No llores, ríe Argentina
LUIS DANIEL ÁLVAREZ V. | EL UNIVERSAL
domingo 16 de agosto de 2015 12:00 AM
Muchas son las lecciones que deja el proceso de Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias que se celebró en Argentina el pasado domingo, no sólo con miras a definir la política interna de ese país sino como elemento adicional que puede incidir en el comportamiento comicial de otros países de la región y en los eventuales cambios que pueden empezar a suscitarse.
Lo primero que hay que mencionar es la poca vinculación que el candidato oficialista Daniel Scioli tuvo con la presidenta Fernández de Kirchner, pues aunque reivindica la continuidad del modelo político que emana desde el 2003, considera que deben venir algunos cambios. Probablemente, el símbolo más relevante de la nueva manera de ver la política Argentina está en la ausencia de la presidenta en el comando de campaña del candidato de su partido.
Puede haber dos factores que van a incidir es la posibilidad de que el Frente Para la Victoria se mantenga: el primero, es el creciente nivel de populismo que ha llevado a que un gobierno con resultados deplorables en materia de salud, educación, economía y seguridad tenga una alta posibilidad de mantenerse; la otra variable es la actitud de una oposición que no ha entendido que la prioridad inmediata es la defensa del país y que no es momento de polemizar en torno a gustos y visiones particulares.
Si algún grupo pareció entender esto fue la coalición Cambiemos que dirimió su abanderado presidencial entre Mauricio Macri, Ernesto Sanz y Elisa Carrillo, personajes con notables diferencias ideológicas pero que comprendieron que sólo unidos es posible derrotar al proyecto cada vez más totalitario de la familia Kirchner.
Por el contrario, Sergio Massa jugó a ganar una primaria que buscó exacerbar el descontento y aunque quedó tercero (al vencer en su interna a De La Sota) va a ser fundamental para determinar el futuro de Argentina.
Todo el manto electoral argentino tiene a su alrededor una perversa y macabra normativa electoral qué impide, una vez realizadas las primarias, hacer sustituciones a las fórmulas; es decir que la única manera de derrotar al gobierno es a través de una candidatura verdaderamente unitaria que pueda eventualmente hacer que alguna de las postulaciones se retire a favor de la otra porque ya no hay tiempo de poder fusionar a los sectores.
En octubre tienen los argentinos una enorme oportunidad para propiciar un gran cambio en democracia. Para que más adelante puedan dirimir los conflictos entre radicales, peronistas y liberales, entre otros, tiene que ganar alguien distinto al actual sistema populista, que además de abusivo en temas ligados a los derechos humanos, ha demostrado ser un rotundo fracaso. En las próximas elecciones, aunque no es sencillo, Argentina puede cambiar, y aquellos que desde el poder dicen "no llores por mí Argentina", verán como la risa de esperanza y cambio derrota al llanto.
luisdalvarezva@hotmail.com
Lo primero que hay que mencionar es la poca vinculación que el candidato oficialista Daniel Scioli tuvo con la presidenta Fernández de Kirchner, pues aunque reivindica la continuidad del modelo político que emana desde el 2003, considera que deben venir algunos cambios. Probablemente, el símbolo más relevante de la nueva manera de ver la política Argentina está en la ausencia de la presidenta en el comando de campaña del candidato de su partido.
Puede haber dos factores que van a incidir es la posibilidad de que el Frente Para la Victoria se mantenga: el primero, es el creciente nivel de populismo que ha llevado a que un gobierno con resultados deplorables en materia de salud, educación, economía y seguridad tenga una alta posibilidad de mantenerse; la otra variable es la actitud de una oposición que no ha entendido que la prioridad inmediata es la defensa del país y que no es momento de polemizar en torno a gustos y visiones particulares.
Si algún grupo pareció entender esto fue la coalición Cambiemos que dirimió su abanderado presidencial entre Mauricio Macri, Ernesto Sanz y Elisa Carrillo, personajes con notables diferencias ideológicas pero que comprendieron que sólo unidos es posible derrotar al proyecto cada vez más totalitario de la familia Kirchner.
Por el contrario, Sergio Massa jugó a ganar una primaria que buscó exacerbar el descontento y aunque quedó tercero (al vencer en su interna a De La Sota) va a ser fundamental para determinar el futuro de Argentina.
Todo el manto electoral argentino tiene a su alrededor una perversa y macabra normativa electoral qué impide, una vez realizadas las primarias, hacer sustituciones a las fórmulas; es decir que la única manera de derrotar al gobierno es a través de una candidatura verdaderamente unitaria que pueda eventualmente hacer que alguna de las postulaciones se retire a favor de la otra porque ya no hay tiempo de poder fusionar a los sectores.
En octubre tienen los argentinos una enorme oportunidad para propiciar un gran cambio en democracia. Para que más adelante puedan dirimir los conflictos entre radicales, peronistas y liberales, entre otros, tiene que ganar alguien distinto al actual sistema populista, que además de abusivo en temas ligados a los derechos humanos, ha demostrado ser un rotundo fracaso. En las próximas elecciones, aunque no es sencillo, Argentina puede cambiar, y aquellos que desde el poder dicen "no llores por mí Argentina", verán como la risa de esperanza y cambio derrota al llanto.
luisdalvarezva@hotmail.com
En los tiempos, no tan lejanos, en que producíamos y teníamos políticos, algunos de proyección hemisférica y aún mundial, no lográbamos entender como un gran país, como la Argentina, con uno de los suelos más ricos del mundo y con una población de elevado nivel cultural, seguía entrampada en el espejismo peronista. Desde donde nos encontramos ahora, en el fondo del albañal... es mas fácil.
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