13 de mayo de 2016




Por Carlos Sánchez Berzaín
Publicado mayo 3, 2016 11:09 am
No hay transición posible a la normalidad democrática sin que el detentador del poder total, el dictador o jefe de gobierno que ejerce por encima de la voluntad ciudadana y de la ley, no sea separado del poder.  Frente a los gobiernos no democráticos, la condición inicial para el retorno a la democracia, ha sido siempre y es hoy, la salida del dictador.  Solo cuando el poder retorna a manos de ciudadanos que respetan el estado de derecho, la división e independencia de los órganos del poder público, las libertades individuales, políticas y de prensa,  es posible el restablecimiento de la democracia.  La lucha de los pueblos sometidos a las dictaduras del socialismo del siglo XXI, esta siendo protagonizada dramáticamente  en Venezuela que encara la dura tarea de sacar del poder al dictador.
Cuando el pueblo venezolano logró la histórica victoria del 6 de diciembre de 2015 (6D) estableciendo una Asamblea Nacional con mayoría democrática, el deseo y la esperanza de venezolanos y latinoamericanos hizo que imaginemos que se había iniciado un proceso de transición hacia la recuperación de  la democracia en Venezuela, y desde allí en toda América Latina.  Este proceso hubiera sido posible si Nicolás Maduro y su gobierno hubieran actuado como venezolanos, con sentido de Patria y con algo de respeto al pueblo cuya representación se arrogan, pero casi cinco meses después se comprueba que la estrategia que aplica el régimen en Venezuela es aferrarse al poder dictatorial, con la agenda y conducción castrista y sin importar los daños y penurias –cada vez mas graves- que causan a los ciudadanos. Es simplemente la descarada y desesperada acción de mantenerse ilegítimamente en el gobierno para protegerse y sirviendo de escudo a las otras dictaduras de la región.
Lo que estamos viendo en Venezuela es la “estrategia regional castrista para mantener el poder”.  Venezuela es la plaza mas importante que deben retener a toda costa, no solo por los recursos que supone para la dictadura cubana, que desde la muerte de Hugo Chávez lidera y es la dueña del proyecto anti democrático.  La percepción –que es además correcta- de la inteligencia castrista, es que si pierden Venezuela se rompe el eslabón que terminará en el corto plazo con toda la cadena de gobiernos que controlan en la región, y con ellos mismos.  La caída de la dictadura en Venezuela es el principio del fin, de un fin rápido, de todas la dictaduras organizadas y controladas por los Castro y Chávez.
Por eso hemos visto el afán de los gobiernos de Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, pidiendo ayuda a países que aún los acompañan. Han tratado de poner en marcha los organismos que crearon para su proyectado nuevo orden internacional en las Américas, como la Celac y Unasur.  El retorno paulatino –aunque incipiente-  de la Organización de Estados Americanos (OEA) al respeto de su principios y a la defensa de los derechos humanos y la democracia, con el liderazgo de su nuevo Secretario General, está irritando a las dictaduras porque quiebra la estrategia de contención del castrismo y demuestra que los organismos internacionales creados como funcionales a las dictaduras simplemente no funcionan porque ya no tienen ya el dinero dilapidado por Chávez para atraer y sostener apoyos.  Tampoco la OEA tiene otra alternativa, porque todos los organismos regionales del siglo XXI en la región fueron creados para destruirla y sustituirla como Chávez y Castro lo proclamaron en reiteradas.
No es fácil, y aún está por verse, si es posible sacar del poder a un dictador por medios democráticos progresivos y pacíficos como se intenta en Venezuela.  La historia muestra que en general los dictadores han dejado el poder derrotados por procesos revolucionarios violentos , obligados por una presión internacional irresistible como en los setentas con el paradigma norteamericano, o cuando se les termina el ciclo vital como Franco o como parece que sucederá con los Castro.  Hoy, la simulación democrática de parte de las dictaduras y la prudencia o complicidad de la comunidad internacional frente a estos gobiernos, ha dejado solo al pueblo venezolano y a su liderazgo democrático, preso, presionado por el tiempo, amenazado de división y asustado por la violencia que la dictadura alienta para luego culpar a sus víctimas.
La crisis económica, el hambre del pueblo, las necesidades, la situación de miseria a la que terminan sometiendo irremediablemente los dictadores a sus pueblos, es un factor que en ocasiones es aliado para terminar con la dictadura, pero no siempre, como lo demuestra el caso de Cuba cuyo pueblo víctima de las mayores privaciones y limitaciones es hasta ahora controlado por un sistema estalinista frente al que la opción de libertad es el exilio.  Venezuela está en el punto en el que el castrismo pone a prueba si es capaz de repetir -por medio de Maduro- su exitosa metodología de control social, logrando subordinación  de la gente mientras la mata de hambre y de inseguridad. 
Por su parte los demócratas venezolanos  han puesto en marcha el proceso de revocatorio de  Nicolás Maduro, en una acción sin precedentes de sacar del poder a un dictador por medio de mecanismos de una democracia simulada, cuyas reglas y organismos están diseñados y funcionando para mantener al gobernante ilegítimo en el gobierno. Este notable esfuerzo tiene en contra la tozudez del dictador empecinado y forzado por sus asustados colegas para aplicar la estrategia castrista, porque Venezuela es la cuña que debe ayudar a sostener o por lo menos prologar en el poder a los dictadores de Cuba, Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Por eso la lucha de Venezuela es tarea de todos.
Publicado por Diario las Américas el Lunes 2 de Mayo de 2016
http://www.diariolasamericas.com/4962_carlos-sanchez-berzain/3786325_venezuela-en-la-dura-tarea-de-sacar-al-dictador.html

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