Por Carlos Sánchez Berzaín
Publicado mayo 3, 2016 11:09 am
Publicado mayo 3, 2016 11:09 am
No hay transición
posible a la normalidad democrática sin que el detentador del poder total, el
dictador o jefe de gobierno que ejerce por encima de la voluntad ciudadana y de
la ley, no sea separado del poder. Frente a los gobiernos no
democráticos, la condición inicial para el retorno a la democracia, ha sido
siempre y es hoy, la salida del dictador. Solo cuando el poder retorna a manos
de ciudadanos que respetan el estado de derecho, la división e independencia de
los órganos del poder público, las libertades individuales, políticas y de
prensa, es posible el restablecimiento de la democracia. La lucha de los pueblos
sometidos a las dictaduras del socialismo del siglo XXI, esta siendo
protagonizada dramáticamente en Venezuela que encara la dura tarea de
sacar del poder al dictador.
Cuando el pueblo venezolano logró la
histórica victoria del 6 de diciembre de 2015 (6D) estableciendo una Asamblea
Nacional con mayoría democrática, el deseo y la esperanza de venezolanos y
latinoamericanos hizo que imaginemos que se había iniciado un proceso de
transición hacia la recuperación de la democracia en Venezuela, y desde
allí en toda América Latina. Este proceso hubiera sido posible si Nicolás
Maduro y su gobierno hubieran actuado como venezolanos, con sentido de Patria y
con algo de respeto al pueblo cuya representación se arrogan, pero casi cinco
meses después se comprueba que la estrategia que aplica el régimen en Venezuela
es aferrarse al poder dictatorial, con la agenda y conducción castrista y sin
importar los daños y penurias –cada vez mas graves- que causan a los
ciudadanos. Es simplemente la descarada y desesperada acción de mantenerse
ilegítimamente en el gobierno para protegerse y sirviendo de escudo a las otras
dictaduras de la región.
Lo que estamos viendo en Venezuela es
la “estrategia regional castrista para mantener el poder”. Venezuela es
la plaza mas importante que deben retener a toda costa, no solo por los
recursos que supone para la dictadura cubana, que desde la muerte de Hugo
Chávez lidera y es la dueña del proyecto anti democrático. La percepción
–que es además correcta- de la inteligencia castrista, es que si pierden
Venezuela se rompe el eslabón que terminará en el corto plazo con toda la
cadena de gobiernos que controlan en la región, y con ellos mismos. La caída de la dictadura en Venezuela es el principio
del fin, de un fin rápido, de todas la dictaduras organizadas y controladas por
los Castro y Chávez.
Por eso hemos visto el afán de los
gobiernos de Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, pidiendo ayuda a
países que aún los acompañan. Han tratado de poner en marcha los organismos que
crearon para su proyectado nuevo orden internacional en las Américas, como la
Celac y Unasur. El retorno paulatino –aunque incipiente- de la
Organización de Estados Americanos (OEA) al respeto de su principios y a la
defensa de los derechos humanos y la democracia, con el liderazgo de su nuevo
Secretario General, está irritando a las dictaduras porque quiebra la
estrategia de contención del castrismo y demuestra que los organismos
internacionales creados como funcionales a las dictaduras simplemente no
funcionan porque ya no tienen ya el dinero dilapidado por Chávez para atraer y
sostener apoyos. Tampoco la OEA tiene otra alternativa, porque todos los
organismos regionales del siglo XXI en la región fueron creados para destruirla
y sustituirla como Chávez y Castro lo proclamaron en reiteradas.
No es fácil, y aún está por verse, si
es posible sacar del poder a un dictador por medios democráticos progresivos y
pacíficos como se intenta en Venezuela. La historia muestra que en
general los dictadores han dejado el poder derrotados por procesos
revolucionarios violentos , obligados por una presión internacional
irresistible como en los setentas con el paradigma norteamericano, o cuando se
les termina el ciclo vital como Franco o como parece que sucederá con los
Castro. Hoy, la simulación democrática de parte de las dictaduras y la
prudencia o complicidad de la comunidad internacional frente a estos gobiernos,
ha dejado solo al pueblo venezolano y a su liderazgo democrático, preso,
presionado por el tiempo, amenazado de división y asustado por la violencia que
la dictadura alienta para luego culpar a sus víctimas.
La crisis económica, el hambre del
pueblo, las necesidades, la situación de miseria a la que terminan sometiendo
irremediablemente los dictadores a sus pueblos, es un factor que en ocasiones
es aliado para terminar con la dictadura, pero no siempre, como lo demuestra el
caso de Cuba cuyo pueblo víctima de las mayores privaciones y limitaciones es
hasta ahora controlado por un sistema estalinista frente al que la opción de
libertad es el exilio. Venezuela está en el punto en el que el
castrismo pone a prueba si es capaz de repetir -por medio de Maduro- su exitosa
metodología de control social, logrando subordinación de la gente
mientras la mata de hambre y de inseguridad.
Por su parte los demócratas
venezolanos han puesto en marcha el proceso de revocatorio de
Nicolás Maduro, en una acción sin precedentes de sacar del poder a un dictador
por medio de mecanismos de una democracia simulada, cuyas reglas y organismos
están diseñados y funcionando para mantener al gobernante ilegítimo en el
gobierno. Este notable esfuerzo tiene en contra la tozudez del dictador
empecinado y forzado por sus asustados colegas para aplicar la estrategia
castrista, porque Venezuela es la cuña que debe ayudar a sostener o por lo
menos prologar en el poder a los dictadores de Cuba, Ecuador, Bolivia y
Nicaragua. Por eso la lucha de Venezuela es tarea de
todos.
Publicado
por Diario las Américas el Lunes 2 de Mayo de 2016
http://www.diariolasamericas.com/4962_carlos-sanchez-berzain/3786325_venezuela-en-la-dura-tarea-de-sacar-al-dictador.html
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