ANTONIO LEDEZMA
por: Carlos Canache Mata
Antonio Ledezma ha sido y es un gran
luchador de la causa democrática. Desde joven se podía advertir en él que iba a
ser un líder. Y que afrontaría esa responsabilidad a conciencia, con
perseverancia y valentía.
El régimen autoritario de Maduro, que ha
denunciado más de una docena de intentos de golpes de Estado, lo mandó a hacer
preso el 19 de febrero de este año, acusándolo de estar comprometido en
actividades sediciosas. Oscar Arias, ex-presidente de Costa Rica y Premio Nobel
de la Paz, al referirse a las alucinaciones
golpistas de los gobiernos antidemocráticos, ha dicho que a éstos “no le
alcanzan las teorías conspirativas” para explicar sus desmanes. No le bastó a
Maduro que ya su extinto antecesor hubiera
nombrado arbitrariamente una autoridad ejecutiva paralela, arrebatado la sede y
recortado presupuesto y competencias a la Alcaldía Metropolitana de Caracas,
cargo para el que Antonio Ledezma había sido reelecto por el voto popular el 8
de diciembre de 2013. No, a Antonio Ledezma, el eficiente administrador que por
encima de las dificultades estaba cumpliendo una excelente labor, a Antonio
Ledezma, el líder que cuenta con el favor y el apoyo ciudadano, había que
apartarlo, sacarlo del juego, había que llevarlo a la cárcel. Lo mismo que
hicieron con Leopoldo López, aventado en la prisión militar de Ramo Verde desde
el 18 de febrero de 2014.
En la tarea de perseguir a sus adversarios
políticos, pareciera que no van a cesar
el ocupante de Miraflores, gracias a los artilugios prestidigitadores
del CNE, y la horda que lo rodea. Sobre
sus espaldas llevan la carga macabra de los 43 muertos por las protestas que se
iniciaron en febrero de 2014. Son numerosos los privados de libertad, muchos de
ellos torturados, como lo han comprobado investigaciones de organismos
internacionales. Ahora, el susto que se anticipa a la derrota electoral del
próximo 6 de diciembre que pronostican todas las encuestas, ha
conducido a la inconstitucional e ilegal inhabilitación temporal para ejercer
cargos públicos de María Corina Machado,
Daniel Ceballos (también preso), Enzo Scarano y Pablo Pérez. Se esgrimen
falacias o cosas risibles, si no fuera por lo indignante, como esa de la
cesta-ticket. La dictadura de Pérez Jiménez era más cruel, pero tenía sentido del ridículo, era una dictadura
seria.
Antonio Ledezma, de momento en prisión
domiciliaria por convalecencia post-operatoria, todavía, a cinco meses de su
reclusión, no ha tenido en el tribunal la audiencia preliminar, diferida, por
quinta vez, para el próximo 28 de julio.
Al régimen poco le han importado las recriminaciones de relevantes personalidades y altos organismos internacionales, de
asociaciones de alcaldes de todo el mundo, y de la Iglesia, que en su
Exhortación del día 9 de este mes ha recordado que “no se puede negar lo que
está a la vista: los presos políticos, los vejámenes, las torturas, la
violación de los derechos humanos”.
Uno de esos presos al que se le han violado sus derechos humanos, es Antonio Ledezma. Él será dirigente fundamental cuando se recobre
la democracia.
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