de procuración de justicia han descubierto sobre el papel desestabilizador del narcoestado en Venezuela. Un régimen que ha sembrado el caos y la corrupción en Colombia, América Central, el Caribe y México, por mencionar algunos. Es hora de hablar claro sobre la corrupción desmedida de un régimen que ha saqueado su tesorería y a la compañía petrolera estatal de Venezuela.
Sí, los gobiernos hacen la paz con sus enemigos. Pero, en este momento, los Estados Unidos tiene mucho trabajo por delante con sus amigos. En lugar de salvar a Maduro, Cabello y a sus secuaces nuestros diplomáticos deben conseguir el apoyo de la región para ayudar a que demócratas venezolanos decentes puedan recuperar su país.
El autor fue embajador de Estados Unidos ante la Organización de los Estados Americanos y subsecretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental (2001-05). También es investigador visitante en el American Enterprise Institute y director ejecutivo de Visión Américas LLC, una firma con sede en Washington, DC que asesora a clientes estadounidenses y extranjeros.
La administración “está trabajando para mejorar las relaciones [con Venezuela], impulsados por la preocupación de que la agitación podría desestabilizar la región”, de acuerdo con un artículo de Bloomberg publicado el lunes describiendo lo que llama “la ofensiva del encanto”. “Una de las cosas que busca esta estrategia es prevenir que Venezuela se convierta en “un narcoestado fallido” que “tiene el potencial de afectar a países en toda la región.”
“Estados Unidos ha dicho muchas veces que le gustaría tener una relación normal con Venezuela”, dijo el secretario de Estado John Kerry el 20 de julio. “Y hemos llevado a cabo un esfuerzo para tratar de cambiar el diálogo …”. De hecho, uno de los asesores de más alto rango de Kerry, el Consejero del Departamento Embajador Thomas Shannon, se ha reunido con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en varias ocasiones desde abril.
Muchos demócratas venezolanos se sorprendieron cuando Shannon viajó a Haití en mayo para reunirse en privado con Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Nacional que, de acuerdo a varios reportes, está siendo investigado por fiscales federales de Estados Unidos por ser un capo de la droga. El año pasado, Cabello literalmente condujo al líder de oposición Leopoldo López a la cárcel por cargos falsos. Él también se encargó de despojar a la congresista María Corina Machado de su escaño en la Asamblea Nacional. El hecho de que Cabello también haya sido implicado con el tráfico de drogas—lo que afecta la seguridad y el bienestar del pueblo estadounidense—hace aún más inexplicable que un diplomático estadounidense de carrera considere a Cabello como un interlocutor creíble.
Para justificar esta “ofensiva”, funcionarios de la administración han asegurado a observadores en el Congreso que están presionando para que se celebren en la Asamblea Nacional; que han abogado por la liberación de presos políticos; y que están trabajando para evitar un colapso sangriento del país. Hasta el momento la estrategia ha fallado en todos los frentes.
Las elecciones se han programado para diciembre, pero el partido gobernante está cargando los dados al excluir oponentes-incluyendo a Machado-de la boleta. López y muchos otros líderes de la oposición permanecen en prisión y la sangre no ha dejado de correr en las calles de Caracas a causa de un régimen que destruyó la policía profesional, desmanteló los tribunales independientes y que utiliza la violencia como arma política. Ninguno de estos problemas se mejorará al apaciguar al régimen que creó todos estos problemas.
El presidente Obama cita a menudo la idea de: “Si quieres hacer la paz no se habla con los amigos, se habla con los enemigos”—usualmente sin darle crédito al héroe israelí Moshe Dayan por ese consejo. El problema es que el presidente se rehúsa a actuar desde una posición de liderazgo, lo que tiene el efecto de empoderar a los enemigos de Estados Unidos. Como resultado, frente a un enemigo más fuerte, él insiste en que no tiene otra opción más que el desagravio. Algunos dicen que esto explica la estrategia de Obama en transformar a Irán en un interlocutor más poderoso en el Medio Oriente. Y esto sin duda describe su decisión de continuar “una relación normal” con el régimen destructivo y hostil en Venezuela.
Es hora de que el gobierno de Obama rectifique su política respecto a Venezuela. El gobierno debe denunciar la represión de Maduro y aglutinar a vecinos regionales a fin de insistir que se erradique la persecución política y las elecciones amañadas. Obama debería dejar que los fiscales hagan su trabajo al exhibir la participación de líderes venezolanos con el narcotráfico, lavado de dinero y corrupción. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos debe agilizarse para congelar las cuentas de los secuaces corruptos de Cabello y devolver esos bienes una vez que un gobierno democrático sea elegido para reconstruir el país.
Diplomáticos estadounidenses deben revelar plenamente lo que nuestras instituciones de procuración de justicia han descubierto sobre el papel desestabilizador del narcoestado en Venezuela. Un régimen que ha sembrado el caos y la corrupción en Colombia, América Central, el Caribe y México, por mencionar algunos. Es hora de hablar claro sobre la corrupción desmedida de un régimen que ha saqueado su tesorería y a la compañía petrolera estatal de Venezuela.
Sí, los gobiernos hacen la paz con sus enemigos. Pero, en este momento, los Estados Unidos tiene mucho trabajo por delante con sus amigos. En lugar de salvar a Maduro, Cabello y a sus secuaces nuestros diplomáticos deben conseguir el apoyo de la región para ayudar a que demócratas venezolanos decentes puedan recuperar su país.
El autor fue embajador de Estados Unidos ante la Organización de los Estados Americanos y subsecretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental (2001-05). También es investigador visitante en el American Enterprise Institute y director ejecutivo de Visión Américas LLC, una firma con sede en Washington, DC que asesora a clientes estadounidenses y extranjeros.
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