El malestar generalizado
En nuestro país se impone un cambio que puede tener diversas versiones, pero lo que si luce evidente es que el estado de cosas actuales no puede perdurar en el tiempo
Analítica
En Venezuela se vive un estado crónico de malestar generado por varias causas concomitantes como la inseguridad personal, el desabastecimiento de una inmensa cantidad de productos para la vida diaria y una inflación acelerada que amenaza en convertirse en hiperinflación.
Frente a estas circunstancias, que convierten la vida del venezolano promedio en una angustia permanente y un desarraigo creciente, que se manifiesta en el deseo de buscar cualquier destino en distintas latitudes del planeta, hay otros que luchan empecinadamente para tratar de sobrevivir y construir algo que resista al embate destructivo causado por la persistencia en el error por parte de quienes hoy mal conducen a nuestro país.
La verdad histórica nos muestra que los países no desaparecen y que cuando las circunstancias evidencian una falta absoluta de viabilidad se producen cambios, muchas veces imprevistos, como fue el derrumbe del partido comunista en la URSS y sus satélites, o el cambio de orientación económica en la China de Teng Tsiao Ping, o más cercano a nosotros, los cambios ocurridos en el Perú después de la salida de los militares que prácticamente quebraron al país andino.
En nuestro país se impone un cambio que puede tener diversas versiones, pero lo que si luce evidente es que el estado de cosas actuales no puede perdurar en el tiempo, porque significaría la disolución progresiva del Estado venezolano y el retorno a lo peor de la Venezuela del siglo XIX.
No son esperanzas vanas las que nos llevan a pensar de que habrá un mejor futuro para nuestro país, sino la certeza de que hay aún entre nosotros una reserva moral y una sensatez suficiente para enderezar el rumbo y retomar la senda del progreso que tanto necesitan todos los hombres y mujeres de esta gran nación llamada VENEZUELA.
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