La derrota de la impunidad
por: LUIS DANIEL ÁLVAREZ V.
La única forma que encontró para llamar la atención fue irrumpir en la sala gritando. Los magistrados lo esperaban mientras muchos de los torturados veían pacientemente su llegada al recinto. Los guardias de seguridad tuvieron que maniatarlo para que entrara al juzgado que tiene la función de procesarlo, mientras el expresidente amenazaba.
Aunque hacia lo imposible por demostrar una gran arrogancia nada quedaba de aquella figura que había sido capaz de recurrir a la deshumanización del adversario con tal de mantenerse en el poder. De hecho, su estampa era la de un hombre disminuido que parece marchar irremediablemente hacia un destino que no le resulta conveniente y en el que deberá pagar todos los desmanes cometidos en aras de la perpetuidad.
Frente a los jueces que habrían de juzgarlo volvió a presentarse como omnipotente al desconocer la naturaleza del tribunal en el que estaba. Repitió hasta la saciedad que se encontraba secuestrado y que no se arrepentía de lo que había hecho como presidente de su país, pues todo fue en nombre del pueblo.
Detrás de la máscara que se oculta en su tradicional traje, Hissène Habré debe sentirse condenado aún antes de que los magistrados inicien las sesiones, pues tiene que observar con preocupación cómo 25 años después están vivas las heridas de un gobierno sangriento en el que no le importó llevarse por delante a más de 40 mil personas e incluso confinar en prisiones conjuntas a hombres y mujeres para mantenerse en el cargo. De igual manera, tiene que ver con melancolía cómo, lo que era un exilio dorado en Senegal, se tornó en el sitio de reclusión donde el llamado "Pinochet de África" deberá responder por sus acciones.
La situación del expresidente de Chad constituye un claro precedente para aquellos jefes de Estado que no miden sus acciones con tal de garantizar su perpetuidad en la primera magistratura y que una vez dejan el gobierno optan por viajar a otros países creyendo estar cubiertos por el manto de la impunidad. Aunque de una forma incipiente este caso generará dolores de cabeza a aquellos gobernantes que viven del atropello, la discrecionalidad y las injusticias.
luisdalvarezva@hotmail.com
Aunque hacia lo imposible por demostrar una gran arrogancia nada quedaba de aquella figura que había sido capaz de recurrir a la deshumanización del adversario con tal de mantenerse en el poder. De hecho, su estampa era la de un hombre disminuido que parece marchar irremediablemente hacia un destino que no le resulta conveniente y en el que deberá pagar todos los desmanes cometidos en aras de la perpetuidad.
Frente a los jueces que habrían de juzgarlo volvió a presentarse como omnipotente al desconocer la naturaleza del tribunal en el que estaba. Repitió hasta la saciedad que se encontraba secuestrado y que no se arrepentía de lo que había hecho como presidente de su país, pues todo fue en nombre del pueblo.
Detrás de la máscara que se oculta en su tradicional traje, Hissène Habré debe sentirse condenado aún antes de que los magistrados inicien las sesiones, pues tiene que observar con preocupación cómo 25 años después están vivas las heridas de un gobierno sangriento en el que no le importó llevarse por delante a más de 40 mil personas e incluso confinar en prisiones conjuntas a hombres y mujeres para mantenerse en el cargo. De igual manera, tiene que ver con melancolía cómo, lo que era un exilio dorado en Senegal, se tornó en el sitio de reclusión donde el llamado "Pinochet de África" deberá responder por sus acciones.
La situación del expresidente de Chad constituye un claro precedente para aquellos jefes de Estado que no miden sus acciones con tal de garantizar su perpetuidad en la primera magistratura y que una vez dejan el gobierno optan por viajar a otros países creyendo estar cubiertos por el manto de la impunidad. Aunque de una forma incipiente este caso generará dolores de cabeza a aquellos gobernantes que viven del atropello, la discrecionalidad y las injusticias.
luisdalvarezva@hotmail.com
Algunos deben estar recordando el viejo refrán: "Cuando veas las barbas de tu vecino ardiendo... pon las tuyas en remojo"
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