Al Límite //
La diplomacia del Esequibo o el despiporre oficial
por Luis García Mora
| 12 de julio, 2015
Como decía un fallecido y querido amigo: hagamos el cuento largo corto.
La diplomacia de Chávez, consultada sólo con los hermanos Castro y no con el resto de la representatividad diplomática criolla, desde las academias hasta los expertos independientes, partidos políticos e instituciones del país, sólo ha traído calamidades.
Ha sido manejada con perspectiva ideológica anti norteamericana y desde el ángulo cubano, vale decir, castrista. Y ya sabemos lo legendaria que es la capacidad de manipulación de Fidel ante sus contertulios, de efecto casi hipnótico, que en nuestro presidente Chávez tuvo las consecuencias que todos conocemos.
Su Padre. Su Gurú. Su Tótem.
Todavía continúa administrándonos y tutorándonos cada vez que se reúne con el presidente Maduro, circunstancia que ocurre continuamente. Y es por ello hasta raro que ante la toma del Esequibo por parte de Guyana, no haya transmitido al país cuáles serían los consejos que este Fidel marchito o su hermano Raúl, le han dado, tras conversar con sus flamantes socios de Washington.
Porque de eso se trata.
Cuando hoy Venezuela le impone sanciones diplomáticas a Guyana, y pide una sesión especial de la Asamblea General de la ONU para tratar el tema de la irrupción de ese país en la zona en reclamación, al frente de un equipo de empresas transnacionales para explotar sus riquezas, lo hace ante la mirada atónita de todos los venezolanos, a los que jamás se nos ocurrió que algo así podría suceder.
Con un diferendo histórico vigente en una zona de algo más de 150 mil kilómetros cuadrados y con minerales estratégicos que Caracas reclama, ahora son administrados de facto por el gobierno de Georgetown.
Chávez manejó el tema obnubilado por el velo ideológico y empañado de clichés, con lecturas apresuradas, animado por su repulsa ciega a todo lo que oliera a Washington, y a todo lo que representara el casi cuarto de siglo democrático representativo de nuestro país.
Nada de consultar con nadie que no fuera Cuba y su estructura militar.
Y aquí estamos.
Dicen que el punto de quiebre de toda nuestra ingente e incansable laboriosidad diplomática democrática sobre el Esequibo se vino a pique cuando el Comandante Supremo se embriagó con los temas geopolíticos del continente, los cuales afectaban su ambición de liderazgo regional, en Georgetown, en febrero de 2004 hallándose junto al presidente de Guyana, Bharrat Jagdeo. Fue cuando afirmó aquello que fue recogido en texto:
“Vengo con la máxima voluntad de alcanzar la integración, me he comprometido con el presidente Bharrat Jagdeo a que el Gobierno venezolano no va a oponerse a ningún proyecto en la región que vaya en beneficio de sus habitantes, en beneficio directo como me decía el presidente, proyectos de agua, vías de comunicación, energía, proyectos agrícolas, y segundo, que ante el surgimiento de cualquier proyecto más sensible, inmediatamente nos activamos ambos para revisarlo, en la comisión binacional de alto nivel y buscarle salidas”.
Creía quizás Chávez que él duraría eternamente y que a la hora de atacar esos proyectos, él mantendría el control –y no los intereses globales económicos financieros que hoy gravitan sobre el planeta en torno a una sola red mundial.
Dijo el ex canciller Consalvi en su momento, que “por iniciativa personal e inconsulta, el jefe de Estado echó abajo una posición que permitía a nuestro país mantener vigente la reclamación sobre el Esequibo, mientras Guyana se mantenía renuente a aceptar todas las hipótesis presentadas en las últimas décadas para la solución equitativa y racional de la antigua controversia”.
Y ahí están hoy los guyaneses, disponiendo y sin acordar nada con Venezuela. Y desde hace tiempo, sin que Venezuela lo impidiese ni el Gobierno se moviera, cosechando el producto de los acuerdos comerciales que cerraron con la petrolera ExxonMobil en las aguas en disputa, junto a la subsidiaria de China, la National Offshore Oil Company.
En la 27 Conferencia Extraordinaria del CARICOM, cuando Chávez mandó a Chaderton a negociar el apoyo de los 15 países caribeños a Venezuela (que en efecto logró) en su disputa con Guatemala por el puesto temporal en el Consejo de Seguridad, el canciller guyanés Rudy Insanalli advirtió que las aspiraciones de Venezuela “dependerían del reclamo de este país sobre el Esequibo”, apoyado por todo el CARICOM. Subrayándose ahí el apoyo de Dominica en la voz de su gobernante, Roosevelt Skerritt, quien anticipó el apoyo a Chávez si Venezuela “respetaba la integridad territorial de los estados miembros”.
Posición reforzada por el secretario general de la organización, Edwin Carrington, al afirmar que “la reclamación de Venezuela” a Guyana no era “hostil” como la de Guatemala con Belice. En medo de estas aquiescencias, el presidente Chávez declararía en la Cumbre de Río que “Nos querían utilizar para invadir Guyana en nombre de aquel reclamo territorial para derrocar al gobierno de Forbes Burnham, un hombre de izquierda. Está en documentos, pero yo lo viví cuando Burnham gobernaba Guyana, y casi vamos a una guerra por una vieja reclamación territorial que casi nadie recordaba, porque viene de tiempos inmemoriales”.
Declaración que se recuerda hoy, cuando Venezuela marcha no al frente sino detrás de los acontecimientos. En ese momento privaban el fervor y la emoción, y el presidente Chávez veía el reclamo más bien como un obstáculo a su liderazgo internacional, activo fundamental para su lucha global antiimperialista.
Y aquí estamos.
Los peligros políticos del egocentrismo sin frenos, en la pésima ocurrencia de atribuir a los países los mismos comportamientos que a las personas (en esa visión tan personalista que tenía el finado, al tocar todos los temas claves calculados y siempre determinados sólo en función de sus propios objetivos), coadyuvaron a bajar la guardia.
Y si el resultado final de esta crisis fuera la salida de Venezuela del Esequibo, sería imposible no señalar a Hugo Chávez y a su canciller Nicolás Maduro como responsables de la situación.
¿Y los Castro? La Habana firmó en 1981 una declaración en la que aseguró que “Cuba le reconoce a Guyana la totalidad territorial, incluyendo la Guayana Esequiba o Zona en reclamación”, para resolver la logística del combustible y una base para su intervención en Angola.
¿Sabe Diosdado Cabello algo de esto cuando afirma que “Nosotros no renunciaremos bajo ninguna circunstancia sobre el derecho que tenemos sobre el Esequibo”?
¿O cuando considera que (el presidente de Guyana) David Granger “actúa como dirigente de la oposición venezolana” cuando ocupa transnacionalmente la zona en reclamación?
¿Qué tiene que ver el canto con las pestañas?
Hasta hoy para el chavismo, Guayana no se tocaba ni con el pétalo de una rosa.
¿Fue el Decreto 2787 un producto impuesto por el Comando Superior Militar que días después interviene y cambia las coordenadas ante un discurso agresivo de Guyana, apoyada no solo por Cuba y el CARICOM sino también por Estados Unidos en un acuerdo que deja a nuestro país en el aire, que pone en riesgo las dos terceras partes de nuestra salida al Atlántico?
Cráteres
− ¿Hasta dónde llegará la respuesta? ¿Cómo van a sacar de ahí a la Exxon y a los chinos y a los brasileños y a quien se meta, con plataformas, carreteras y represas en territorio ocupado? ¿A quién se trata de engañar con esta diplomacia de micrófono? ¿Qué ha ocurrido que se rompe el silencio? ¿Qué ha ocurrido que el chavismo se despertó? Se entiende que no se podía mantener el silencio, que internacionalmente ha tenido su efecto. ¿Se creyó o creyeron, que todo se podía manejar a nivel de pulpería? ¿Es éste el verdadero rostro del chavismo sin Chávez? ¿Se acabó la arrogancia imperial?
− La situación económica se sigue deteriorando. Y sólo mediante un colosal ejercicio de liderazgo político se puede evitar el desastre económico. Y ahora, el geoestratégico. Ese tipo de liderazgo que desde que empezó la crisis ha brillado por su ausencia. Y sabemos que de los experimentos del gobierno no quedan más que deudas y ruinas. Que cada vez que se aborda un problema importante, el gobierno da síntomas de una ineficacia alarmante. Acompañada de una campaña de acoso e intimidación, en un intento de meter miedo y escudarse, tratando de esconder la carencia de formación, de cualidades, de aptitud, para el cumplimiento de cualquier función o el desempeño de cualquier cargo.
− Ya basta de dejarse manipular como marionetas por una maquinaria cubana, o como alguna vez dijo Elizabeth Burgos, por esa “multinacional pionera en la materia de política-espectáculo”. Basta de esa práctica política con la que simulan llenar el dramático vacío de ideas rectoras, mientras todo el país se va a la mierda. Pese a los acontecimientos que nos suceden, insisten en desgastarse en un precámbrico culto a la personalidad que exime de atacar los problemas que nos acogotan.
− Dada la magnitud del descalabro, de la necesidad de una transición constitucional, la gente está empezando a buscar salidas. Se pide un liderazgo, mientras el Gobierno no halla como ganar más tiempo. Y las piezas, dicen, se comienzan a mover. Como en una especie de “Lava la bandera, bota la basura”. A la peruana. La sensación es de deterioro total. De Estado colapsado. Que sigue medio funcionando con algún orden pirata, pero que no asegura el territorio ante factores como el Picure o Guyana, los cuales retan el poder del Estado.
Source: Prodavinci
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