La gansterización de la política
por: Antonio Sánchez García @sangarccs
Inimaginable al caudillo monaguense Alfaro Ucero gritando en pleno congreso "¡Quien se mete con Jaime Lusinchi, se mete conmigo!". O a Rafael Caldera en medio de un atronador bochinche amenazando con cerrar el parlamento si alguien se metía con el mismo Alfaro o su valido Lewis Pérez. Los ejemplos de que un respaldo entre matones travestidos de magistrados sirviéndoles de escudos protectores a capos de mafia acusados internacionalmente por ser narcotraficantes no se encontrarán en nuestra única democracia, la de Punto Fijo, ni buscando con lupa. Tampoco en la bicentenaria y turbulenta historia de la República. Mediocre o carente de grandeza como llegara a ser en su decadencia, un elemental sentido de la autoridad, el honor y el respeto impedían naturalmente llegar al tripero de matarifes y degolladores que hoy es santo y seña de "los pesaos", de los que más mean, de los poderosos.
No fue una escena de El Padrino o de Scarface, pero pudo serlo. En medio de una reunión de "la familia" se alza indignado Don Vito Corleone y abrazando a su principal rival, al que ya condenó a muerte, exclama indignado: "¡quien se meta con este figlio de la madonna, se mete conmigo!". Punto. Fin de la escena.
Es la abierta criminalización, la gansterización de la política. Estremece constatar que no sucede en Burundi o en pleno corazón del ex Congo belga, sino en la que fuera la democracia modélica, institucionalizada del continente de Pinochet, de Videla, de Garrastazú Medici. No sucede en el Haiti de Papa Doc ni en la triste región equinoccial de Idí Amín Dadá, sino en la Venezuela de Simón Bolívar, Rómulo Betancourt y Arturo Uslar Pietri. En Venezuela, mi país, tu país. ¿O es que ya dejó de ser nuestro para ser de los matones que amenazan a voz en cuello con halar del gatillo si alguien osa meterse con el segundo de a bordo?
Ya pasó de castaño a oscuro. No es tan solo el tradicional ABC madrileño y toda la prensa española. Ni el Wall Street Journal y los principales medios norteamericanos y europeos. Ni desde luego los latinoamericanos, que los reproducen: La Tercera, de Chile, Clarín, de Buenos Aires, O Globo y Veja, de Sao Paulo. Hombre de honor, como no podía ser menos, el director de ABC, que echó a rodar la especie, se ofrece a presentarse ante cualquier tribunal del planeta en donde se garantice el libre y decente ejercicio de la justicia -obviamente, ninguno de ellos venezolano - para demostrar la rectitud y objetividad de su acusación. Dice contar con las pruebas y testimonios aportados a la DEA y al Departamento de Estado por testigos presenciales, hoy bajo resguardo y protección de la justicia norteamericana.
¿Imposible una gota de seriedad y un adarme del sentido del honor como para enfrentar las graves acusaciones en el marco de la justicia internacional y la ética y la moral obligantes en el mundo para las altas magistraturas? ¿O deberemos aceptar como un hecho la gansterización de la política y el reino del matonaje en un país destruido y enajenado bautizado Venezuela, la pequeña Venezia?
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